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Ni paz ni descanso

Maritza Sotto Oduardo (carretera a Rincón, finca Lazarita, San Antonio de los Baños, Artemisa) todavía está llorando la impune desaparición en el cementerio de la ciudad de Manzanillo de los restos de su padre, Rubén Sotto Ortiz, quien falleciera el 11 de noviembre de 2017.

Cuenta la desconsolada hija que el 13 de noviembre de 2019 los familiares exhumaron allí los restos de Rubén, los cuales se guardaron en una caja de metal con su nombre pintado por fuera. Y en las oficinas del camposanto se les informó que se guardarían en un cuarto óseo destinado para esos casos, ya que no había nichos disponibles. Les pidieron número de teléfono para avisarles cuando hubiera, y se les dio el de un hermano de Maritza.

Espera tras espera, pasados más de tres meses y viendo que no lo llamaban, ese hermano de Maritza se presentó el 18 de febrero de 2020 en el cementerio. Y fue cuando le asignaron un nicho y el turno para que se presentara el 22 de ese mes a colocar los restos en este.

Ese día 22 fueron al cementerio los tres hermanos de Maritza residentes en Manzanillo. ¡Y los restos de su padre no se encontraban en el cuarto óseo donde se depositaron! Tras una indagación minuciosa, les comunicaron que se presentaran de nuevo el 24 de febrero para continuar la búsqueda, la cual resultó infructuosa.

El 25 de febrero la mamá de Maritza fue a la Dirección de Comunales donde fue atendida por alguien llamado Iván, quien la citó para el 27 de ese mes, pues no aparecían los restos. Y el 29 de febrero, la señora formuló en la estación de policía la denuncia con el número 2872/20.

El 3 de marzo fue citada por el oficial Yosvani López, quien le informó que ya había puesto un investigador para llevar el caso. Pasó marzo y la viuda no tuvo contacto con él, pues no se había personado en su casa. El 1ro. de abril la señora solicitó una entrevista con el jefe de la policía de Manzanillo, Elier Pérez, pues no había tenido respuesta alguna. Elier le aseguró que seguiría el caso  personalmente, y nombró a otro investigador: el teniente Eddy Domínguez.

Una vez más fueron citados  los tres hermanos para el 8 de abril al cementerio. Y un día antes, se presentó en la casa el director de Comunales, Julio Maceo, con otra compañera, y les comunicaron que fueran al cementerio, que ya habían encontrado los restos. Los hermanos fueron, y comprobaron que aquellos no eran los restos del padre, pues eran muy viejos, y los del finado solo tenían tres meses tras la exhumación. Además, el cráneo de Rubén tenía una marca en el cráneo reconocida el día de la exhumación.

Les comunicaron a los hijos que ese mismo día los restos se llevarían a Medicina Legal. Y días después se presentó en la casa de la viuda la compañera que estaba al frente del cementerio, pues el administrador había fallecido en esos días, y le presentó a la señora la tapa de la caja, y y le comunicó que fue encontrada en unos escombros.

La viuda le envió a su hija fotos para que la reconociera. «Estaba, recuerda Maritza, aturdida y  consumiéndose de dolor y tristeza una anciana de casi 80 años, diabética y cardiópata, al saber dónde fue hallada la tapa que guardaba los restos de mi papá. ¿Se imagina, usted, cuál sería mi dolor, pues fue escrita de puño y letra míos? ¿Hasta dónde llega la insensibilidad de personas como estas trabajando en un lugar tan sagrado para los seres humanos, y hasta qué punto podemos confiar en que nuestros seres queridos descansen en paz?».

Afirma Maritza, en carta recibida a finales de marzo de 2021, que de todo ese proceso tienen conocimiento las autoridades de Manzanillo. «Estamos en presencia de un robo de restos humanos, por la falta de control por parte de la administración del cementerio y de la Dirección de Comunales. Y hasta la fecha no hemos tenido respuesta alguna de la denuncia. Hoy es mi dolor. ¿Quiénes serán las próximas víctimas si no acabamos con el mal trabajo, la falta de control, el robo y la insensibilidad humana?», concluye.

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