Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Javier Dueñas

Frente al espejo

El Rincón de los amores

«Leí el artículo del 11 de noviembre, Desubicado en su ubicación (José Alejandro Rodríguez, Acuse de Recibo). Fue muy bueno y debo decir que concuerdo plenamente con la reflexión que se hizo acerca de esta importantísima etapa de Servicio Social.

«Fui una entre esos jóvenes que ha chocado con la “desilusión laboral” que defraudó a Roberto… En estos momentos ya terminó mi odisea de Servicio Social y me encuentro en otra empresa, donde casi comienzo otra etapa de adiestramiento pues trato de superarme y aprender cuanto pueda para rescatar el tiempo perdido.

«Es una pena que una etapa de la vida como esta se convierta en un período tan desagradable, cuando ha de ser algo que motive. Es necesario que todos la veamos como un momento de aprovechamiento total, en el cual llevamos a la práctica la teoría aprendida y nos convertimos en mejores profesionales, impulsamos el desarrollo y optimizamos el funcionamiento de las diferentes actividades que se puedan realizar en una entidad… Quisiera que siguieran reflexionando sobre este tema para que se erradiquen poco a poco esas faltas. Toca a los de más experiencia ayudar y guiar a los nuevos… Muchas felicidades a Acuse de Recibo». (Arianna Labrada García, 22 años, Plaza de la Revolución)

«Me gustó muchísimo el artículo ¿Locura sin nombre? de José Luis Estrada Betancourt (9 de noviembre). También guardo recuerdos, pero de mis maestros de primaria de un pueblito perdido en la geografía habanera, El Rincón. En la escuela Calixto García tuve excelentes maestros a los que les debo el amor y la sed de leer todo lo que caiga ante mis ojos. Leonor, mi primera maestra; Josefina, Rafael y sobre todo mi maestra de sexto grado Blanca Rosa González, a la que nunca puedo olvidar y a la que le estoy eternamente agradecida por recordar cada una de sus hermosísimas e interesantes clases. De ahí nació un amor a la profesión de maestro que por desventuras de la vida nunca pude realizar. Hay personas que nunca se olvidan y para mí son aquellos maestros que daban lo mejor de sí al estar frente al aula. Mis inolvidables maestros de la escuela Calixto García, en El Rincón, quiero que sepan que tienen una alumna que a pesar de los años transcurridos los recuerda con mucho cariño». (Midalys Lemus Palmero)

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