Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La macabra movida de una ballena azul en internet

Un oscuro reto en línea busca dañar a los adolescentes, especialmente a aquellos que atraviesen por situaciones emocionales difíciles

Autor:

Yurisander Guevara

Como muchos aspectos de la vida, internet tiene, al menos, dos caras. Por un lado, es una maravillosa y necesaria herramienta que ha permitido socializar el conocimiento, acortar distancias y dinamizar las relaciones humanas como nunca antes, entre otras bondades.

En cambio, el poder de la red de redes es usado también con fines maliciosos y surgen hechos funestos que se vuelven fenómenos globales. Ese es el caso del «reto» de la ballena azul, macabro timo que ha hecho saltar las alarmas del ciberespacio al mundo físico.

Estuve indeciso sobre escribir estas líneas, considerando que podrían dar «publicidad» a una tendencia negativa de las redes. Pero al escrutar el último estudio de la plataforma digital Hootsuite, que brinda estadísticas acerca de la penetración de las redes sociales en el mundo, los números inclinaron la balanza de forma favorable.

Me explico: según Hootsuite, Cuba alcanzó 2 760 000 usuarios de redes sociales el pasado año, lo que significó un crecimiento del 368 por ciento con respecto a 2015. Este número incluye a todas las redes sociales.

La misma pesquisa indica que Facebook se mantuvo como la red social más usada del planeta, con 1 871 millones de usuarios y, de ellos, al menos el 26 por ciento se encuentran entre los 13 y los 24 años de edad.

Y si en Cuba creció de forma exponencial el uso de las redes sociales, y a estos números aplicamos la lógica etaria de usuarios globales de Facebook, más de un cuarto de estos serían adolescentes y jóvenes. De ahí que, ante una aberración como la ballena azul, sea conveniente alertar sobre el tema.

Un juego mortal

La ballena azul surgió como un reto en línea al que se accede en grupos privados de redes sociales y su principal objetivo son los adolescentes. Según las fuentes consultadas por este redactor, este ardid nació el pasado febrero en Vkontakte, red social rusa que supera al mismísimo Facebook en usuarios activos en esa nación.

Quienes se involucren en el reto deben seguir las instrucciones de una persona designada como su «guardián» por un período de 50 días, en los que cumplirán diversas tareas. Estas se intensifican en grado de crueldad y enajenación, y abarcan situaciones tan «inocentes» como «mirar películas de terror solo en tu cuarto en la madrugada», hasta pedir al usuario que se autoinfrinja lesiones.

Lo peor es el reto final: el jugador, usualmente un adolescente, debe suicidarse con un salto desde una ventana y así será «libre». Con ello el ciberengaño simula el comportamiento de las ballenas azules que, en ocasiones, van a morir en algún trozo de playa.

En este punto podría el lector pensar que lo descrito es una «tontería» de internet, pero en países como Argentina, Chile, Estados Unidos y España ya se registran hechos en los que menores de edad terminaron hospitalizados después de que intentasen acabar con sus vidas tras haber participado, presumiblemente, del juego.

La asunción de su involucramiento en este ardid, es necesario aclarar, ha sido alimentada por los medios locales. El primer gran escándalo se suscitó en Rusia cuando el diario Novaya Gazeta afirmó, a inicios de este año, que los 130 suicidios de menores de edad registrados en 2016 en ese país se debieron, en su mayoría, al reto de la ballena azul. El mismo medio lo desmentiría luego, y una organización periodística como Snopes, encargada de verificar hechos, tiene a este embrollo en la categoría de «sin confirmar».

Empero, el falso alegato de Novaya Gazeta sacó de lo profundo de Vkontakte a la ballena azul, y esta se sumergió en Facebook, donde el espectro de usuarios potenciales crece de forma exponencial. Aunque hasta el momento no existe confirmación oficial que relacione a la macabra treta con los casos de menores que intentaron quitarse la vida, el hecho llama a la reflexión, pues los adolescentes son el grupo etario más vulnerable entre los usuarios de internet.

¿Cómo usan tus hijos internet?

En un país como el nuestro, donde la informatización gana espacios y el acceso a internet crece —todos esperamos que se convierta en algo todavía más común—, es necesario conocer de situaciones como las que crean los retos masivos en línea, pues son los más jóvenes quienes los protagonizan.

Cierto es que no todos los retos son malos. Ejemplo de ello fue el del balde de agua fría (Ice Bucket Challenge), al que se sumaron millones de personas como una forma de apoyar a los enfermos de esclerosis lateral amiotrófica.

En cambio, otros retos son más polémicos. Por eso es necesario que los adultos conozcan lo que hacen sus hijos en el ciberespacio.

«Este tipo de “juegos” tiene serias implicaciones éticas, pues se trata de una franca manipulación de la conducta humana que, evidentemente, por su contenido y el público al que va dirigido, puede hacer mucho daño, al punto de llegar al suicidio. Esto no solo implicaría un análisis sicológico, sino incluso legal. ¿Cómo pueden permitirse este tipo de “juegos”? ¿Quiénes los conciben? ¿Con qué propósitos?», refirió a JR la Doctora Annia Almeyda Vázquez, profesora de la Facultad de Sicología de la Universidad de La Habana, en un intercambio de correos electrónicos.

—¿Qué señales debe buscar un padre para saber si su hijo esconde algo que debería compartir, desde el punto de vista emocional?

—Los padres no pueden estar al margen del comportamiento de sus hijos. Deben ser observadores sagaces. Ante cualquier cambio de la conducta «típica» deben indagar sobre sus causas, sin que el adolescente sienta que lo interrogan o espían constantemente. Es imprescindible que exista una estrecha comunicación entre padres e hijos para que, en el marco de la confianza, emerjan temas de interés, dudas, preocupaciones, en fin, un escenario propicio para influir, educar.

—¿Qué tan influenciables podrían ser los adolescentes, especialmente si interactúan en espacios digitales con desconocidos?

—Los adolescentes pueden ser muy influenciables, sobre todo si no cuentan con figuras cercanas que sean capaces de contrarrestar esa influencia. Es el caso de este «juego». Pueden no visualizar el daño y verlo como un simple recreo, cuando no lo es. El joven podría llegar a conocer de él a través de algún amigo que lo invita a jugar, o compulsado por un grupo de amistades que no alcanza a evaluar el impacto negativo que tendría en su salud emocional, y hasta física, este tipo de comportamientos inducidos.

—¿Debería un padre permitir que su hijo utilice herramientas en línea sin su consentimiento?

—No. Dada la demostrada influencia, a veces negativa en función del contenido, y la frecuencia del consumo de determinados juegos, animados, productos audiovisuales o contenidos en línea, los padres deben conocer dónde, cómo, con quién y qué consumen sus hijos. No pueden estar ajenos a las influencias que estos reciben por esas vías. La medida no es prohibir el acceso, sino analizar críticamente, junto con ellos, las cosas que consumen, su significado. Si los padres dejan solos a sus hijos en estas elecciones no pueden ejercer ninguna influencia sobre ellos. Los padres deben ser mediadores de ese consumo.

—¿Cómo pueden los padres contribuir a la construcción de confianza entre ellos y sus hijos?

—La confianza de los hijos en sus padres es el resultado del desarrollo durante todo el proceso de educación, de adecuados estilos de crianza. Un padre autoritario quizá sea obedecido por su hijo, pero probablemente no consultado ante alguna duda o preocupación sobre un tema delicado, muchas veces por temor a ser reprendido. En cambio, un padre/madre que ha asumido como estilo de crianza ser democrático, y ha estado dispuesto a la escucha, al diálogo, al análisis conjunto de los temas, como resultado su hijo verá en él/ella una figura en la que puede encontrar contención, respuesta, apoyo.

Las redes sociales más populares permiten el ingreso de menores de edad cuando superan los 13 años, en plena adolescencia. Se trata de un período de formación de la personalidad que debe ser transitado con la ayuda de todos. La comunicación es, en este sentido, una baza para alejarlos de caer en timos como el de la ballena azul.

Las tecnologías per se no son malas. Dependerá de la preparación con que las utilicemos, el provecho que sacaremos de estas. Lo cierto es que son pocas las ballenas azules que deciden encallar en una playa para morir. ¿Acaso no deberíamos ser como la mayoría de ellas y nadar en libertad y armonía por los océanos de la información?

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