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Polos opuestos, desastres iguales

La Tierra se calienta y otros demonios la amenazan. Ya no solo de dióxido de carbono (CO2) se trata

 

Autor:

René Tamayo León

La situación se está complicando todavía más. Una investigación científica acaba de determinar que el ozono (O3) es el agente dominante del cambio climático en el hemisferio sur. Es decir, ya no solo debe hablarse de emisión de gases de efecto invernadero cuando de calentamiento global se trata.

Hasta ahora el príncipe negro era el dióxido de carbono (CO2). Mas la entrada al escenario del O3 introduce una nueva variable de análisis; otro punto en las agendas del debate ambiental y en las mesas internacionales de negociación —las cuales, por cierto, han dado resultados muy magros.

«Es ridículo dudar de que la Tierra se calienta; ningún científico lo hace», decía recien-temente en una entrevista Phil Jones, líder de la Unidad de Investigación del Clima de la Universidad británica East Anglia.

Fue protagonista del Climagate, una falsa filtración de documentos antes de la cumbre climática de Copenhague (Dinamarca, 2009), mediante la cual aparentemente su equipo magnificaba el cambio climático. Tras ser restituido en su cargo, luego de una inquisitoria investigación, Jones se ha convertido en otro ícono de la comunidad científica internacional.

Su caso sirvió para afianzar el consenso mayoritario de los expertos sobre el calentamiento global, el cambio climático y la responsabilidad de la civilización en un desastre de incalculables consecuencias y en el que la propia especie será la víctima primera. ¡Perdón! Ya lo es.

El ozono también

El «ozono es el agente dominante del cambio climático en el hemisferio sur». Lo afirmó un estudio de la Universidad de Columbia (EE.UU.) liderado por la profesora Sarah Kang y publicado la semana anterior en la revista Science.

Los «acuerdos internacionales que regulan el cambio climático no pueden limitarse a tratar con el dióxido de carbono», agregó la experta. «La disminución de la capa que protege al planeta de los rayos ultravioletas también debe ser tomada en cuenta», alertó.

Es una vieja verdad que este manto —fundamental para el éxito de la vida en la Tierra— enflaquece. Y también que no es un proceso natural. Constituye un resultado de la emisión a la atmósfera de clorofluorocarbonos, usados en diversos quehaceres industriales y en equipos domésticos.

El proceso de delgadez de la capa de ozono en el Polo Sur se ha mitigado. Pero hasta un punto. Ha sido gracias al Protocolo de Montreal (1987), que trazó como objetivo «reducir la producción y consumo de químicos que destruyen el ozono, como clorofluorocarbonos y halones», recordaba el mes anterior la Organización Meteorológica Mundial. Sin embargo, aún falta mucho en este camino.

Se puede lograr. Cuba lo ha demostrado. Pero los intereses de las grandes corporaciones mundiales no han podido ser totalmente embridados. Además de que la resistencia de los compuestos de este tipo ya emitidos demorarán en desaparecer.

«Es sorprendente que el hueco de la capa de ozono, ubicado tan alto en la atmósfera sobre la Antártida, pueda generar un impacto que llegue a los trópicos y afectar allí las lluvias», dijo Kang.

«Este descubrimiento podría revolucionar la estrategia de lucha contra el calentamiento global, ya que el hueco en la capa de ozono es un factor importante en el sistema climático del planeta», estimó Lorenzo Polvani, otro miembro del equipo también citado por la agencia Reuter en su reseña del artículo al respecto publicado en la revista Science.

Los resultados obtenidos por la Escuela de Ingeniería y Ciencia Aplicada de la Universidad de Columbia son los primeros que vinculan la disminución de la capa de ozono con el cambio climático.

Es una investigación pionera, las que de seguro vendrán quizá arrojen resultados más espeluznantes. Esperemos…

América Latina es la región donde se verifica con mayor contundencia esta tesis de la Universidad de Columbia. Constituye, además, una comunidad de naciones donde el cambio climático se ha desatado con fuerza en las últimas tres décadas.

«El número de latinoamericanos afectados por desastres naturales aumentó ocho veces en los últimos 30 años, lo que muestra la creciente vulnerabilidad de la región ante estos procesos».

Así quedó plasmado en un reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

«El número de personas afectadas por las temperaturas extremas, incendios forestales, sequías, tormentas e inundaciones pasó de cinco millones en la década de los 70 a más de 40 millones en la última», afirman ambos organismos.

Estas agencias de la ONU también dieron cuenta que el número de tormentas ocurridas entre los años 2000 y 2009 se multiplicó por 12 en relación con las que se presentaron entre 1970 y 1979. Y en este mismo período las inundaciones se cuadruplicaron.

La investigación detalla que los eventos climáticos extremos muestran una correlación (probablemente no lineal) entre las emisiones de gases de efecto invernadero, los aumentos de temperatura, el incremento de la intensidad de los huracanes y el alza en el nivel del mar, indicaba un reporte de la agencia EFE.

Este documento se publicó meses atrás. Fue a propósito de la Cumbre sobre el Cambio Climático celebrada a fines de año en Cancún, México. Lo traemos a colación porque ahora habrá que agregarle el nuevo hallazgo sobre la capa de ozono.

Resumen: lo del cambio climático pica y se extiende. La ciencia sigue aportando nuevos elementos y nuevos protagonistas. Esta «película» es larga y compleja…

Asuntos de polos

De la Antártida —escenario principal de las elucubraciones de arriba— también nos llega otra noticia: Las poblaciones de pingüinos Adélie y Barbijo o «cara marcada» han declinado en un 50 por ciento en años recientes como consecuencia de la reducción del krill antártico, su principal alimento.

Un estudio del Centro de Ciencia Pesquera Suroeste La Jolla (EE.UU.) determinó que las condiciones climáticas favorables y la menor competitividad por el krill aumentaron el número de pingüinos en la región entre los años 30 y 70 del pasado siglo; sin embargo, de entonces a acá, debido al ascenso de las temperaturas y la mayor competitividad entre los mamíferos marinos, podría haber disminuido la densidad del krill hasta en un 80 por ciento.

Un artículo en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences reseñado por la agencia Europapress, sugiere que los declives en la población de pingüinos coinciden con la reducción de estos crustáceos.

En el Polo Norte la situación no es mejor. La próxima semana sabremos más. Entonces se realizará una reunión de cancilleres de las ocho naciones árticas (Canadá, Dinamarca —con jurisdicción en Groenlandia e islas Feroe—, Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia, Suecia y Estados Unidos). Los mantendremos informados.

Por ahora recuérdese que:

•En los últimos 30 años el espesor del hielo ártico se redujo en 50 por ciento.

•Solo en la zona ártica de Rusia los cazadores matan por año entre 200 y 300 osos polares.

•Las principales fuentes de contaminación de la región ártica son la explotación industrial (en especial la petrolera) y el transporte (las flotas petroleras).

•No pocos expertos estiman que el Ártico pudiera quedar totalmente libre de su capa de hielo para el 2070.

•Lo que pase en los polos impactará a todo el planeta.

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