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¿Computadoras mentirosas?

Es el colmo. Ahora resulta que las computadoras, esos supuestos portentos de la agilidad, la comunicación y la eficiencia para cualquier servicio, cargan con la culpa de los desaciertos.

¿Quién lo iba a decir? ¿Será que los software y los hardware traen genéticamente el gen de la disociación y el incumplimiento? ¿Se marearán esas mágicas procesadoras, creyéndose cosas? ¿Tendrán el virus de la mentira y el engaño?

Norma Lazo Wilson no sabe qué pensar, allá en su nueva vivienda en Callejón Loredo 490, altos, entre Loredo e Hinal, en el reparto Unión del municipio capitalino de Regla.

Hace dos años que Norma se mudó para esa dirección, y desde entonces ha visitado más de 30 veces la Oficina Comercial de ETECSA, para solicitar el traslado de su teléfono hacia allí. Siempre le dan justificaciones.

El pasado mes de julio le comunicaron a Norma que debía esperar hasta el próximo año para dicho traslado. Y el 28 de agosto, cuando retornó a ratificar su demanda, para su asombro le comunicaron que, de acuerdo a los datos de la computadora, ese traslado ya había sido ejecutado.

Norma pregunta: ¿A quién fue trasladado dicho número, si yo sigo sin servicio? ¿El registro de control de la calidad en la atención y respuestas al cliente en la Oficina Comercial de ETECSA en Regla es confiable? ¿Por qué un traslado dentro del municipio lleva tanto tiempo de espera?

Y en la comunidad Salvadora, de Quemado de Güines, en la provincia de Villa Clara, Belkis Galloso cuestiona por qué cierta computadora es tan excluyente que los dejó botados a ella y a otros cuatro vecinos.

Relata Belkis que en diciembre de 2006, se informó que en su comunidad habían asignado teléfonos de 400 minutos, y de ellos, cuatro se repartirían en su CDR. Belkis estaba entre los cuatro vecinos que fueron beneficiados. Ya hace más de cuatro meses se entregaron dichos servicios, pero los de su CDR no.

Cuando les avisaron que habían sido seleccionados, fueron al sitio con los otros beneficiados, y resulta que no aparecían en el listado. Se encomendaron al Gobierno municipal, y allí les comunicaron que «no cupieron en la computadora». (¿...?)

Retornaron una segunda vez y tampoco aparecían en la lista. Se dirigieron a la Dirección Municipal de los CDR, pues en el Gobierno les habían dicho que la primera lista se había extraviado.

Y en los CDR, quien les atendió les manifestó que eso no era cierto. Para convencerlos, los buscó en esa primera lista y en la computadora. De allí continuaron llamando al Gobierno, pero entonces les dijeron «que los papeles ya estaban para ETECSA, pero que en esos meses los encargados estaban de vacaciones...».

Cansados ya, un buen día apareció por el barrio el compañero que los atiende por el Consejo Popular, y les dio el mazazo, cuando señaló que en el municipio, al final, hubo un déficit de teléfonos.

Belkis no concibe cómo se van a equivocar así: decir una cifra primero y luego «otorgar» más de lo que podían, para engaño de quienes al final fueron y no fueron beneficiados. Tal irregularidad la elevaron a los niveles provinciales, y les comunicaron que debían esperar 60 días para la respuesta. El último intento fue una llamada al Gobierno municipal, sin decir que ya habían acudido a la provincia y a ETECSA de Sagua la Grande, donde les habían asegurado que los teléfonos asignados a Quemado de Güines ya se habían repartido. Curioso: en el Gobierno municipal les informaron que la lista con los nombres de los pendientes la habían enviado a la capital.

Para Belkis, la lista no cuadra con el billete, y de una parte u otra hubo mentiras. Mentiras en forma de teléfonos. Asignaciones fantasmas.

¿Qué sucedió realmente?

¿Serán veleidades de las computadoras o errores en el «disco duro» de los seres humanos?

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