Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Sin dieta, de su bolsillo

Yassel Escalona Cubenas (Capote 205, entre Zenea e Idalberto Tamayo, Bayamo) cuenta que es, en la brigada 6 de la Empresa de Construcción y Montaje de Granma, operador de la zanjeadora Ditch Witch RT 120, la única que tiene el Ministerio de la Construcción en esa provincia.

Y como no siempre esa zanjeadora tiene trabajo allí, presta servicios en otros territorios del país, a modo de alquiler. Explica que deben darle una dieta en CUP cada vez que se traslada a otra provincia a laborar con su equipo. Pero no es así. Ha reclamado muchas veces a su jefe, asegura, y su respuesta es que la empresa que alquila tiene que crearle a él todas las condiciones. Pero al final, ninguna lo hace, subraya el trabajador.

Él labora desde hace un mes en la provincia de Santiago de Cuba, y en todo ese lapso, dice, solo le han garantizado almuerzo los domingos en el local donde está hospedado. Tiene que costear su alimentación, aseo personal y lavado de ropa, y hasta el pasaje de ida y vuelta, pues ni el transporte garantizan. «Nunca he puesto negativa para laborar en otra provincia. Solo exijo mi derecho como trabajador», concluye.

Tengo la impresión de que con Yassel se está violando el Código del Trabajo de la República de Cuba.

¿No hay albergue para ellos?

Sulkary Michael Reinoso (Calle N No. 201, entre 19 y 21, Vedado, La Habana) relata que desde el pasado 5 de mayo están a la intemperie y sin solución aún los cercanos vecinos de la ciudadela sita en 19 No.3, entre N y O, que colapsó parcialmente ese día.

Son ocho familias, que permanecían hasta ayer en la mañana en la acera o en casas de vecinos, recibiendo el almuerzo y la comida que les proporciona el Consejo de la Administración Municipal de Plaza de la Revolución. Los escombros del edificio, que fuera declarado inhabitable en 2014, seguían allí, y la directora y el subdirector de la Vivienda municipal les dijeron a los afectados que en estos momentos no hay albergue para reubicarlos.

«Y mientras tanto, ¿qué harán esas ocho familias?  Demasiados sentimientos se agolpan dentro de mí, y ninguno, al escuchar y ver estas historias, me llena de orgullo. E imagino que esos vecinos estén peor, pues lo viven en carne propia. Al menos queda la esperanza de que alguien los escuche», concluye Sulkary.

Solicitan apoyo para su niño

El ruego de unos padres por su hijo pequeño siempre encontrará receptividad en esta columna. Incluso cuando parezca que no habrá solución, siempre se mueven corazones solidarios entre los cubanos.

Manuel García Ferrer (Presidente Gómez 1214, entre Céspedes y Alejandro Rodríguez, Florida, Camagüey) relata que su hija de nueve años, Melanys, padece una hemiparesia espástica. Y presenta un foco epiléptico que en estos momentos está controlado, debido al medicamento fenobarbital de cien miligramos, que está consumiendo hace alrededor de tres años.

La preocupación de esos padres es que ya hace unos meses ese medicamento está en falta en todo el país. Y solo les queda para una semana.

«Necesitamos el apoyo y la solidaridad de todas las personas que nos puedan ayudar y hacernos llegar por cualquier vía este medicamento. Mi número de móvil es 54768662, y el de la madre es 54926706. Muchas gracias anticipadas», expresa Manuel.

Y además de que siempre aparece una mano solidaria, sería muy saludable que hubiera una información institucional actualizada sobre la carencia de ese y otros medicamentos.

¿Dos códigos para un mismo producto?

Reinaldo Víctor López Paneque (Avenida 15, edificio 8221, Apto. 3, reparto Antonio Guiteras, La Habana) señala que el pasado 28 de abril compró dos bolsas de detergente Hogar al precio de 8.00 CUC, en la tienda El Rocío, de ese reparto. Y el 30 de abril una compañera de trabajo adquirió el mismo producto a 7.50 CUC.

«Conservo los comprobantes de ambas compras, refiere, la primera se pagó con tarjeta magnética, y en los comprobantes se leen perfectamente los códigos con los que se facturaron. Es muy significativo que el mismo producto, detergente Hogar, pase con dos códigos», concluye.

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