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Reconocer es prevenir

La capital del Caribe acogió el Simposio Internacional sobre Masculinidades y VIH, para deconstruir desde la ciencia y la experiencia comunitaria decenas de mitos que tanto daño hacen al bienestar humano

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

Cada hombre sobre la faz de la Tierra tiene un tesoro que lo está esperando.

Paulo Coelho

SANTIAGO DE CUBA.— Por decimocuarta ocasión, la capital del Caribe acogió el Simposio Internacional sobre Masculinidades y VIH, para deconstruir desde la ciencia y la experiencia comunitaria decenas de mitos que tanto daño hacen al bienestar humano, como el de asumir que solo existe un tipo de hombre exitoso o que el sida es cosa de marginales y personas promiscuas.

Del 22 al 24 de junio pasados, más de 150 ponentes de Cuba, México, Colombia y Canadá debatimos los múltiples cruces culturales entre ambos temas y participamos en una feria de promoción de salud en el reparto Abel Santamaría, donde la comunidad mostró aciertos y desconciertos a la hora de responder preguntas sobre las relaciones de género, las ITS y los derechos sexuales y reproductivos.

Fue un magnífico botón de muestra que reafirma la necesidad de acercarse sin temor o prejuicios a grupos e individuos cuya práctica desdice lo archiconocido en materia de salud sexual. No poca gente es capaz de repetir frases clave de las campañas y sin embargo no se ve reflejada en ellas, así que siguen exponiéndose al peligro y apostando sus vidas a la magia del «no me va a tocar».

Toma el control

La conferencia inaugural del evento estuvo a cargo del Doctor en Ciencias Luis Estruch Rancaño (hoy profesor de la Escuela Latinoamericana de Medicina y por varios años viceministro de Salud Pública), quien la dedicó al pensamiento salubrista de Fidel Castro y su visión para garantizar que Cuba dedicara todos los medios posibles para conocer y controlar la epidemia desde su debut criollo en 1986.

Por entonces se sabía muy poco de la evolución clínica del mal y el pronóstico de su propagación, pero el Minsap tenía el mandato de destinar toda la logística necesaria para atender los casos, pesquisar de forma activa a la población y a la par adentrarse en el estudio del virus y su comportamiento epidemiológico hasta hallar soluciones de control o erradicación viables para Cuba y otros países.

En exclusiva para JR, el prestigioso galeno aseveró que el mérito de exhibir una prevalencia promedio tan baja en la población cubana (0,1 por ciento) no es solo del Gobierno o del personal médico, como tampoco es exclusiva su responsabilidad en el sostenimiento de las acciones para acorralar la enfermedad antes de 2030, como promulga la ONU.

Desde el inicio se pudo ver el fuerte componente social de esta epidemia, pues no hay nada más viejo que las relaciones sexuales, aunque sus prácticas y tratamiento público hayan ido evolucionando, enfatizó el experto. «Los primeros que deben estar conscientes del peligro que entrañan las relaciones desprotegidas son los individuos, cualquiera sea el tipo de parejas que conformen».

Sobre todo deben llamarse a capítulo quienes integran los grupos considerados vulnerables (más por razones culturales que biológicas), cuya tasa de prevalencia es muy superior al promedio, como los hombres que practican sexo a riesgo con otros hombres; las mujeres que no usan condón sin garantía de exclusividad sexual con su pareja, incluidas las transexuales; adolescentes y jóvenes que exploran prácticas eróticas irresponsables y personas que se dedican al sexo transaccional y no incluyen en sus negociaciones el uso del condón para todo tipo de penetración y sexo oral.

Desde hace tres décadas, el programa cubano de enfrentamiento al VIH involucra a otros sectores de la sociedad, como el sistema educativo y el de turismo, los medios de comunicación, los CDR, la FMC… «Todos los recursos se han puesto en función de diagnosticar y cuidar a pacientes de manera gratuita, pero no es una epidemia estatal ni gubernamental, sino social. Somos los seres humanos quienes la transmitimos y nos corresponde de manera individual la máxima responsabilidad de minimizar el riesgo», recalcó Estruch.

A pesar de los 400 millones de pesos y la ayuda exterior (111 millones de dólares) que el país destina a sostener gratuitamente las acciones del   programa, pareciera que la sociedad está desprotegida ante una enfermedad que pasa por la elección muy personal de lo que cada quien hace en la intimidad, y sobre todo por la manera en que reafirmamos nuestros patrones de lo que es ser mujer o ser hombre en el contexto actual.

Pero hay «vacunas» y «anticuerpos» sociales disponibles en cada rincón del país, iniciativas que van desde la consejería profesional cara a cara, las pruebas rápidas y las labores de promoción entre pares, hasta las consultas telefónicas o a través de las redes sociales, los espacios periodísticos, material impreso o audiovisual, concursos, aplicaciones para celulares...

El llamado de hoy es a multiplicar la alfabetización en salud y penetrar otros escenarios donde los estereotipos patriarcales hacen difícil investigar la diversa y polémica realidad o fomentar el autocuidado, como el deporte profesional, la vida religiosa, las instituciones penitenciarias, la actualización jurídica y económica de la nación... El 14to. simposio dio pistas magníficas en ese sentido. Esperemos qué trae 2018 para celebrar los Quince.

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