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Vergüenza

Yo vi a Yosvani Torres galopar cual crío ilusionado hacia el bullpen cuando los Vegueros de Pinar del Río empataron el quinto partido ante los Gallos de Sancti Spíritus en un playoff no apto para personas con hipertensión arterial u otras patologías similares.

Vi también a Eriel Sánchez, que días antes había protagonizado feas imágenes que le llevaron a ser expulsado y sancionado, pedir perdón y reconocer el error cometido y la disponibilidad para contribuir a un béisbol armónico, que sea espectáculo por su buen nivel deportivo y no por reyertas ni barullos innecesarios.

He visto a peloteros irse con la mirada enterrada en el suelo cuando su equipo no pudo regalar el triunfo a sus aficionados y a otros luchar hasta el fin en beneficio colectivo, sin presumir méritos propios.

Estas cosas solo las regala una fase tan especial como la postemporada. La vehemencia sacude los nervios de cada aficionado, da lo mismo si en las gradas de los estadios o a través de la engañosa lejanía de la pantalla.

La parafernalia de estas fases no la pueden frenar ni diez depresiones tropicales juntas. ¡Qué va! Y ahora que algunos protagonistas deberán hacer las valijas rumbo al Panamericano de la categoría para menores de 23 años, muchos se marcharán con el sabor agridulce de enfrentar retos mayores, pero dejar en el camino la aventura de pelear por el trono nacional.

Naykel Cruz, el zurdo matancero, dijo hace algunos días que su inclusión en el elenco patrio es, lógicamente, un honor, pero le sabe mal estar ausente en el avance por la etapa de muerte súbita de sus Cocodrilos de Matanzas. Ni siquiera el incentivo de probar su talento en otras geografías sirve de atenuante para calmar la pena por un abandono involuntario.

Jóvenes que quieren permanecer en el barco hasta las últimas consecuencias y veteranos que no desperdician ni un minuto de esfuerzo para mantener la forma óptima y ayudar a los suyos. Ejemplos sobran: Frederich Cepeda, Danel Castro, William Saavedra… ¿Existe mayor prueba de vergüenza deportiva?

Y ya que hablamos del término «vergüenza», la reciente designación del pinero Armando Jhonson como director del elenco nacional sub-23, representa un mensaje de optimismo para el béisbol en esta Isla caribeña.  

«Mandy» es un digno mánager para la nueva generación de estrellas de nuestra pelota, una persona humilde que ha labrado su carrera con el arduo e ininterrumpido trabajo de muchos años. Si no ha ganado más, ha sido por no contar con las herramientas para ello. Sin embargo, si algo no ha faltado nunca en sus equipos es, precisamente, vergüenza deportiva. ¡Chapeau!

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