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Urgen soluciones para distribución de alimentos

Alberto Jorge Chinique (Avenida 1ra. no. 4602, Playa, La Habana) cuestiona que la distribución de alimentos a través de la cadena Cimex, que se adquieren en moneda nacional y son marcadas sus adquisiciones por la libreta, aún después de pasar su fase experimental, se mantenga así, y no se haya perfeccionado.

Le inquieta que un mecanismo creado para suplir una necesidad social derive en «oportunidad para el desvío de recursos, y el enriquecimiento de unos pocos, afectando sin escrúpulo alguno a los que trabajamos honradamente.

«¿Dónde está la voluntad de resolver los problemas en vez de crear uno nuevo? Es increíble que con una estrategia para amortiguar un problema serio como es la alimentación, se creen oportunidades para otros que no tienen conciencia ni empatía alguna por la situación en la que tratamos de resistir todos los días».

Señala que a nivel municipal la comunicación es nula. No existe una página web, y son aquellos que por lo general no trabajan o jubilados, los pendientes semanalmente al arribo de dichos productos.

«Entonces, dice, nadie tiene la capacidad ni el poder para prever estos problemas diarios, que no van a dejar de existir por el momento. Pero se necesita que se busquen soluciones para aplacar el malestar social que provoca.

«Realmente vivo en un país afectado política y económicamente por otro hace muchos años. Y súmele los acontecimientos actuales, que provocan la inflación mundial a la que estamos sometidos. Pero siempre nuestros valores han sido imperecederos en el tiempo, y es inaceptable que se pierda la moral y el respeto por el ser humano que es un vecino, un amigo, o un familiar que se afecte por el solo hecho del egoísmo individual y la falta de control institucional», concluye.

Oídos sordos

El pasado 1ro. de septiembre, desde Calzada de Luyanó 608, municipio habanero de Diez de Octubre, Carlos Díaz Pérez, —con 77 años y vive solo—, contó aquí que en la panadería de Concha y Luyanó, donde antes le permitían adquirir cada domingo todo el pan normado de la semana, le habían eliminado esa comodidad. Le dijeron que fuera a la Empresa del Pan, a 30 cuadras de su casa, para que revisaran su caso y le autorizaran seguir adquiriendo sus panes un día a la semana.

Y cuando llegó allí y planteó su problema, un funcionario le preguntó si no había visto en la Mesa Redonda las dificultades con la harina de trigo. Carlos le respondió que él no iba a adquirir más panes de los que le correspondían, sino los siete de la semana en un solo día. Y otra funcionaria le indicó que esa medida se aplicó en la etapa de mayor aislamiento de la COVID-19 para evitar aglomeraciones, pero ya estábamos en una situación normal.

«Le respondí, decía, que normal “entre comillas”, porque si no nos cuidamos, especialmente los ancianos, la COVID-19 vuelve por nosotros. Y me dijo que ese sistema se le aplica solo a enfermos. Le respondí que tomo metformina para la diabetes y enalapril para la hipertensión. ¿Qué más hace falta para mantener ese estatus? Me molesté y me retiré. Al final, tuve que caminar 60 cuadras de ida y vuelta para que me dieran una respuesta negativa», termina apesadumbrado.

Y Carlos volvió a escribir el pasado 13 de noviembre para contar que a mediados de octubre le visitó una comisión municipal. A la semana siguiente comenzó a comprar el pan normado de los siete días en uno, hasta el 13 de noviembre. Sí, porque la nueva administradora de la panadería le informó que debe presentar en el municipio un documento que atestigue sus padecimientos de diabetes e hipertensión, para que el comercial le ponga un cuño a la libreta.

«Tengo 77 años a punto de los 78, dice Carlos, toda una vida trabajando en el sector azucarero; con el rigor de las zafras anteriores a las actuales. Y ahora debo buscar un documento que acredite mis enfermedades. ¿Hasta cuándo el diseño de una burocracia que lo único que hace es disgustar al pueblo, y en nuestro caso a personas de elevada edad para una gestión, por la cual voy a recibir la misma cantidad de pan? ¿Las limitaciones con la harina de trigo se resolverían con estas gestiones, que debo realizar a casi 30 cuadras de mi casa?

«Lamentablemente, hay oídos sordos a las orientaciones para la atención a los vulnerables de nuestro Presidente Díaz-Canel y el Primer Ministro Marrero», dice.

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