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Interminable trámite

Serviría de guion para un filme de Tomás Gutiérrez Alea el diario que ha hecho Idelisa Medina Grille en una libretica, con las incidencias del engorroso e interminable trámite para actualizar la propiedad de la casa de su difunta madre, que inició el 30 de junio de 2016, y aún no ha podido concluir.

Idelisa, quien reside en 2da. no. 255, entre F y G, en el reparto La Cuba de la localidad santiaguera de Palma Soriano,  en estos casi tres años ha transitado en ese municipio, para traspasar la propiedad de la casa a su nombre, por el Bufete Colectivo, la Notaría, las direcciones de Vivienda y Planificación Física, sin resultado al final por un diabólico laberinto burocrático, marcado por irregularidades y chapucerías.

Refiere que el 26 de septiembre de 2018, al fin en Planificación Física le entregan toda la documentación y le orientan ir a Vivienda, pues allí continuaría el proceso para la nueva propiedad.

Allá va Idelisa, y la atiende una funcionaria llamada Susel. Le revisa los documentos, y le dice que están vencidos la declaratoria de herederos y los actos de última voluntad. Le orienta sacar la inscripción de nacimiento de su mamá, y con ella retornar a Planificación Física a enmendar errores en el nombre de la difunta. Y que además procurara el certificado de defunción y lo llevara al Bufete para solicitar nuevamente los actos de última voluntad.

Idelisa resuelve todo, y el 30 de noviembre, en el Bufete la atiende Dolores, quien le hace un nuevo contrato, y le comunica que espere de 15 a 20 días.

Le entregan el documento el 10 de enero de 2019, y con él fue a la Notaría el 15 de ese mes. Allí, la notaria Vivian le informa que el documento tenía problemas, los cuales nunca pudo conocer. Que volviera al Bufete a solicitarlo nuevamente.

Ese mismo día, en el Bufete, Dolores le hace un nuevo contrato, con la consiguiente espera de los 20 días. Y el 12 de febrero Dolores le comunica que la declaratoria de herederos caducó. Debe volver a la Notaría y localizar a María, quien fue la que tramitó la declaratoria. Que si no es ella, puede ser el jefe.

El 19 de febrero María no se ha reincorporado a su labor. Idelisa habla con el jefe de la Notaría, quien le dice que tiene que esperar por la notaria María. La solicitante sigue acudiendo. El 12 de marzo María revisa y alega que todo está bien, pero ha caducado el término y lo reclamará. Debe esperar no menos de 20 días.

El 1ro. de abril María le muestra que hizo la reclamación, y le dice que después del 9 de ese mes vuelva al Bufete con el certificado de defunción para que Dolores o Ana Digna le hagan de nuevo el contrato.

Llega al Bufete el 10 de abril y Dolores no se encuentra. La atiende Elizabeth, la jefa de las técnicas. Revisa, y el documento no ha llegado. Le sugiere que vuelva el 18 de abril. Así lo hace Idelisa, y la atiende Elizabeth: le explica que es conveniente esperar por Dolores, que retorne el 23 de abril.

Ese día la recepcionista le informa que Dolores continúa de certificado médico. Idelisa entonces se dirige a Elizabeth, solicitándole la atención de otra técnica. Esta le orienta a Ana Digna que la atienda, quien al explicarle el asunto, le dice que era factible esperar a Dolores, pero aún así la va a atender. Que el trámite demora, y debe llevar dos sellos de cinco pesos.

Ana Digna sale de la oficina y al retornar, encuentra a Idelisa escribiendo en su libretica. Esta intenta explicarle por qué lo hace, pero Ana Digna se altera y le dice que lo siente mucho pero no la va a atender, que espere por Dolores.

«Realmente, dice en su carta, no he vuelto por el Bufete. Demasiado maltrato recibimos los cubanos de a pie, como es mi caso: con 64 años, y para colmo débil visual. No sé si vale la pena continuar el trámite, pero sí creo que se debe analizar a la compañera que no sabe trabajar con el público», concluye Idelisa.

El burocratismo sigue en pie. Es muy duro de vencer.

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