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Desinterés y falta de respeto

«Hace mucho tiempo estamos sufriendo la mala planificación, el desinterés y la falta de respeto hacia los vecinos de este barrio», afirma en su carta Rafael Suárez González, desde calle 6, número 68, en el reparto Santa Bárbara de la ciudad de Santiago de Cuba, específicamente quienes residen entre las calles Escatio y Aguilera.

Refiere que hace aproximadamente un mes se presentó allí una brigada de trabajadores de Acueducto y Alcantarillado. Abrieron una zanja en medio de la calle para, supuestamente, arreglar definitivamente una tupición histórica. Por el grado de obstrucción, emplearon carros de desobstrucción, pero solo quedó en claro que el trabajo a realizar es de gran envergadura. Y abrieron otra zanja una cuadra más abajo, en calle 6 y Aguilera.

«Los trabajadores iban a diario a esperar que destupieran para colocar una tubería nueva, afirma; pero ahí quedó todo. Hoy, un mes y tanto después, ahí están los huecos. El primero el de calle 6 entre Escario y Enramadas, lleno de agua podrida, pestilente, verde y llena de mosquitos, que ha infestado el barrio».

Y describe el panorama lamentable:

«Vecinos que no tienen agua porque sus tuberías fueron cortadas. La tierra extraída en medio de la calle y la acera, más los montones de escombros y basura que aparecen en las mañanas, aparte del uso de las aceras por los motoristas con la consiguiente molestia a vecinos y transeúntes.

«¿A quién reclamar? ¿Qué hacemos nosotros? ¿Seguir padeciendo la falta de respeto y el olvido hasta que comiencen, en breve, los brotes de enfermedades infecciosas en un tramo que se inunda hasta los portales con las lluvias, como acaba de ocurrir en la tarde de ayer? 

«Como dije al principio: mala planificación y ejecución del trabajo. Gasto de recursos humanos y materiales y, lo peor, dejar olvidado lo hecho en detrimento de la salud y bienestar público, y de la propia empresa, cosa que parece no importarles.

«La falta de respeto a nosotros, quienes para mayor escarnio, sufrimos todas las vicisitudes que conoce todo el país. Este hecho, como tantos otros, solo provoca reacciones negativas, falta de confianza y credibilidad en nuestras autoridades. Conocida la situación económica que atravesamos, es motivo más que suficiente para hacer las cosas bien, planificarlas como se debe, dados los recursos con que se cuenta», concluye.

Oídos sordos

Con 79 años, Isabel Hernández Iglesias vive sola en el kilómetro dos y medio de la carretera a San Luis, en el municipio homónimo de la provincia de Pinar del Río. No tiene hijos. Padece de diabetes, presión arterial, insuficiencia arterial crónica, y está operada de una radical de mama.

Y con esas vulnerabilidades, cobra más gravedad lo que está enfrentando desde que fue afectada en 2024 por el huracán Ian. Su techo sufrió derrumbe parcial. Le otorgaron un subsidio de 12 planchas de zinc, cuatro sacos de cemento, una persiana pequeña y una puerta. El problema es que hasta el presente no ha recibido nada de lo otorgado, aún cuando no tiene otra opción.

«Lo que me preocupa, manifiesta, es que ya estamos nuevamente en la temporada ciclónica y de lluvias. En estos momentos el techo que me cobija es de mantas de nailon en muy mal estado. Y mis esfuerzos planteados al delegado de la circunscripción, al presidente del Consejo Popular, a la Intendente del municipio han sido en vano. Hay oídos sordos ante mi problema», concluye.

 

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