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El país en chiquito

El barrio, la comunidad, el poblado y el municipio son el país en chiquito. Y sus pobladores siempre medirán la eficacia de la administración pública y la gestión gubernamental, por lo que observen y experimenten en su entorno inmediato.

La Casa del Abuelo de Manicaragua ha sido reparada tres veces en menos de dos años. Y se moja de tal manera que se ha echado a perder toda la documentación. No hay en ese centro exigencia ni disciplina, y mucho menos control, afirma  Rafael Jiménez Herrera, residente en Calle 10 no. 9, en esa localidad villaclareña.

Añade Rafael que en la calle Quintín Bandera, de Manicaragua, a solo una cuadra de la sede del Poder Popular, hay una parada oficial de coches de caballos. Y en consecuencia, los orines de esos animales corren por toda la cuadra.

La peste es terrible, afirma, y en dicha calle hay varias dependencias: una panadería, la Casa de Cultura, un centro recreativo, la pescadería y oficinas de Salud Pública, entre otros objetivos.

Y desde el barrio habanero de Párraga, exactamente en Antena 594, entre San Agustín e Isabel, Julio César López García denuncia que permanecen a oscuras de noche las dos calles que dan acceso al policlínico. Y se han caído por ello varias personas de la tercera edad que acuden a los servicios del cuerpo de guardia y urgencias de dicho centro asistencial.

Según Julio César, la Organización Básica Eléctrica (OBE) del municipio Arroyo Naranjo plantea que no tiene los recursos para solucionar el problema, y hay que resolver con la Empresa Eléctrica provincial de La Habana.

«Para resolver la situación, concluye Julio César, no hacen falta tantos recursos, en una ciudad que sustituyó miles de lámparas del alumbrado público. Solo se necesita el deseo de mejorar el entorno de un área de salud importante para la población».

Recién inaugurado, y con insuficiente oferta

El 7 diciembre del pasado año, y desde el municipio camagüeyano de Florida, Teresa Recio Valdés lamentaba aquí que el recién inaugurado Coppelia de esa localidad ya presentara ciertos problemas en sus servicios: Irregularidades con el horario de apertura de la unidad, y el hecho de que ya a las dos horas de funcionamiento se agote la oferta de helado.

«Lo que más me duele —decía— es que jueguen con las personas que creyeron, después de invertir en una entidad como esa; y no cumpla su objetivo y sigamos esperando para tomar helado».

Al respecto, informa Rosendo Escalona González, director de la Empresa Municipal de Comercio y Gastronomía de Florida, que «la cifra asignada del producto al municipio es de 40 tinas diarias, lo cual es insuficiente teniendo en cuenta la cantidad de población que hay en Florida y que acude a esa unidad, reconociendo por nuestra parte que la demanda es mayor que la oferta».

Añade que se mantiene chequeo diario por el consejo de dirección de la Empresa de Comercio y de la Dirección Integral de Supervisión (DIS), para evitar cualquier desvío del recurso, de manera que se oferte en su totalidad a la población.

En cuanto a los horarios, explica que abre los martes, miércoles y jueves, de 10:00 a.m. a 10:00 p.m.; y viernes, sábado y domingo, de 4:00 p.m. a 10:00 p.m. Y los mismos se pueden visualizar en el exterior de la heladería.

Comunica finalmente que todo ello le fue informado a Teresa en visita a su domicilio.

Agradezco la respuesta. Pero, lamentablemente, no es la primera vez que se inaugura y abre un nuevo y flamante servicio, se crean expectativas en la población, y luego cunde la inseguridad y la decepción, por las limitaciones de la oferta.

Ojalá que en Florida al menos puedan controlar que la insatisfecha demanda de helado no se convierta en pretexto para su desvío y trapicheo.

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