Las cosquillas son parte de los juegos bruscos que hacen todos los simios jóvenes, así como los humanos
Robert Provine, neurólogo investigador de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos, intentó recientemente explicar por qué a algunos humanos, chimpancés y ratas les gustan las cosquillas.
Para el facultativo, este es «uno de los temas más amplios y profundos de la ciencia, porque implica todo, desde las defensas del organismo y el programa neuronal para el juego, hasta la generación del sentido de uno mismo y los otros».
Para entender sus entresijos, refirió BBC Mundo, Provine se basó en los primates y los dos tipos de cosquillas que existen: knismesis y gargalesis. La primera, dice, es una respuesta primitiva, una sensación ligeramente irritante activada por un leve movimiento en la piel, y es generalizada.
La gargalesis es un fenómeno singular de los mamíferos, un tipo de cosquillas más fuerte que produce risa y está vinculada con el juego, agregó.
Para el neurólogo, las cosquillas son parte de los juegos bruscos que hacen todos los simios jóvenes, así como los humanos. Este tipo de juego puede dejarte sin respiración, y esa falta de aire es lo que dio como resultado la risa tal y como la conocemos.
«Ese “jaja” es la ritualización del sonido de una respiración trabajada derivada del juego. Si haces cosquillas a un chimpancé, la risa es un sonido de jadeo. Es una forma para indicar: “Esto es juego, no te estoy atacando”. Es uno de los casos más claros de donde proviene la vocalización. Para los animales sociales, como los primates, las cosquillas son una forma fantástica de reforzar las amistades de modo controlado», agregó.
Aunque la humana es mucho más elaborada, en esta actitud de los primates radica su orígen, concluyó.
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