Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿Quién vela por la disciplina?

Me escribe Lázara Maseda Pineda, vecina de Luz, No.151, entre Venus y Aranguren, en Guanabacoa, La Habana, para alertar que, en una situación epidemiológica tan difícil, cuando el Gobierno está llamando a la disciplina y a cumplir con todas las medidas de aislamiento, eso se cumple poco en su zona.

«En la noche, dice, y pasada las 11, sentimos  a personas hablando en las esquinas y en ocasiones están largo tiempo. Hay niños en las calles jugando: en ocasiones con los nasobucos bajos, y en otras con los nasobucos puestos, pero sentados en las aceras, donde usted ve cómo ponen sus manos en la calle y después se las llevan a la cara. Si se suspendieron las clases, ¿qué hacen esos menores jugando en las calles?

«Usted ve también a personas tomando bebidas alcohólicas, sentadas en grupos. En fin, una total indisciplina. ¿Y quién vela por esto?», se pregunta.

Lázara considera que la población puede apoyar pero también es importante la actuación de las autoridades locales. «Creo que se hace necesario que se imponga una disciplina», dice.

«Ahora hablemos de otro asunto que no se soluciona: el tema pan. Grandes colas,
aglomeraciones, personas sentadas en las aceras esperando. Pan sin calidad, sin el pesaje, sin grasa. Una total falta de respeto.

«Violaciones de precios en los puestos: un precio en la tablilla y otro cuando usted va a pagar. Nadie vela por nada.», concluye Lázara.

 Un árbol se interpone

Desde la Calle 3 Oeste, No. 756, entre Jesús del Sol y Prado, en la ciudad de Guantánamo, denuncia José Antonio Osoria Arrue que el pasado 25 de diciembre un inmenso árbol seco se cayó a la entrada de su vivienda y al costado de otras dos, y agrietó una de las paredes.

Refiere que el árbol permanece recostado sobre una de las paredes. Y no han podido quitarlo, pues se necesita una grúa y de la actuación de la Empresa Eléctrica, porque por ahí pasan algunos cables que constituyen un peligro.

 José Antonio hizo gestiones en la Empresa Eléctrica y en la Dirección de Servicios Comunales, lo comunicó en el consejo popular. Y hasta el día en que me escribió no se había personado nadie para atender y solucionar tan riesgosa situación.

«Nos obstruye el paso hacia nuestra vivienda, porque vivimos en la parte interior. Y representa un peligro para los niños, porque puede caerse de donde está suspendido en cualquier momento.

«También el periódico Venceremos de esta provincia publicó la queja en la sección Desenfoque, de la periodista Marelis Iznaga, pero nada ha ocurrido», concluye José Antonio.

La terapia del cariño

Máximo Reyes (Figueroa, No. 309, apto. 6, Víbora, Diez de Octubre, La Habana) tiene la impresión de que los cubanos, en la observación cotidiana de la vida, tendemos más a criticar lo censurable que a reconocer lo óptimo y bueno.

Por eso, desea reconocer públicamente el equipo de jóvenes que labora en el gimnasio de la Calzada de Santa Catalina, en ese municipio.

«Por razones de salud he tenido que ir en tres ocasiones a darme fisioterapia, y siempre me los he encontrado, encabezados por las manos prodigiosas de Wilson, por Boris y otros que desconozco su nombre.

«Desde las seis de la mañana están dando terapia lo mismo a jóvenes que a personas de la tercera edad. Pero su mejor terapia son el amor y el cariño con que tratan a todos los pacientes. Sería bueno que la administración se ocupe de darle al gimnasio un poco de mantenimiento y pintura», concluye Máximo.

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