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De noche es lo más duro

Desde Avenida de la Libertad, No. 3, entre Alonso Fruto y Humboldt, en el reparto La Caridad, de la ciudad de Camagüey, narra Nilda C. Montes de Oca Reyes una historia muy fuerte, que requiere una mirada institucional muy puntual y sensible, para ayudarla aún más.

La señora es septuagenaria y vive sola con su hijo de 51 años, quien padece una discapacidad mixta total producto de una parálisis cerebral infantil, no posee lenguaje y no se puede valer por sí mismo. Ella ha sido la única responsable de su cuidado desde que el esposo falleciera hace 18 años.

Nilda está acogida a una pensión por viudez, de 600 pesos, y recibe 1 100 pesos de prestación de Asistencia Social por la situación del hijo. No tiene otro familiar que le pueda ayudar. Está fuerte esa situación, con las borrascas de precios que soplan.

Como si fuera poco, ella sufrió un infarto masivo del miocardio y ha quedado con una cardiopatía isquémica, con obstrucción de la rama izquierda. Y para colmo, fue operada de colon por un tumor diverticular que le impide hacer fuerza, so pena de que pueda revertir un divertículo y tenga que ir de nuevo a un salón de operaciones, con la posibilidad de una colostomía permanente.

Como su hijo requiere mucho esfuerzo físico para atenderlo, después de múltiples gestiones ella consiguió que se le situara un cuidador diurno, pagado por el Estado con un salario. Lo más duro es en la noche, cuando ella debe trasladar a su hijo a la cama y acostarlo. O si se complica de momento. Ha tenido que salir a buscar a alguien que quiera ayudarla. Así ella y el paciente contrajeron la COVID-19, con lo vulnerables que son. Y así pueden correr el riesgo de darle paso a un extraño que los asalte en su propio hogar.

Nilda ha hecho innumerables gestiones para que le aprueben a un cuidador en horario nocturno, que al menos cubra la labor de trasladarlo a la cama y acostarlo, esfuerzos que le están vedados a ella. Nunca le respondieron la carta enviada al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Y la respuesta que le dio el Departamento de Prevención, Asistencia y Trabajo Social en la provincia es que el Decreto 283 Reglamento de la Ley 105 de Seguridad Social no incluye el cuidador a domicilio en horario nocturno.

Tal es la situación, que el actual cuidador en horario diurno de su hijo muchas veces la ayuda hasta en la noche con el paciente, pero no está obligado ni puede siempre hacerlo. Y ella no tiene más familiares. Nilda se pregunta si al menos pudieran pagar la atención de noche a otro, o retribuirle un poco más a este, que hace más de lo que debe.

«En ocasiones, afirma, mi hijo y yo hemos tenido que amanecer sentados en sillas, por no encontrar persona alguna que me ayude a acostarlo. Somos solo dos víctimas a quienes el destino nos jugó una mala pasada, con haber tenido la desdicha que lo atacara una enfermedad tan dolorosa, y verse condenado a un sillón de ruedas, sin poder valerse por sí mismo, haber perdido a su papá hace 18 años y yo haber quedado viuda y sola.

«Confío en que le dé atención a esta queja, y pueda recibir una respuesta que satisfaga las preguntas que día a día me hago», concluye.

Se siente estafado

Carlos Manuel Montó Fernández escribe desde Avenida 185, No. 39513, entre 395 y 397, Villanueva, Boyeros, La Habana, para ver si se puede esclarecer lo que califica como una «estafa» del portal de la tienda virtual de Cubaeduca.

«El 3 de enero pasado compré tres softwares para mi hija. Lo único que funcionó bien fue cobrarme. Traté de bajarlos y no pude. Esperé a ver si me los mandaban. Tampoco. Llamo por teléfono y no atienden», concluye, y envía como prueba la factura del cobro.

Mientras Cubaeduca no se eduque en que el cliente merece un servicio esmerado y ágil, tan ágil como su propio pago digital, ese cliente pensará que lo estafaron. Ya ha transcurrido más de un mes.

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