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Siempreviva para una Reina

JR rememora pasajes de la vida y trayectoria patriótica de esta excepcional luchadora cubana en favor de la cultura y los derechos de la mujer

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En 1935 fue condenada a seis meses de prisiónen la Cárcel de Mujeres de Guanabacoa. Meses antes de su muerte recibió del Consejo de Estado la Orden Ana Betancourt, que le fueimpuesta en su casa por Vilma Espín, presidenta de la FMC, quien aparece junto a Delia acompañada de Asela de los Santos y Yolanda Ferrer. El 5 de agosto de 1998, cuando le faltaban poco más de dos meses para cumplir 90 años de edad, fallecía en La Habana Delia Echeverría Acosta: una de las últimas mujeres con participación activa en la lucha contra la dictadura de Gerardo Machado y más tarde estrecha colaboradora de Antonio Guiteras en la Joven Cuba y enemiga de Batista en todas sus etapas.

La vine a conocer muy tarde, pues en aquel momento yo era apenas un muchachito de 12 años, que con suerte habría cruzado con ella algunas palabras. Sí recuerdo claramente su mirada penetrante, su elegancia y su lozanía a pesar de la edad cuando se sentaba por las tardes en el portal de la casa a tomar el fresco.

Más adelante supe que aquella anciana era toda una leyenda; reflejo de una época convulsa y, al mismo tiempo, testigo de excepción de muchos acontecimientos definitorios en el itinerario político y social de la Cuba republicana.

Tuvo una vida intensa, y no exenta de contradicciones como la de cualquier mortal. Solo que en ella, a ratos, pareciera que el destino quisiese ponerla a prueba ensañándose con sucesivos golpes: la pérdida del ser amado, aquel con quien tuvo identificación total aunque solo pudieron compartir escasamente; la cárcel, como si hubiese cometido algún crimen; el exilio, y todo lo desgarrador que este acto significa...

Pese a tamaños avatares, lejos de rendirse y marchar a casa a fundar antes la familia que la sociedad seguramente le reclamaba, Delia optó por redoblar sus esfuerzos, y continuó haciendo por la absoluta libertad de su país, lo que implicó combatir abiertamente al imperialismo. Y tal vez lo hizo porque en el fondo comprendía que así lo hubiese deseado también Tony Guiteras.

A una década de su fallecimiento, y en el año de su centenario, resulta coyuntura inmejorable para repasar algunos pasajes de una prolija trayectoria revolucionaria, que no puede separarse de su defensa de la cultura y de la batalla por los derechos de la mujer.

I

Delia fue la segunda y última hija del matrimonio formado por Pedro Echeverría Ramos y Luz Acosta del Pino. Nació en la calle Isabel I No. 12, Versalles, en la ciudad de Matanzas, el 26 de octubre de 1908. Después de una estancia en Camagüey, adonde fueron a trabajar sus padres, en 1919 la familia se traslada para la capital.

Luego de cursar la primera y segunda enseñanzas, matricula Farmacia en la Universidad de La Habana, y al mismo tiempo realiza estudios de música —por la que sentía enorme predilección— que iniciara muy jovencita en el Conservatorio Bach, donde se gradúa como Profesora.

En 1927 se destaca en la lucha de los estudiantes contra la prórroga de poderes de Machado, y en 1930 es una de las fundadoras del Directorio Estudiantil Femenino Universitario, junto a Zoila Mulet, Silvia Shelton, Inés Segura Bustamante y Calixta Guiteras, entre otras. Al efectuarse el Segundo Congreso Nacional de Estudiantes, en octubre de 1933, es designada delegada universitaria.

Lo mismo antes que después de derrocado el régimen, sus actividades no desplazaron, o siquiera contuvieron sus inquietudes intelectuales. Parece ser que ella encontró siempre el espacio para demostrar su dinamismo. Por eso en 1932 es fundadora y secretaria entusiasta de la Sociedad Coral de La Habana, que dirigió María Muñoz de Quevedo.

Y por ese camino es gestora de un empeño precursor: la Sociedad Musical Universitaria, de vida efímera por la desfavorable situación política, pero donde la simpatía y la constancia de Delia lograron atraer a jóvenes y consagrados talentos como Amadeo Roldán, Alejandro García Caturla, César Pérez Sentenat y José Ardévol.

«Allá por el año 1934 —explicaría más adelante— una honda preocupación por las cuestiones artísticas articuló en un mismo pensamiento a estudiantes de diferentes ideologías: la creación de una Sociedad musical en el recinto universitario. Iniciamos la labor... Una tarde estábamos allí reunidos tejiendo ideas, pues el elevado número de matrículas nos hizo pensar hasta en la posibilidad de una Facultad de Música; pero nuestros sueños se disiparon súbitamente al escuchar la retumbante voz de Pablo de la Torriente Brau: “Todo carecerá de propósito, pues van a tomar la Universidad militarmente”. Reaccionamos con una carcajada colectiva, pero poco más tarde, fieles a nuestras convicciones ideológicas, nos alejábamos de esa acogedora figura de piedra y sueño, Alma Máter, tras un persistente rumor de fusiles... Un cordón amarillo nos separaba para siempre de la Sociedad Musical Universitaria...».

II

«Una sonrisa cordial, unos bellos ojos claros, una melena con tonalidades de sol... Nariz griega, óvalo perfecto, talle juncal, música en la frase, mundanalidad en el gesto...». Así describe un cronista habanero a la promotora cultural del Lyceum, a la incansable luchadora por el derecho de sus congéneres al sufragio, que en 1934 había sido proclamada como la primera Miss Universidad (Reina de belleza del estudiantado).

Casi inmediatamente después, comienza la relación sentimental con el ser «profundo, entero, cabal, de hombría probada... carismático, apasionado, amoroso, conversador» que marcaría su existencia: Antonio Guiteras Holmes.

Sobre ese capítulo importantísimo en la vida íntima de ambos, durante el último año de la vida de él, ella misma ha dicho que estaba avalado por una «total identidad ideológica, política y cultural»; y acto seguido reconoce que había sido ella «la muchacha que él había elegido y cuyas bodas se frustraron al morir en combate en El Morrillo de Matanzas el 8 de mayo de 1935».

La casa de Calzada No. 33 (hoy 209) entre J y K, en el Vedado, donde residía Delia con sus padres, se convirtió en una especie de «Cuartel General» de la organización Joven Cuba. Las habitaciones de la planta alta eran punto de encuentro secreto, e incluso, fue allí donde se trataron los pormenores del secuestro del millonario Eutimio Falla Bonet —por cuyo concepto pudieron recaudar 300 000 pesos—, y también lo relativo a la frustrada salida de Cuba. De allí partió el líder la tarde del 7 de mayo.

Después del asesinato de Guiteras, ella y su madre son interrogadas y sometidas a vejaciones por parte de los cuerpos represivos de Batista. Alcanza a evadir la vigilancia y, en julio, viaja a México como portadora de un mensaje para el Comité Insurreccional de la Joven Cuba, asentado en el Distrito Federal. Además, en esa ocasión entrega a la madre y hermana de Tony (María Teresa Holmes y Calixta Guiteras) las pertenencias que este llevaba el día de su muerte —incluida la camisa ensangrentada—, recuperadas y vendidas por uno de los guardias de El Morrillo.

III

El viernes 29 de noviembre de 1935 un diario habanero reflejó como principal titular: Juzgada «Miss Universidad». Más abajo, junto a una fotografía, ampliaba que ella y otras tres bellas señoritas de sociedad, «acusadas de pertenecer a “La Joven Cuba” y repartir proclamas con el retrato del doctor Guiteras» habían sido condenadas —junto a dos jóvenes más—, a la pena de seis meses de prisión (expediente de reclusa No. 295146) en la Cárcel de Mujeres de Guanabacoa.

Al año siguiente, cumplida la sentencia, toma el camino del exilio hacia Estados Unidos, pues sobre ella recaía una nueva acusación, esta vez publicada en la primera plana de El País: haber financiado un complot para atentar contra la vida de Fulgencio Batista, jefe del Ejército. El Servicio de Inteligencia Militar seguía sus pasos.

Reside en Nueva York, donde participa en la campaña antifascista Pro República Española, junto a otros exiliados cubanos que luego fueron a combatir a Franco, para efectuar mítines de condena y auspiciar colectas públicas.

Vuelve en 1937. En tierra cubana se involucra en disímiles proyectos: la fundación de la Sociedad Democrática de Mujeres; la presidencia de la Sociedad de Música de Cámara de La Habana y el Patronato en las Artes Plásticas; miembro de la Directiva del Instituto de Intercambio Cultural Cubano-Soviético; la campaña pública por la libertad de los presos políticos, que culminó con la Ley de Amnistía aprobada por el Congreso; y prosiguió en sus planes de ayuda a los emigrados españoles.

Precisamente, como parte de esta última tarea, conoce al escultor valenciano Enrique Moret Astruells, ex combatiente de la Guerra Civil Española, con quien se casó en 1945. Al año siguiente nació Enrique, su único hijo.

IV

En esa época es nombrada Maestra Especial de Música del Ministerio de Educación, y luego Inspectora Auxiliar del Distrito Escolar de La Habana. También integra el selecto Patronato del Ballet Alicia Alonso. Enemiga histórica de Batista, condena el nuevo zarpazo militarista, el 10 de marzo de 1952, y desde ese momento dedica todas sus fuerzas a combatir al régimen.

Poco después, es dictada una orden de suspensión de empleo y sueldo en su contra, por su participación en las actividades subversivas e insurreccionales de la Triple A, donde convergían elementos antibatistianos.

En 1958, hostigada por el Buró de Represión de Actividades Comunistas (BRAC), marcha a México para unirse a su esposo, quien se encontraba exiliado allí. Esta vez no regresaría a la patria hasta enero de 1959.

Entonces, la Revolución solicita su contribución, y ella accede: está con Haydée Santamaría cuando se funda la Casa de las Américas, donde es miembro de su Consejo y ocupa el cargo de Asesora Especial; y cuando se crea la Federación de Mujeres Cubanas, es elegida primera vicepresidenta, con el carné No. 3, entregado por Vilma Espín. Desde esa posición representaría a Cuba en diversos escenarios internacionales.

Como no lo hizo en su juventud, ahora tampoco se ciñe al cargo de funcionaria, de ahí que preste servicios en el Departamento de Ediciones Musicales de la Imprenta Nacional, en Artes Gráficas del Ministerio de Industrias, y, posteriormente, labore junto a Elena Gil en el Plan de Superación de la Mujer, hasta su jubilación en 1980.

Cuando los empecinados en no dejar morir la memoria histórica, decidan reflejar la actuación de la mujer cubana, a lo largo de nuestro devenir republicano y revolucionario, no deberá faltar, junto a otras contemporáneas de valía como Alicia Hernández de la Barca, Mariblanca Sabas Alomá y Esperanza Sánchez Mastrapa, el nombre de Delia Echeverría Acosta.

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