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Dictamen tras dictamen y sin solución en 18 años

Desde enero de 2004, Cecilia Izaguirre Gracia, una mujer sorda, con displasia de mama y osteoporosis generalizada, lidia con una filtración cada vez mayor en Villegas 419, apto. 9, entre Teniente Rey y Muralla, Habana Vieja.

El primer dictamen técnico lo hizo ese año la Dirección Municipal de la Vivienda. Ella presentó su problema en el Gobierno municipal, y le notificaron por carta que la visitarían y darían seguimiento a su caso. Nunca fueron.

En 2005 la filtración era mayor, y le hicieron un nuevo dictamen técnico. Al no recibir respuesta, reparó como pudo, con sus propios medios. En 2010, la filtración era ya en todo el techo. Las tablas que aguantan el relleno se hallaban en mal estado. En 2015, un nuevo dictamen técnico, pero no le dieron el ansiado subsidio, porque ya el estado del edificio era inhabitable.

En 2016 hubo desprendimiento del relleno. Reportó el incidente, y hubo dictamen técnico de peligro de derrumbe. Le dieron orden de albergue. Indicaron demolición de la vivienda y le hicieron un expediente.

Como todo seguía igual, fue al Departamento de Atención a la Población del Consejo de Estado. Y le enviaron carta informando que su caso lo habían trasladado a la Dirección Municipal de la Vivienda, Departamento de Atención a Comunidades de Tránsito (albergues) para que se tramitara, y dieran una respuesta. No la visitaron ni hubo seguimiento de su caso. De nuevo reparó apenas por sus propios medios.

En 2017, otro dictamen técnico: Desprendimiento de las tablas que soportan el relleno. Tampoco hubo visita ni ningún avance por parte de la Vivienda. Y ya en 2021 comienzan a caer pedazos del relleno. Cecilia y su hija fueron al Gobierno municipal y las atendió la directora de Albergues. Les explicó que no había capacidad de estos, y sugirió que fueran a ver a la subdirectora de la Vivienda. Esta les indicó que antes debe hacerse un dictamen técnico, el cual debía entregarse al Departamento de Restauración.

Allí les orientan que primero debían informar al delegado de la circunscripción. Al no poder verlo, se personaron en la Dirección de Inspección, Control Urbano y Vivienda (Dicuv) de la Oficina del Historiador de la Ciudad. En esa, les atendieron. Y esperaron por las entidades a las que la Dicuv había mandado una planilla para que respondieran, pues esa vivienda no admite una reparación más.

«Las maderas que soportaban el relleno del techo ya se cayeron, afirma. El relleno está suelto. Las vigas que sujetan el relleno están llenas de comején y podridas. Tuve que bajar todo lo que tenía en la barbacoa: Todo se mojaba y ya se me habían averiado el televisor y el colchón.

«El pasado 14 de abril hubo desprendimiento del relleno de la mayor parte del techo. Mi hija llamó al Puesto de Mando. Fueron a mi casa los arquitectos e hicieron un dictamen técnico. Fuimos a Vivienda municipal y la jefa de Albergues nos dijo otra vez que no hay donde situarnos.

«¿Qué hago con la orden de albergue urgente que me dieron? Cada día caen pedazos de relleno del techo. Entregué cartas en la Asamblea Nacional del Poder Popular, en Atención a la Población del Consejo de Ministros y en la Dirección Provincial de la Vivienda.

«¿Qué hago? ¿A qué otro lugar hay que ir para que le den solución a mi problema? ¿Adónde voy cuando se termine de caer mi techo? Necesito una respuesta urgente», concluye.

Sin distinción ni impedimentos

Con 74 años, Waldo Morfa Clemente (Avenida 53, Edificio 5 apto. 11207, Güines, Mayabeque) es un impedido físico motor que recientemente chocó con un muro de incomprensiones en la sucursal del Banco Popular de Ahorro de esa localidad:

«Cuando llegué, señala, había una cola como de 20 personas. Pregunté si había algún impedido físico y me dijeron que no. Me dirigí a la compañera que estaba en la puerta para cuando entraran dos personas de la cola me pasara. Y me contestó que en ese Banco los impedidos no tenían privilegios, que tenía que ver a la directora. La directora me dijo lo mismo.

«Le expliqué que eso no era un privilegio y me contestó que tenía que marcar en la cola como cualquiera. Sin embargo, las personas que estaban en la cola sí entendían; querían que me pasaran. Necesito que me orienten, pues somos personas vulnerables y necesitamos ayuda», termina.

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