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Impagos, ¿hasta cuándo?

Un total de 58 058 pesos con 39 centavos. Esa cifra, que bastante pesa, es la deuda que desde hace algún tiempo sostiene la Empresa Agropecuaria Amancio Rodríguez con el campesino tunero Yordán Castillo Gallart (barrio La Estrella, s/n, municipio de Amancio).

Cuenta que el 27 de enero de este año formalizó con la mencionada institución un contrato por la venta de 46 cabezas de ganado vacuno. «A tales efectos firmamos (el representante de la empresa y yo) dos facturas, una que corresponde a la venta de 17 cabezas de ganado por la suma de 17 953,48 CUP, y una segunda, correspondiente a 29 cabezas de ganado, que representaba una suma de 40 104,91 CUP», afirma Yordán.

Pero pasaron los días, las semanas, los meses, y la Empresa sigue sin amortizar la deuda con este ganadero. «El atraso provoca demoras en el pago que tengo que hacer al Banco por concepto de un crédito, cifra que crece al verme obligado a faltar yo al plazo de la liquidación», se duele el remitente.

«Considero que el incumplimiento de la Empresa Agropecuaria Amancio Rodríguez viola el marco jurídico del contrato firmado conmigo y pone en tela de juicio la seriedad de la entidad para formalizar compromisos legales, independientemente de los perjuicios que ocasiona a mi economía personal. ¿Hasta cuándo los campesinos seguiremos sufriendo desmanes e incumplimientos de esta índole?», inquiere finalmente el lector.

No hay que agregar mucho más. Solo el contrasentido de que se esté intentando estimular la producción agropecuaria del país y prosigan desestímulos como este. ¿Qué dicen los implicados?

Entrar al Calixto

Desde La Habana del Este acude la preocupación de Marcos A. Alfonso Suárez (apartamento 35, edificio A-42) y Basilio López Pérez (apto. 23, edif. A-31), ambos residentes de la Zona 1 de Alamar. Comentan los remitentes que a la población que vive en ese periférico reparto capitalino le corresponde el Hospital Calixto García para su asistencia médica especializada, y que un número considerable de las personas que habitualmente tienen que trasladarse por ese motivo son de la tercera edad.

«El ómnibus que más cerca los deja de dicho centro asistencial es el P-11, que los lleva hasta la calle G, donde ese hospital tenía una entrada; esta quizá no era oficial, pero a los enfermos les quedaba cerca el acceso…», sostienen Marcos y Basilio. Y continúan detallando que tras producirse el cierre de dicha puerta hace unos meses, los provenientes del este de la ciudad tienen que «caminar más de tres cuadras para llegar a la entrada principal, sin contar el regreso, después de ser atendidos (...), cuando son seis o siete cuadras para llegar a la parada cabecera del P-11, en G y 25. No siempre esas personas pueden disponer de 20 pesos para pagar un taxi “botero”», apuntan los lectores.

Cuentan, además, que al dirigirse al compañero Jefe de Tráfico del paradero de Alamar, este les refirió que con su queja ya sumaban 86 por el mismo motivo, solamente del reparto Alamar, y que él sabía lo difícil de la situación para los enfermos, pero le habían explicado que con esta medida «se evitaban las indisciplinas (en el hospital) (...), y que el P-11, por su tamaño, no podía detenerse en la entrada principal, tal y como lo hacen otras rutas, porque obstruye la vía».

Es correcto que se intente garantizar el orden, comprenden los afectados, pero también reclaman que se analice la situación para buscarles una solución a quienes deben acceder al centro hospitalario.

«No se debe olvidar que este hospital está compuesto por pabellones. Después de llegar a él, el paciente tiene que continuar caminando hasta el pabellón donde radican los facultativos de la especialidad por la cual será atendido», reflexionan los capitalinos.

Ante la misiva, no queda otra que buscar soluciones, las que a veces están al alcance con adoptar simples medidas. En ese sentido, la penúltima parada del P-11, en su recorrido de Alamar al Vedado, se pudiera pasar del costado de la Casa de la FEU a la que está situada casi antes de llegar a la entrada principal del Calixto. Por otra parte, a este redactor le surge la duda: ¿podría dejarse salir otra vez a los pacientes y enfermos por la puerta trasera del centro hospitalario, que conduce a la primera parada de dicha ruta en el viaje de regreso a casa?

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