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Jóvenes movilizados en Cienfuegos logran alta productividad en el campo

En el campamento permanente de la juventud cienfueguera en Horquita, los movilizados sorprenden por su productividad en el surco

Autor:

Julio Martínez Molina

Los movilizados rinden una formidable faena. HORQUITA, Abreus, Cienfuegos—. A Alejandro Martel, un instructor de la UJC en el municipio de Rodas, el «¡Felicidades¡» por su cumpleaños 26 no se lo cantaron sus familiares en casa, sino sus compañeros del Campamento Juvenil Permanente de la Empresa de Cultivos Varios Horquita, a las 12 de la noche, entre cuatro literas.

Ale le dio la bienvenida a su nuevo aniversario reconfortado como ser humano, «sabiéndome útil y necesario en un momento en que la patria demanda mi apoyo», le cuenta a JR en el surco, donde él y otros 79 jóvenes laboran todo el día.

«Ahora estamos faja´os con la malanga y el boniato, y se comenzará la siembra de tomate en breve. Cualquier cosa, estamos listos para lo que venga, lo que haga falta», asegura.

En Horquita, el primero de los cuatro campamentos juveniles inaugurados en Cienfuegos, rotan 80 jóvenes cada 15 días. Esta primera avanzada se concentró, en lo fundamental, en la recogida de malanga y boniato.

Según el criterio de Gianni Chávez Salomón, director de la Empresa, su faena en la granja estatal No. 7, dedicada al cultivo de viandas y vegetales, ha sido formidable y la comunicación laboral entre los albergados y los especialistas de la agricultura fluye armónicamente.

De la productividad diaria del pelotón en el campo habla Julio Obel Sastre, funcionario de la esfera obrera del Comité Provincial de la UJC que está al frente del campamento:

«Los técnicos están sorprendidos con el trabajo de los muchachos, que en su mayoría no estaban acostumbrados a este tipo de tarea. En poco más de diez días lograron recopilar mil quintales de malanga, lo cual se considera una productividad elevada».

La variopinta tropa de abanderados la conforman instructores de arte y de la juventud comunista, trabajadores sociales, jóvenes obreros y estudiantes de la FEEM y la FEU.

El seleccionado como más integral, el mecánico Rafael Hernández, de 26 años, de Cartagena, describe un día de trabajo en el campamento. «Nos levantamos a las 5:30 a.m., desayunamos y a las 6:30 ya estamos pegados. Descansamos un rato a la hora de almuerzo y por la tarde continuamos. En la noche disfrutamos de la recreación».

Danilo Leyva, uno de los cinco o seis movilizados aquí que solo tienen 16 años y estudian en preuniversitarios de Abreus, refiere que la recreación se concibe a partir de música grabada, exhibiciones fílmicas y juegos pasivos.

Aunque una tarde de un fin de semana —recuerda Didier Galán, estudiante de segundo año de Licenciatura en Cultura Física—, sostuvimos un encuentro de fútbol con los estudiantes de la vecina Escuela Latinoamericana de Medicina de Horquita. Resultado: 1 x 1, dice.

Precisa Julio Obel que también programan actividades político-culturales, realizan matutinos e intercambian criterios sobre las noticias de mayor relieve emitidas en los medios nacionales. Todo esto, afirma, contribuye a garantizar también aquí el tipo de recreación por la cual aboga la organización juvenil comunista.

Este periodista dialogó con no menos de 20 de estos jóvenes de vanguardia y de la conversación salió convencido de que, por suerte para el relevo general de la sociedad, ellos no son únicos.

La mayoría me confirma que muchos de sus compañeros en sus respectivos centros también quisieron dar el paso al frente para dar su aporte luego de los graves daños causados por los huracanes. Progresivamente tendrán su oportunidad.

Danay, la instructora de arte de la escuela de Congojas; Yosdanys, el profesor de ajedrez de Rodas, y otros muchos de los pioneros en la misión aseguran que están dispuestos a volver.

Cuando esta edición vea la luz estará a punto de entrar al campamento una nueva brigada de 80 expedicionarios de la vergüenza, orgullosos de sentirse útiles, que sienten la gran pérdida económica del país, pero con tanto amor entre pecho y espalda como para estar dispuestos a resarcirla con sudor y pasión.

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