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Quedaron fuera

Alberto Vialat, Olexeider Columbié, Jorge Luis Álvarez, René Guerra y Maximiliano Morales son choferes de la Empresa ECAL 4, sita en Porvenir No. 1366, entre María Auxiliadora y Kessel, reparto Víbora Park, en el municipio capitalino de Arroyo Naranjo. Más bien eran porque —según cuentan— les aplicaron una medida que infringe la legislación laboral.

Refieren ellos que llevan años en esa entidad, algunos con más de 20. Y por tener sus vehículos rotos, la administración decidió que se sumaran como apoyo a la campaña antivectorial contra el mosquito Aedes aegypti. Cumplieron la encomienda con disciplina durante más de siete meses.

El problema es otro, y muy serio: mientras esos cinco trabajadores cumplían la labor asignada, la ECAL 4 contrató personal nuevo para ocupar sus respectivas plazas. Ahora han resultado disponibles ellos, que nunca han sido sancionados ni alertados por mal comportamiento o problemas en el trabajo. La Empresa les pagó el salario correspondiente al mes de abril al 60 por ciento, y ya en mayo fueron dados de baja. Todo se hizo —afirman— sin antes comunicárselos ni tampoco reunirse el Comité de Expertos.

«¿Cómo es posible que trabajadores de hasta 30 años de servicio ininterrumpido en el sector, con excelente conducta laboral, sean dados de baja sin explicación alguna?, ¿cómo es posible que la administración de una empresa tome medidas arbitrarias con sus trabajadores?», preguntan.

¿Imperfecto perfeccionamiento?

El título lo aportó el propio Osvany Echeverría Bolaños, residente en Calle Félix Varela Final sin número, entre Circunvalante y Vaquería, en la ciudad de Sancti Spíritus; ingeniero que se desempeña como Especialista B en obras de arquitectura de la UEB (unidad empresarial de base) 2 Obras Varias, perteneciente a la Empresa Constructora de Obras de Arquitectura 49 (ECOA 49), entidad subordinada al Ministerio de la Construcción que está aplicando el perfeccionamiento empresarial.

Cuenta que en la brigada de montaje industrial donde labora, el pasado 5 de abril todos sus integrantes fueron penalizados salarialmente. Y el 20 de abril continuaron las penalizaciones. En el caso de Osvany, utilizaron el dinero correspondiente a sus vacaciones para pagar sus retenciones con el Banco (créditos y pensión alimenticia). Y su salario trabajado durante toda la quincena fue también penalizado: solo cobró 16,50 CUP. También le comunicaron que aún debe la cuantía de 100 CUP.

Para colmo, a él lo penalizaron como si desempeñara una ocupación de inferior grupo salarial: le pagaron como especialista, pero lo penalizaron como jefe de cuadrilla, cuyo salario depende de la producción que haga la brigada que se le subordine.

El 22 de abril los miembros de la brigada fueron a la reunión de producción de la empresa, donde se encontraban los integrantes del Consejo de Dirección, los directores y jefes de Recursos Humanos de las UEB. Allí manifestaron su inconformidad con las penalizaciones y exigieron que les mostraran las leyes o resoluciones en que se basaban para afectar al trabajador, cuando no se trataba de desaprovechamiento laboral u otros incumplimientos.

Relata el remitente que, en la reunión, el Director General de la Empresa indicó que se debía revisar y dar solución a tal problema, mas no especifica qué argumentos o explicaciones se dieron para la decisión que tantos quebraderos de cabeza ha traído.

Pero pasan los días y semanas y no se ha rectificado la medida. El 17 de mayo, cuando Osvany me escribió, no se había devuelto aún el salario penalizado. «Y el cambio sí acontecido —afirma— fue la desintegración temporal por el Director de la UEB de la única brigada de montaje industrial, y la ubicación de sus miembros en diferentes obras».

Refiere el ingeniero que «en nuestra UEB se ha hecho frecuente que el día 5 de cada mes haya trabajadores que devenguen pequeñísimos salarios. Y en el caso de la brigada de montaje llevábamos más de un año cobrando el salario básico. Pero esto cambió de un mes a otro y, sin embargo, los indicadores del primer trimestre de 2013, informados a Estadísticas, dicen, entre otros aspectos, que el salario medio se mantiene en más de 500 CUP, la productividad está bien, disminuyen los inventarios y hay utilidades».

Al final, Osvany se pregunta: «¿Qué culpa tiene un obrero de la inexistencia de obras que ejecutar; o de la inestabilidad en la llegada a las obras de los recursos necesarios para que él pueda producir (herramientas, materiales, transporte…); o de que lo manden a ejecutar trabajos que no dan para garantizar el salario básico de una persona?».

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