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Trámites de nunca acabar

Qué curioso: ya apenas se mencionan la agilización y la simplificación de los trámites de la vivienda, luego de un maratón propagandístico atorrante, que parecía nunca acabar. ¿Se habrán acelerado y reducido en tiempo y volumen? No me atrevo a responder con propiedad, pero al menos revelo testimonios de otros que han naufragado entre dilaciones y alevosos burocratismos.

¿Qué dirá Juan Ávalos, quien me escribe desde Avenida 58 número 3706, en la ciudad de Cienfuegos? Casi provoca con su primera pregunta: «¿Qué medidas van a tomar con aquellas instituciones como la Vivienda, donde para cualquier trámite hay que visitarla múltiples ocasiones para que un documento pueda estar?».

Relata Juan que, luego del fallecimiento de su mamá, lleva casi un año intentando hacer un traspaso de la propiedad de la casa a nombre de su papá. Y aún no lo ha logrado.

Tuvo que solicitar una resolución de límites y linderos, que demoró cerca de seis meses. Y cuando al fin apareció, no tenía el valor de la vivienda, requisito imprescindible. Allá fue Juan a devolverla, y a solicitar lo que debieron haber tenido en cuenta desde un principio: el valor. Ya de eso han pasado casi cuatro meses, y cada semana Juan se aparece por Vivienda, para constatar que, una vez más, no está concluido el documento.

Ahí no queda todo. Tuvo que solicitar a la Notaría una prueba testifical, por lo cual pagó un sello de diez pesos. Y cuando vino, también estaba mal. Tuvo que solicitarla de nuevo y pagar el sello una vez más, aunque no fuera su culpa.

«La cuestión —señala Juan—, es que desde el mes de marzo estoy en esos trámites y aún no he tenido respuesta a ninguno de los documentos que solicito. He pedido despacho con el director de Vivienda, y cuando no aparece donde lo anotan es que no está dando despachos».

Pero Juan ve el asunto más allá de su caso: «En eso hay muchas personas, pues las he visto y oído cuando visito el lugar. Y somos muchos los trabajadores que tenemos que ir una y otra vez en busca de un documento, cuando queremos hacer las cosas como están establecidas por la Ley».

La historia que narra Yanelis Pierre Téllez es lo de nunca acabar. Y ella no sabe si la responsabilidad es de la Dirección de Vivienda o del Banco Popular de Ahorro.

La lectora, quien reside en calle 51 número 1446, en el reparto Abel Santamaría de Nueva Gerona, en la Isla de la Juventud, cuenta que su abuelo comenzó a pagar su casa en 1971, y cuando se jubiló en 1992, la vivienda pasó a régimen de propiedad, para seguir amortizándola en el Banco Popular de Ahorro. Pero, a partir de entonces, el Banco puso a pagar desde cero.

«Se pasó 20 años pagando la mensualidad de la vivienda —remarca—, y no se lo reconocieron. ¿Ese dinero que desembolsó todo ese tiempo perdió su valor, se pudrió en el Banco, o es que en esos años se pagaba con otra moneda?».

La tercera misiva la envía Daysi Chávez Ávila, vecina de Hermanos Lotty 21, entre Milanés y William Soler, en la ciudad de Bayamo, provincia de Granma. Ella fue profesora y en julio pasado se jubiló.

El asunto es que desde 1981 la parte de arriba de su vivienda se encuentra en construcción. Los han apuntado en listas que ya nadie se acuerda. En cierta ocasión fueron a su casa con una de esas listas: era para priorizar a los trabajadores de Educación y Salud en la asignación de materiales. Pero nada llegó nunca.

Y en abril pasado visitó su casa un inspector de Vivienda para verificar y firmar unos papeles como constancia de que se habían recibido materiales. «Pero esos materiales —aclara Daysi— nunca llegaron y no se sabe el rumbo que tomaron».

El inspector redactó una queja y le dijo que luego le respondería. ¿Luego? Han transcurrido varios meses y aún no tienen respuesta. «Los días siguen pasando y la vivienda continúa igual que en 1981, cuando se inició».

Daysi se pregunta, y cualquier persona en su lugar lo haría, hasta cuándo una entidad puede desentenderse de las reclamaciones y trámites de los ciudadanos; hasta qué punto una entidad puede tensar la paciencia de los que esperan, sin una información transparente y precisa.

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