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Mi fantasía sexual

¿Cuáles son las fantasías sexuales más comunes reconocidas por los jóvenes cubanos? ¿Fantasean más los hombres que las mujeres? Sobre estas interrogantes indagó Soy Cuba, sitio web de nuestra Editora, con el doctor Pedro Pablo Valle, del Centro Nacional de Educación Sexual

Autor:

Elena Diego Parra

Como con reproche o incomodidad te miran casi todos, incluso los jóvenes, al preguntarles sobre sus fantasías sexuales. Un silencio evasivo o la huida inmediata son reacciones indicadoras de que, a pesar de vivir en pleno siglo XXI, aún los tabúes rodean la sexualidad.

«Yo creo que todo el mundo las tiene, en mayor o menor medida, lo que sucede es que las personas no suelen hablar de eso, sobre todo las mujeres, por el miedo a ser incomprendidas o a que se les dé un significado equivocado», dice Alejandro Riquene, joven de poco más de 30 años.

Mientras, Odalis Peña, de 26 años, opina que «a pesar de la modernidad, la educación que recibimos es aún muy conservadora, por lo cual esos temas siguen sin tratarse y son considerados como impropios por muchos, porque se asocian al acto sexual, aunque sean más que eso».

«Todos debemos tener, al menos, una fantasía sexual diaria», dice el doctor Pedro Pablo Valle.

En busca de luces sobre un tema tan «caliente» como engorroso, debido a los estereotipos que lo rodean, Soy Cuba —sitio web de nuestra Editora— entrevistó al doctor y máster en Sexualidad Pedro Pablo Valle, médico de la Consulta de Orientación y terapia sexual, del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).

—¿Qué son las fantasías sexuales?

—Hay varias formas de definirlas y a mí me gusta el concepto del sexólogo español Francisco Cabello. Él habla de una variabilidad en la expresión de la sexualidad, pues dentro de ella está la expresión individual de la sexualidad y se contempla el autoerotismo, la autoestimulación o las fantasías sexuales.

«Las fantasías son algo propio de todos los seres humanos, pero muchas veces las personas tienen temor a hablar de ellas porque piensan que es pervertido desde la cultura, desde la sociedad.

«Pero es muy importante saber que tenerlas forma parte de su sexualidad, que le proporcionan una vida más placentera y pueden ser llevadas a la práctica o no. A partir de ahí se estimula y se echa un poquito de sazón a la vida sexual, evitando la monotonía, sobre todo en las parejas que son incapaces de hablar de las fantasías sexuales y preguntarse mutuamente: ¿Cuáles son las tuyas? ¿Cuáles son las mías? ¿Cuáles podemos realizar juntos?».

—Hablas de la incomunicación en la pareja y sus efectos nocivos…

—Yo creo que la incomunicación en el área de la sexualidad es grande. Hay parejas que llevan de relación muchísimo tiempo y afirman tener muy buena comunicación, pero desde el punto de vista de la sexualidad, prácticamente, no existe.

«Muchas veces les digo a los pacientes que tenemos el gran mito de que a las mujeres les gusta que les regalen flores. Y yo pienso que sí, que tanto a mujeres como a hombres eso nos agrada, pero qué flores son las mejores. Si yo vengo con una rosa no me las vas a despreciar, pero si tenemos una buena comunicación yo sabré que la que te gusta es la margarita.

«Entonces, para ponerte un ejemplo, si a mí me gusta que mi pareja se ponga determinada ropa, ¿por qué no se lo voy a decir?, ¿por qué no decirle que se ve bonita hoy?, ¿por qué ella tiene que suponer que yo pienso que se ve bonita? Los jóvenes, como parte de una sexualidad que se aprende, no deberían seguir creyendo en los mismos mitos y tabúes».

—¿Prevalecen las fantasías a una edad determinada?

—Aparecen en cada persona con el despertar de la sexualidad.

«Lo que sucede con esto es que cuando mencionamos la palabra sexualidad, enseguida pensamos en el acto sexual y no debe ser».

—¿Cuáles son las fantasías sexuales más comunes reconocidas por los jóvenes cubanos en uno y otro sexo?

—La fantasía más frecuente entre los hombres heterosexuales es el sexo con dos mujeres. Y en las mujeres generalmente están relacionadas con tener un encuentro sexual en sitios románticos, en lugares abiertos, y después siguen las relacionadas con la convivencia de la casa y cómo tener relaciones sexuales en otros lugares del hogar, además de la habitación.

—¿Cuáles son las menos comunes?

—Hay fantasías que cuesta trabajo explorarlas y que se desean bastante poco por las personas, sobre todo porque les genera conflictos. Ahí tenemos las fantasías relacionadas con relaciones homosexuales, esas son las que menos desean las personas heterosexuales, y cuando son capaces de reconocer que las tienen, eso los perturba y se preocupan.

«Cada persona construye su propia sexualidad, como si estuviera poniendo su huella digital, por tanto las fantasías no son buenas ni malas, sencillamente son diferentes e individuales. Por eso, lo que te puede gustar a ti o serte placentero, no tiene que gustarme y ser placentero para mí, y no por eso es anormal o patológico».

—¿Tienen más fantasías sexuales los hombres que las mujeres?

—Te diría que de manera estadística sí, pero cuando lo analizamos a partir de la sexualidad, pueden tener la misma cantidad. Lo que ocurre es que las mujeres han sido mucho más reprimidas en todo lo sexual y, como consecuencia, tienden a sentir que son pecaminosas o perversas. Que esto suceda es un problema de construcción de las feminidades y de la masculinidad. A los hombres, desde que nacemos, nos están sexualizando, somos unos niñitos y ya nos preguntan, por ejemplo, ¿cuántas novias vas a tener?

—¿La equidad de género ha llegado a la sexualidad?

—En nuestra realidad la mujer ha avanzado mucho, debido a los proyectos sociales llevados a cabo en el país, pero todavía quedan registros en la propia mujer que hacen que esta «equidad» no sea pareja.

«Al criar a nuestros hijos bajo estereotipos y patrones que mantienen la inequidad, esto se reproduce y se refleja también en la sexualidad. Como consecuencia, se tiene la concepción de que en una relación la mujer es la más pasiva, mientras al hombre se le exige saber más, que enseñe, o se plantea que él siempre debe estar dispuesto. Esos son mitos que han trascendido desde esa sociedad machista».

—¿Se ha estudiado mucho el tema de las fantasías sexuales?

—Por lo que aparece en los artículos y en las bibliografías se ha explorado bastante poco. Tú buscas información sobre violencia contra la mujer, disfunciones sexuales, VIH y diversidad, y hay miles de páginas web que puedes visitar, pero si buscas por fantasías sexuales aparecen muy pocas.

«Para mí esta es un arma importantísima para trabajar con los malestares de quienes acuden a las consultas de sexualidad. Hay muchas personas que asisten y no tienen fantasías sexuales, no las conocen, no las piensan, no las practican…, porque llevan esta construcción cultural de la sexualidad que dicen que son pecaminosas. Sin embargo, yo pienso que todos debemos tener al menos una fantasía sexual diaria».

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