Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Planillas perdidas

No es la primera vez que esta columna refleja irregularidades en torno a la sustitución de equipos electrodomésticos. Ahora me escribe Francisco Martín Hernández, vecino de calle B, Edificio 4, apartamento 2213, entre Primero de Mayo y Primero de Junio, en el Barrio Obrero, municipio capitalino de San Miguel del Padrón. Y lo hace para denunciar «el mal trabajo realizado con respecto al cambio de televisores viejos por nuevos» en ese territorio. Cuenta Francisco que «el fin de semana fueron a esa localidad a hacer el cambio, y solo a una pequeña parte de los que estaban censados se les cambió». Y la explicación fue que las planillas se habían extraviado. Francisco se dirigió al Puesto de Mando de los Trabajadores Sociales en el municipio, y la respuesta que le dieron es que hay que hacer otra vez el censo y «esperar». Pero Francisco, ducho en experiencias cotidianas, es bastante suspicaz con razón cuando valora «en qué se convierte la palabra esperar cuando de mal trabajo se trata».

Dieron y esperan: Felicia Domínguez es una campesina de la comunidad Valle Elena, de Santa Cruz del Norte, provincia de La Habana. Y me escribe en nombre de un grupo de agricultores que entregaron sus tierras para colectivizarlas, y se incorporaron a las tareas de la Revolución. Relata la señora que, en aquel momento, la pensión que les otorgaron era modesta, pero justa para entonces. Y, sin embargo, ahora percibe que siguen aumentando las pensiones de los jubilados del sector estatal, y ellos ven devaluarse cada vez más la exigua suma que reciben. «No quiero morirme pensando que se han olvidado de los que un día entregaron lo que tenían y se incorporaron a la lucha diaria», concluye Felicia.

Restaurantes soñolientos: Dany García Montes, vecino de Finca María Adela, en Camajuaní, Villa Clara, y estudiante de la Universidad de Ciencias Informáticas de La Habana, se cuestiona con razón por qué los restaurantes que operan en moneda nacional en la capital cierran tan temprano. Una noche, a las 10 y 20 p.m., comenzó a buscar donde cenar muy cercano a La Rampa, y, lamentablemente, por una razón u otra, varios de ellos habían cerrado sus servicios. Él no se lo puede explicar, como nadie lo entendería. La Habana, como ciudad cosmopolita, necesita con urgencia que se revisen ciertas solemnidades y horarios dictados por años muy difíciles, pero ya superados. Es hora de ofrecerle a la gente servicios trasnochados.

Siguen demandas talla extra: Aunque nadie nos responda, ni el Ministerio de Comercio Interior ya emplazado aquí otras veces, continuamos reflejando los desasosiegos de personas con tallas fuera de lo común que no encuentran en el mercado productos que les satisfagan. Blanca Lidia González me escribe desde calle D número 22, entre A y Coronel Quincose, en Guayos, Cabaiguán, provincia de Sancti Spíritus: el calzado femenino en venta llega apenas al número 41, y tanto ella como otras mujeres que calzan tallas superiores sufren mucho: ni en la llamada shopping en divisas, ni los artesanos que fabrican calzado. ¿Será que las de grandes dimensiones no cuentan?

Deprimentes cloacas: Maritza Margarita Arteaga me escribe desde San José 669, entre Gervasio y Belascoaín, en Centro Habana, para denunciar la suciedad que caracteriza al barrio Dragones: las cloacas están tupidas de basura y con pestilencia. Hay focos de mosquitos peligrosos. Pudrición. Hay ciudadanos que no respetan las normas de higiene y nada les sucede. Maritza llama a la reflexión, pero este redactor piensa que ya superamos la etapa de las exhortaciones. Hay que exigir: a quienes deben regularmente recoger los desechos, y a muchas personas que no tienen la más mínima consideración con la ciudad, y debieran ser sancionadas con fuerza.

Errata mía: Hoy quiero concluir disculpándome con los lectores, porque días atrás situé a la localidad de Fomento en la provincia de Villa Clara, cuando pertenece a Sancti Spíritus. Quizá me traicionó la antigua configuración de Las Villas, lo cierto es que erré. Lo importante es que los de Fomento nunca se ofenderían porque les llamen villaclareños, porque Cuba es una sola. Ventaja de un país pequeño, fuerte y homogéneo, sin balcanismos.

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