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¿Sin solución?

El 9 de abril de este año, la habanera María Elena Ruiz daba cuenta en estas líneas de los excesos decibélicos en el patio de la Casa de Cultura cercana a su hogar.

Explicaba entonces la residente en calle 74, No.4718, en San José de las Lajas, que ella y sus vecinos llevaban diez años sufriendo los altos niveles de ruido generados en el local, originalmente no creado para poner música.

«En un fin de semana han hecho actividades el viernes, el sábado y el domingo, empezando desde las 4:00 p.m. y hasta las 11:00 p.m. Todas tienen como punto común una gran dosis de reguetones. En otra ocasión una orquesta profesional empezó a las 10:00 de la noche de un domingo. Los vecinos tenemos derecho a oír la música que queremos y a poder descansar o ver televisión», se quejaba María Elena.

También afirmaba que en el referido patio se habían efectuado «hasta festivales de rock, con un nivel de audio que podría utilizarse en una plaza».

Aunque con retraso nuestro, hoy publicamos la respuesta enviada por Norberto Jacinto Barrueta, director de Cultura en el municipio de San José. Explica Norberto que durante un período de tres meses (enero-marzo de 2009) el patio de marras «le fue prestado a ARTEX para realizar sus bailables, pues el área que ellos tenían destinada para esto fue retirada por la molestia que causaba a los enfermos del hospital cercano».

En estos momentos, asevera, ARTEX recibió un local en las afueras de la ciudad que le permite efectuar sus bailables con audio de diez kilos de potencia o más sin afectar a la población.

Argumenta también el Director que Cultura realiza sus actividades mayores en la plaza de la localidad, pero las de mediano formato —llevan uno o dos kilos de potencia de audio— se efectúan en el patio de marras. Con esta acción, Cultura no viola nada de lo establecido legalmente, enfatiza.

Y a continuación hace el funcionario «aclaraciones de algunas ideas aparecidas en el periódico». «La Dirección de Cultura… tiene un conjunto de técnicos, especialistas calificados… para realizar programación de actividades y determinar si una actividad se puede considerar o no con valor cultural. Nuestro sector no subestima y por tanto no rechaza ningún género, en ninguna de las manifestaciones (incluyendo el rock y el reguetón)… Nos toca a nosotros promover lo mejor de cada género».

Y agrega que la Casa de Cultura tiene entre sus lineamientos metodológicos poner audio con música durante el día, independientemente de la programación que realiza en su patio, fundamentalmente los fines de semana, en horarios nocturnos.

Cambiar las actividades para otro lugar —finaliza Norberto— traería quizá la posible queja de otro vecino. «Esta información fue entregada por escrito a la compañera que planteó su queja… Ella escuchó y comprendió nuestro criterio, pero quedó claro que su problema no fue solucionado».

Agradezco mucho la misiva de Norberto Jacinto Barrueta, pero me gustaría comentar algunos elementos. Nadie duda lo difícil que resulta complacer los intereses y preocupaciones de una comunidad. Sin embargo, no se debe renunciar nunca al consenso, al difícil e imprescindible equilibrio.

Por otra parte, no dudamos de que los especialistas de la Casa de Cultura estén facultados para determinar qué actividad debe o no realizarse; pero también han de estarlo para comunicarse armónicamente con los vecinos de la localidad, hacerlos parte de los proyectos, y que estos no se sientan agredidos. Cuando alguien escribe a un periódico, después de múltiples gestiones, algo está fallando.

En cuanto a los géneros musicales, de acuerdo: ninguno es malo o bueno per se; ahora, existen algunos que por sus características son más fuertes, más estridentes, que el resto. La clave estaría en combinarlos todos y que los disímiles gustos queden lo mejor satisfechos posible.

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