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Los enormes huecos de la inconstancia

Desde el poblado de San Andrés, municipio de Holguín, el lector Amable Martínez (Avenida de los Mártires No. 34) denuncia un ejemplo elocuente de los disparates y zigzagueos de la política inversionista en Cuba, tan severamente criticados por la máxima dirección del país.

Cuenta Amable que en el segundo trimestre de 2010, supuestamente para iniciar la reparación de la carretera que une a esa comunidad con la ciudad de Holguín, una brigada de Viales cortó el pavimento en unos 11 kilómetros, de los 19 que tiene. Los pobladores se animaron poco tiempo, porque unos días después los ejecutores abandonaron la labor, dejando los huecos en las condiciones que estaban: cortados y mucho más profundos.

Por las pésimas condiciones en que quedó trunca la carretera, y también «por las infructuosas gestiones realizadas con el Gobierno de la localidad», hubo que pagarle  a un jubilado para que, con sus propios esfuerzos, rellenara los huecos abandonados.

El problema se planteó en las reuniones de rendición de cuentas. En una de ellas, un elector sin pelos en la lengua dijo que era injusto haber roto la carretera y luego dejarla indolentemente así; pero que eso tenía un responsable, quien debía responder por el incumplimiento.

Días después recibieron la respuesta de Guillermo Wiliam Rojas y Manuel Pérez Godales, jefe del Departamento de Inversiones y director, respectivamente, de la Unidad Presupuestada de Servicios Comunales de Holguín. «De forma escueta —precisa Amable—, dieron una pequeña explicación de la proyección de reparar la carretera; pero sin reconocer la responsabilidad que se exigía en la asamblea de rendición de cuentas». Y precisa que los firmantes aclaraban: «Si se aprueba el asfalto, le haremos el bacheo».

Agrega el remitente que en la carta de los directivos se precisa que la reparación se proyecta teniendo en cuenta que se inaugura el polo viandero La Yuraguana, y para trasladar los productos del agro se requiere la obra de la carretera.

El 2 de diciembre de 2010 la alegría se abrió camino entre los pobladores de San Andrés: la brigada de Viales comenzó de nuevo a cortar la carretera, esa vez abriendo huecos de más de diez metros cuadrados. Pero, como un sino trágico y burlesco, la brigada abandonó las labores cuatro días después de iniciadas. «Y hasta el sol de hoy no la hemos vuelto a ver», sentencia el poblador.

Amable conoce que el país tiene una situación económico-financiera difícil, y que el presupuesto está un poco limitado. Pero precisamente por eso pregunta: «¿Por qué romper la carretera si no van a arreglarla de una vez? ¿Conocían los directivos que enviaron la misiva a los electores que se estaba realizando la reparación, cuando su carta está fechada el 8 de diciembre, más de seis días después de haberse iniciado el corte de la misma? Si lo conocían y todavía no se había aprobado el asfalto, ¿por qué romper la carretera para dejarla mucho peor?».

Amable manifiesta que iniciar una reparación sin contar con los recursos necesarios denota, entre otras cosas, falta de organización del trabajo. Y ejemplifica: dos de los compresores utilizados en el corte permanecieron a la intemperie en un potrero de una casa en la localidad de Purnio más de 20 días después de abandonadas las labores. «Pienso que no los necesitaban, y que nunca los responsables evaluaron la posibilidad de deterioro y pérdida de equipos tan costosos», afirma.

Según Amable, luego del corte de la carretera se han producido varios accidentes e incidencias del tránsito.

La última sesión del máximo órgano de Gobierno cubano fue, en las postrimerías del 2010, sumamente crítica con las mediocridades e ineficiencias de la política inversionista, y lanzó mensajes de que no van a permitirse tales desastres. Ojalá que en el 2011 no haya que revelar aquí, una vez más, tales penosas historias.

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