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CIENFUEGOS.— Casanova, a quien la historia hizo mucho más célebre por sus andanzas amorosas que por su intelecto, legó sin embargo un pensamiento con parcelas atendibles e ideas válidas, surgido de su profundo conocimiento de la raza humana. Dijo, por ejemplo, algo tan sabio como: «Tu viaje no habrá concluido hasta que ofrezcas un regalo a la tierra donde hayas vivido».
Eso fue justamente lo que se propuso y realizó una institución (y hasta inicios de la semana en curso ícono viviente de esta ciudad) como Felito Molina, quien legó al pentagrama y al acervo cultural de Cienfuegos no solo una obra sonora, sino un referente —hacia el futuro más indispensable— de consecuencia para con los principios de una vocación que lo encauzó desde muy temprano a explorar esos sonidos y compases que se le atropellaban en la cabeza, dando vueltas por salir convertidos en música.
Entregó el pedagogo de siempre un ejemplo de virtud, sencillez, modestia a las generaciones de la actualidad. Y otro sobre la necesidad de evitar dentro del mundo del arte el snobismo, la jactancia, los fuegos de artificio y esos egos que suelen derrumbar a algunos exponentes del medio.
Felito Molina fue la contención hecha persona. En la única entrevista que logré hacerle, me costó trabajo extraerle palabras sobre la valía de su labor o alguna valoración en torno al estado de la música en Cienfuegos que lo conllevase a apuntar determinado signo negativo.
Por eso se siente doble su pérdida.
Pareciera ahora que la ciudad misma vierte música de sus entrañas, tras la partida del creador. También vierte algo de su proverbial candor.
Se nos fue el amigo de muchos, un pedazo del alma, el paradigma de tantos, el consejero de otros. Felito: el precursor, la leyenda viva de Los Naranjos, el músico eterno a prueba de adversidades.
Nacido en Cienfuegos el 15 de diciembre de 1920, Félix Eusebio Molina Marín (en el centro) falleció en su ciudad natal este domingo 26 de agosto. Formó parte de las agrupaciones musicales Loyola, Cuarteto Molina, Septeto Albores, Melodiosos de Ramito, Cuarteto Hermanos Ramos, Bahison, Aragón, Trío Peña-Rodríguez-Molina, la orquesta Cubana de Julio Valdés, el Conjunto Tradicional de Sones Los Naranjos, la orquesta de Barbarito Diez y varias otras.
Entre sus más de 50 composiciones figuran las populares Luna Sureña, Déjate de chisme, Salsita y cariño, Eso no lo aguanto yo, Deja que siga la corriente y Nuestra oportunidad. Recibió la Medalla Alejo Carpentier y el Premio Jagua, entre otras condecoraciones.
