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Terminal sin baños

No funcionan desde 2019 los baños de la miniterminal que da salida en la ciudad granmense de Manzanillo a los cientos de pasajeros que a diario deben trasladarse a las localidades costeras, quienes merecen la atención y el respeto a sus urgencias fisiológicas, denuncia Orlando Hernández Ponce, residente en calle 20, No. 9, en Niquero.

Muchas de esas personas, manifiesta, son pacientes de alta en instalaciones hospitalarias, recién operados, ancianos y madres con niños, quienes se ven obligados en su estancia allí a hacer sus necesidades a como fuere, en los alrededores. Y según Orlando, la obra la inició una mipyme de construcción, que prácticamente no hizo nada.

Ha faltado preocupación y empeño, afirma, por parte de la entidad responsabilizada con ese objetivo (la cual no precisa, pero se supone que sea la Dirección de Transporte o el Gobierno municipal de Manzanillo).

Y cuestiona: «¿Es que los problemas del pueblo no le interesan a los que deben responder? No hay sentido de pertenencia. Las tareas necesitan de seguimiento y control. Debemos recordar lo expresado por el compañero Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz: “Mientras exista una insatisfacción, hay motivo para los análisis”. Por ello, espero solución a este reclamo», concluye.

Lo preocupante, añade este redactor, es que lo de los baños públicos «huele» bastante mal, no solo en esa terminal, sino a lo largo y ancho del país. Es casi un riesgo hoy salir a la calle, por la ausencia de locales para esas necesidades. Y también están los baños-apartheid, baños con candados y cerrojos, que solo ofrecen sus servicios a los empleados de la unidad donde radican.

Y los escasos baños públicos que brindan esos servicios, a precios bastante considerables en muchos casos y sin el suministro de materiales de aseo, presentan en no pocas ocasiones una imagen y limpieza deplorables, lo más cercano posible a los chiqueros. Y ahí también se mide la calidad de la vida y el respeto.

«SI QUIEREN, ESCRIBAN A LA PRENSA…»

La frase que titula esta historia fue la que dieron los principales directivos de Acueducto Banes y de su entidad superior, Aguas Guardalavaca, ante los insistentes reclamos para recibir agua en la comunidad rural La Anita del municipio holguinero Banes, con más de 300 vecinos.

Lo cuenta Addiel Reyes Clemente, vecino de La Anita, quien informa que hace unos 80 días no reciben suministro de agua por el Acueducto en ese barrio rural. Y a seis kilómetros a la redonda no cuentan con ninguna otra fuente para abastecerse.

«Lo más terrible, afirma, es que el Acueducto funciona y los pozos rebosan de agua. Pero por mala manipulación de las válvulas, regadíos ilegales, salideros y otras irregularidades de corrupción nos impiden recibir el preciado líquido.

«Quejarse a la Empresa o al Gobierno municipal es una pérdida de tiempo, dice. Nadie da la cara. Se esconden, no responden al teléfono. Crecen la impunidad y el peloteo. Se desentienden de su objeto social. E, incluso, cuando logras ver a alguno de los directivos, se deshacen en justificaciones. Nadie controla, ni fiscaliza, ni baja a la base a conocer el estado de opinión del pueblo, que es el peor».

Y refiere que quienes dirigen en el municipio, Acueducto y Gobierno, debían interiorizar la siguiente frase expresada por Fidel, quien impulsó y llevó a hecho la voluntad hidráulica en nuestro país:

«Por mi experiencia revolucionaria, nunca he estado mejor informado que cuando hablo con el pueblo, que cuando me reúno con los trabajadores, con estudiantes, con campesinos. He tenido en mi vida dos universidades: una donde no aprendí nada y otra donde lo aprendí todo. Y esa es el contacto con la gente, con sus inquietudes, con sus preocupaciones, con sus problemas, con aquellas cosas que les preocupan. 

«No debe haber ningún hombre que se considere cuadro político que no posea sensibilidad para sentir hondamente a la gente y los problemas de la gente».

 

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