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Sin continuar tratamiento por un papel

Desde la Avenida Ciudamar, No. 18503, entre 1ra. y 3ra., en el reparto Ciudamar del municipio capitalino de San Miguel del Padrón, vuelve a escribir Luis Gutiérrez Urdaneta, uno de esos fieles e inquietos colaboradores de esta columna, con una historia kafkiana, por la falta de un modelo oficial de papel.

Cuenta que su madre de 88 años, Raquel Urdaneta López,  padece de insuficiencia renal crónica; y la doctora nefróloga Yaneisi Soler Torres, del Hospital Miguel Enríquez, la atendió en sus consultas del tercer martes de cada mes en el Policlínico Wilfredo Pérez, de ese municipio.

Le indicó en octubre de 2022, dada la anemia persistente de la señora, la eritropoyetina humana recombinante, producida por el Centro de Inmunología Molecular. Los bulbos se entregan en la farmacia del Hospital Miguel Enríquez, a partir de la emisión de certificados médicos válidos por tres meses.

Raquel estuvo inyectándose durante un trimestre y la reacción fue positiva, de manera que la doctora le redujo la dosis en febrero. «Hasta ahí, dice Luis, la parte muy positiva y feliz, por la certeza de la doctora y los  logros de la ciencia cubana.

«Pero la burocracia, la desidia y la insensibilidad, esas fuerzas destructoras, estaban al acecho, afirma él. Una vez cumplido el plazo de vigencia del certificado, la doctora emitió uno nuevo el 21 de febrero pasado.

«Y como no tenía modelos oficiales vacíos de certificado ni de recetas, señala, tuvo que emitir el certificado en una hoja de papel común con los datos, la descripción y los cuños correspondientes, tanto de ella como del policlínico».

El martes 28 de febrero, la biznieta de Raquel fue con el certificado posible en aquella hoja de papel, a la farmacia  del Hospital Miguel Enríquez. Pero allí no se lo aceptaron. Aunque conocen que hay una aguda escasez de modelos médicos, plantearon que tienen la orden de solo despachar los medicamentos con la presentación del certificado en el modelo oficial.

El 2 de marzo, la hija de Raquel y hermana de Luis fue de nuevo al Hospital, con un modelo de certificado en blanco y con el emitido en una hoja ordinaria por la Dra. Soler; además con la historia clínica, el carné de identidad y la tarjeta de control del medicamento.

Y contactó con la nefróloga que estaba en funciones, quien se negó a transcribir el certificado al modelo oficial, pues Raquel no es su paciente, aunque dijo ser colega de la Dra. Soler. Y le informó a la hija de Raquel que el responsable de suministrar modelos de certificados y recetas es el director del Policlínico. «Cuestión con lo cual se resuelve nada de manera inmediata», enfatiza Luis.

«Entonces, precisa, fue a la farmacia de nuevo para tratar de convencer a sus funcionarias de lo incomprensible de tal situación. Y la respuesta fue la misma: sin modelo oficial no hay medicamentos.

«Finalmente pudo averiguar dónde debía estar la Dra. Soler Torres. Le indicaron que en el Policlínico 14 de junio del municipio de 10 de octubre. Fue hasta allí, pero cuando llegó a las 10:38 a.m., ya la Dra. no estaba.

«¡Y mi madre sigue sin inyectarse la eritropoyetina humana recombinante! ¿Qué hacer Pepe Alejandro, cuando la salud de una anciana está en juego por unos dichosos papeles, la falta de previsión y la desidia? ¿Lograrán acortarle la vida a mi madre? ¿Cuántos cubanos hoy estarán atrapados en esta malévola red de sinsentidos? ¿Nos vencerán finalmente?», concluye Luis.

Lo increíble es que un medicamento tan eficaz, resultado y orgullo de la ciencia cubana, esté al acceso de la paciente que lo necesita; y que sea la falta del modelo oficial —al final un papel—, la que impida continuar el tratamiento que le urge a la anciana. No es la primera vez que publico la disyuntiva: modelo oficial-salud del paciente.

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