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La caja mágica del dinero

Los servicios de cajeros automáticos se han ido extendiendo por el país, aunque todavía su alcance y eficiencia siguen estando por debajo de lo deseado

Autor:

Amaury E. del Valle

Rubén Barreto pedaleó más de diez cuadras para llegar al cajero automático más cerca de su casa, en el municipio de Boyeros. Una vez allí, intentó sacar parte de su salario como jubilado, pero el dispositivo, sin dinero, literalmente se «tragó» su tarjeta magnética.

Atónito, pidió ayuda en la CADECA donde está instalado el cajero, pero le dijeron que tenía que ir, casi una semana después, los viernes, hasta O’Reilly y Compostela, en La Habana Vieja, a recuperar su «magnética».

El trámite de recuperar la tarjeta apenas demoró cinco minutos, aunque le tomó casi dos horas ir y volver desde la periferia de la ciudad hasta el centro, y viceversa.

Rubén se pregunta qué pasaría cuando un cajero engulla la tarjeta de alguien que tenga pocas posibilidades de desplazarse, o necesite el dinero con urgencia.

Con magnetismo

Si Rubén hubiera sabido que con remitirse a la entidad bancaria a la cual pertenece su tarjeta allí se la hubieran devuelto o dado una nueva, quizá se habría ahorrado muchas molestias.

Sin embargo, la falta de información sobre el funcionamiento de muchos cajeros automáticos es todavía uno de los problemas que lastra este servicio a nivel de país, que cuenta en toda la nación con 372 unidades instaladas, de estas 284 en la capital, una cifra que a todas luces es insuficiente para las más de 1 200 000 tarjetas RED que se han expedido.

Según explicó a JR Alberto Quiñones Betancourt, director general de Servicios Informáticos del Banco Central de Cuba, hoy existen cajeros en todas las cabeceras provinciales y en Nueva Gerona (Isla de la Juventud), así como en municipios como Varadero, Cárdenas o Moa.

Todavía su cobertura no alcanza todos los territorios, y persisten dificultades en el respaldo eléctrico, las líneas de transmisión, así como, en ocasiones, con la disponibilidad de efectivo.

Pero es muy raro, asegura, que se «traguen» una tarjeta, pues esto ocurre generalmente como norma de seguridad al existir algún desperfecto técnico, se interrumpe la energía o para proteger al cliente cuando este demora más de 45 segundos en retirar la magnética, lo que puede indicar que la persona la dejó olvidada.

La historia de los cajeros automáticos es reciente en Cuba, pues los primeros comenzaron a instalarse a finales de los 90, luego que comenzaron a modernizarse y automatizarse los servicios bancarios en el país.

La automatización ha sido siempre uno de los pilares fundamentales para facilitar la gestión de los usuarios, aunque esta se ha visto dificultada por las problemáticas para adquirir cajeros, piezas de repuesto y tecnologías asociadas, en muchos casos por las injustas medidas de persecución implantadas por el bloqueo norteamericano.

Actualmente, reconocen los funcionarios del Banco Central de Cuba, todavía la calidad del servicio dista de lo deseado, tanto por factores materiales como por problemas subjetivos, como el de las fechas de pago de muchos organismos que utilizan tarjetas magnéticas, las cuales se concentran en determinados días del mes.

«Por ejemplo, entre el día 8 y el 12 de cada mes las operaciones en los cajeros automáticos se triplican, tanto en su cantidad como en el monto de efectivo que se extrae, pues en esa fecha coinciden diversos organismos en depositar sus salarios en el recargo de la tarjeta», argumenta Quiñones.

Precisamente en esos períodos es cuando mayor número de interrupciones ocurren, según los reportes de esa entidad, pues además de los salarios el sistema tiene que asumir también los trámites corrientes, donde se incluyen un número muy complicado de cuantificar de tarjetas magnéticas expedidas por FINCIMEX o que traen los turistas de sus países y pueden ser utilizadas también en los cajeros.

A su vez, darle a los mayores de casa la posibilidad de extraer sus pensiones a través de magnéticas fue una medida necesaria, para acercar más este servicio a ellos; pero también introdujo miles de usuarios inexpertos en el manejo de los cajeros automáticos, lo cual influye en su más rápido deterioro.

Expendedores de billetes

La idea de los cajeros automáticos nació, según la enciclopedia virtual Wikipedia, en un baño de una casa de campo cercana a la ciudad de Londres. Fue John Shepherd-Barron, un inventor inglés que trabajaba para la empresa De La Rue, quien en 1965, cansado de tener que ir hasta la ciudad para recoger su salario, pensó en hacer una máquina expendedora de billetes muy parecida a las ya existentes para dulces y chocolates.

Shepherd-Barron, quien falleciera hace pocos años, trabajaba con cheques y pensó en que la máquina pudiera identificarlos y devolver dinero a cambio. Además consideró que para hacer seguro el proceso el usuario debería tener un código personal de seis dígitos, que le permitiera identificarse, error del cual lo sacó su esposa al referirle que ella, si acaso, recordaría cuatro números.

Fue así como nació el PIN o Personal Identification Number, y el 27 de junio de 1967 el comediante inglés Reg Varney inauguró el primer cajero automático de la historia en una sucursal del banco Barclays, en Enfield, al norte de Londres.

A Shepherd-Barron le costó mucho que alguien se interesara por su invento. Tanto fue así, que en 1969 logró mostrar su sistema en una conferencia de la Asociación Americana de Banqueros, en Miami, y a pesar de que habló durante 15 minutos no hubo ninguna pregunta y solo recibió algún que otro aplauso.

Pero hubo algunos inversionistas que, a pesar de su supuesto desinterés, sí estaban muy seducidos por el tema. Seis semanas después el inglés recibía el primer encargo de su «artefacto» del Primer Banco de Pennsylvania, en Filadelfia, Estados Unidos, iniciándose así la expansión de los cajeros automáticos, que casi 40 años después son más de dos millones en todo el mundo.

Su principio de funcionamiento se basa en la lectura de la información contenida en la banda magnética de la tarjeta, la cual se envía a una computadora central, que la procesa y da la orden electrónica al cajero, según el pedido hecho a través de las teclas.

Los dispositivos tienen incorporados diversos compartimentos para los billetes de cada valor, así como sensores que evalúan el grosor y estado de cada papel moneda. Muchos tienen altoparlantes que informan al usuario sobre cada paso de su operación, e incluso impresoras a través de las cuales se puede obtener un reporte de la transacción y conservarlo en caso de reclamación.

Los cajeros automáticos se dividen en dos grandes tipos, los llamados Full, que permiten extraer dinero y también realizar depósitos; y los Cash, tipología instalada en Cuba, que solo admiten la extracción de dinero, aunque recientemente se les han incorporado otras utilidades como el servicio de Telebanca.

No alcanzan los gabinetes

Actualmente en el país se lleva a cabo un proceso de modernización de los cajeros automáticos, en aras de mejorar su labor, «por lo cual antes de extender el servicio precisamos lograr que sea más eficiente», enfatiza Quiñones Betancourt.

Sin embargo, todavía existen elementos de insatisfacción que escapan a soluciones inmediatas, como la presencia de billetes de menor denominación, o la ausencia de efectivo, problemática que se da con más frecuencia en los situados fuera de los límites de las sucursales bancarias.

«Muchos cajeros instalados actualmente solo poseen cuatro gabinetes para el dinero, donde debe distribuirse tanto la divisa como la moneda nacional. Por ello no existe papel moneda de bajo valor en muchos», explica Quiñones Betancourt, quien insta a los usuarios a que «se fijen bien cuáles son las denominaciones de moneda que maneja el cajero, para evitar posteriores molestias.

«A su vez, solo en La Habana hay más de 60 instalados fuera de los bancos, también llamados por nosotros desplazados, a los que se debe suministrar dinero constantemente. Cuando son días de mucha extracción, como los mencionados, puede ocurrir que se queden sin efectivo en la tarde y no se vuelvan a recargar hasta el día siguiente.

Aún con estas dificultades, los cajeros también prestan otras facilidades poco conocidas, como la posibilidad de convertir la moneda nacional a divisa antes de extraerla, transferir dinero de una tarjeta a otra, utilizarla como cuenta bancaria e incluso pagar el teléfono a través de esta.

Todas, sin embargo, podrían ser mucho más útiles si se aumentara la divulgación y la eficiencia de estos servicios.

Los servicios de cajeros automáticos se han ido extendiendo por el país, aunque todavía su alcance

y eficiencia siguen estando por debajo de lo deseado

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