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No tengo problema que yo conozca y tampoco una erección óptima

Para que acontezca la erección se necesita de un cuerpo subjetivado, y un organismo con buen funcionamiento de sus sistemas neuro-sico-endocrino

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

N.J.: No tengo diabetes, colesterol ni otro problema que yo conozca y no tengo una erección óptima. ¿Cómo me pueden ayudar? Soy un hombre de 56 años edad.

Debes acudir al médico y plantear tu preocupación para que realmente puedan realizar los exámenes pertinentes que descarten los problemas de salud. También existen los sicólogos que podrán escucharte en relación a esta erección que consideras «no óptima». Existen tratamientos posibles para disfunciones eréctiles.

Para que acontezca la erección se necesita de un cuerpo subjetivado. El organismo debe tener un buen funcionamiento de sus sistemas neuro-sico-endocrino, el circulatorio, muscular... Además, se precisa que aparezca ese estímulo suficientemente efectivo según lo que le marcó en su historia, las condiciones que despiertan su goce, y la disposición para entregarse a esta experiencia. Hay acontecimientos que tocan el cuerpo, sin siquiera darnos cuenta de lo sucedido.

Caricias, imágenes, palabras, voces, olores... en la escena de nuestras fantasías puestas en acción. La otra persona puede ser ese medio por el cual se experimenta el goce en el cuerpo propio que, sin ser tan óptimo, completo, proporcional a nuestras fantasías, puede ser satisfactorio.

Si algo del engranaje cuerpo, subjetividad, vínculo se obstaculiza, se limita el funcionamiento erótico, con consecuencias en la erección, entre otros procesos. Es ahí donde se precisa consultar a los especialistas pertinentes.

El funcionamiento del organismo es una parte básica, pero no es suficiente. Hay muchos otros detalles de la situación, que deben sumergirlo en la experiencia erótica, de la cual surge la erección como un producto. Tal vez sea preciso preguntarse también por este otro funcionamiento de su lazo con la otra persona y las sensaciones que en ese vínculo lo ilusionan hasta llegar a vivificar su cuerpo.

 

Mariela Rodríguez Méndez, máster en Sicología clínica

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