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Reproducción asistida (II parte y final): Fecundar la esperanza

Antes de que termine el 2008, Cuba contará con una red nacional de servicios para el manejo de la pareja infértil a partir de técnicas de reproducción asistida de elevada y baja complejidad Pregunte sin pena

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Llevan más de 12 meses intentándolo y el embarazo no llega. La familia presiona, los amigos preguntan y ellos sienten que el problema escapa de sus manos.

Es momento entonces de definir si buscarán ayuda a través de una consulta de reproducción asistida, pero conocen los trabajos que han pasado otras parejas y sienten miedo de fracasar.

La implementación de técnicas de reproducción asistida de elevada complejidad, en Cuba, permitirá el tratamiento a las parejas infértiles, servicio sumamente costoso en países desarrollados donde su precio oscila entre los 400 y 6 000 dólares.

¿Qué tan difícil puede ser soportar la terapia en estas consultas? ¿Cómo llegar a ellas? ¿Cómo funcionan? Estas son algunas de las preguntas que se hacen a diario muchas personas, y nos hacen también a los medios de comunicación, preocupados en parte por la transición demográfica que vive el país.

Al parecer, la esperanza crece. Así lo asegura a Sexo Sentido el doctor Luis Antonio Farramola Bello, especialista en segundo grado en ginecología y obstetricia y miembro del Grupo Nacional de Reproducción Asistida, programa de salud pública instituido desde los meses de octubre y noviembre del pasado año para extender este servicio a todo el país.

«Aunque apenas estamos en la fase de implementación y organización, el manejo de la pareja infértil en Cuba va tomando mejores derroteros.

«Antes de que termine el 2008 llevaremos a todo el país el diagnóstico y tratamiento de la infertilidad a partir de técnicas de reproducción asistida, de elevada y baja complejidad, de manera que toda la población que lo necesite tenga acceso al servicio».

El programa se estructura en tres niveles, empezando por la Atención Primaria, que comprende consultas especializadas en al menos un policlínico de cada municipio del país.

La Atención Secundaria se brindará en centros provinciales donde se practicarán las técnicas de baja complejidad, con las cuales se resuelve el mayor por ciento de los casos a nivel mundial.

Una parte importante del equipamiento para estos nuevos centros estará en el país a finales de este año. Los módulos a instalar en cada municipio tienen un costo alto, pues se trata de tecnología de punta.

El propósito es reducir el período de diagnóstico de la infertilidad a no más de cinco ciclos menstruales, para aplicar el tratamiento adecuado lo antes posible y que el proceder se torne menos angustioso y estresante para esas parejas que quizá llevan años intentando tener hijos.

Para aquellos casos que lo necesiten, estarán disponibles a nivel terciario los laboratorios con técnicas de mayor complejidad, de momento concentradas en el hospital Hermanos Ameijeiras, de la capital, donde ya se atiende un número importante de casos cuyos expedientes fueron concluidos durante los años del período especial, cuando no existían los recursos para su atención.

A finales de 2007 se extenderá el servicio a otra institución capitalina, el hospital América Arias, cuya base de datos ya comienza a llenarse con el resto de las parejas pendientes que no han concluido su expediente, y se contará para el 2008 con al menos un laboratorio en la región central y otro en el oriente del país.

Un vez concluidas estas inversiones y con los laboratorios trabajando establemente, Cuba estará en condiciones de aplicar estas técnicas más complejas a un promedio de 400 parejas anuales por cada centro.

El orden de atención de los casos será por criterio de prioridad clínica, no cronológica, para lograr un balance entre pacientes de diferentes patologías, edades, regiones, entre otros aspectos.

Tanto a nivel de municipio como de provincia, se han creado grupos multidisciplinarios, que incluyen ginecobstetras, psicólogos y personal de laboratorio, cuya capacitación está ya muy avanzada, afirmó Ferramola.

CERCANÍA IMPRESCINDIBLE

Un punto importante es el cuidado de la embarazada que ha recibido un tratamiento de infertilidad. En este sentido señala el doctor Rogelio González Sánchez, del hospital Ramón González Coro, que al lograr el embarazo, las mujeres inseminadas se incorporan a la atención programada por su área de salud, con su médico de familia, como cualquier otra gestante.

«En dependencia del trastorno que le provocaba la infertilidad, algunas mujeres deben mantener paralelamente un seguimiento por nuestras consultas, donde le procuramos seguridad para el desarrollo de su gestación».

El apoyo de la pareja es primordial, opinan los expertos. Esto es válido tanto desde el punto de vista afectivo como en el inicio y la adherencia al tratamiento.

La licenciada en Bioquímica Caridad Yanes Vicens, del laboratorio de Reproducción del hospital Ramón González Coro, aclara que este soporte no implica que los esposos realicen por sí mismos el proceder de inseminación en las mujeres, pues esta es una técnica invasiva que solo puede efectuar el personal capacitado para ello.

La participación masculina llega en algunos casos hasta la aplicación de las inyecciones de hormonas necesarias para el estímulo de la ovulación, como forma de intervenir más directamente en el proceso de concepción.

DE COSTUMBRES Y OTROS TRASTORNOS

Estudios realizados a nivel internacional demuestran que las parejas sanas tienen alrededor de un 20 por ciento de probabilidad de fecundar en cada ciclo menstrual, pero algunos trastornos en el hombre o la mujer, o en ambos, hace que la posibilidad de embarazo se reduzca significativamente.

Muchas veces el problema no es de fertilidad, sino de hábitos sexuales, y bastará con optimizar el momento del coito de acuerdo con el ciclo menstrual, probar posturas más adecuadas a la anatomía de los órganos reproductivos de ambos o mejorar la información y el estado anímico.

En cambio otros casos sí responden a obstáculos biológicos que requieren mecanismos más sofisticados para salvarlos. De ahí que la implementación de técnicas de reproducción asistida sea una esperanza para muchos, pues, por ejemplo, si hablamos de fertilización in vitro o inseminación artificial, la fecundidad puede aumentar a un 40 por ciento en cada ciclo, por lo que en repetidas terapias pudiera alcanzarse el deseado embarazo.

Se sabe que un por ciento nada despreciable de mujeres presenta problemas tubáricos, endometriosis severas o les han sido extirpadas las trompas y, por otra parte, muchos hombres padecen anomalías espermatogénicas, una disminución significativa de la producción de espermatozoides o trastornos de su movilidad.

«Para ellos solo queda la opción de una terapia de elevada complejidad, como la fertilización in vitro», precisa el entrevistado.

Sin embargo insiste en que la consulta es para ambos: «si el hombre no acude a los exámenes preliminares, no se continúa con la mujer, para evitar someterla a procedimientos que resultan molestos —aún con las nuevas tecnologías—, cuando la causa puede estar en él, y en ese caso el manejo es más sencillo y menos invasivo».

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