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Cubanos en la vida de Lenin

A 140 años del nacimiento del líder soviético recordamos que tuvo un amigo santiaguero y contó con la solidaridad de trabajadores cubanos ante la hambruna en la joven república socialista

Autor:

Luis Hernández Serrano

Apenas se conoce cómo el líder soviético Vladimir Ilich Uliánov (Lenin) conoció detalles en torno a nuestra patria y a los cubanos.

Eso ocurrió gracias a un gran amigo suyo, nacido en Santiago de Cuba el 15 de enero de 1842: Pablo Lafargue D’Armaignac, yerno de Carlos Marx. Se supone que de él supo el líder de los comunistas rusos los primeros datos acerca de nuestro país.

Lafargue combatió en la célebre Comuna de París, suceso que influyó mucho en Lenin. También al líder ruso le impactó el conflicto hispano-cubano-americano, sobre el que escribió clandestinamente un artículo.

Ese texto llegó a las manos del Zar de Rusia, Alejandro II, y en el mismo Lenin analizaba y caracterizaba el conflicto. Para verificar en qué consistía, el gobernante zarista envió en secreto a Cuba a un coronel de su Estado Mayor, de apellido Ermalov, quien participó en la contienda, oculto entre las tropas estadounidenses y al final le rindió un detallado informe al respecto.

Pablo Lafargue era nieto por vía paterna de un francés y de una mulata dominicana, y por línea materna de abuelo israelí de origen francés y abuela india taína, descendiente directa de los aborígenes cubanos.

Médico y fotógrafo, en 1868 el santiaguero se casó en Londres con Laura Marx, segunda hija del autor de El Capital. Pablo, con 69 años, se suicidó el 25 de noviembre de 1911.

Fue Lenin quien despidió su duelo y dijo allí que Pablo era de una tierra cálida y heroica donde se había consumado la primera guerra imperialista del mundo: la hispano-cubano-americana. En su célebre libro Materialismo y Empiriocriticismo Lenin elogió a Pablo Lafargue.

Años antes en París, fue Lenin —en bicicleta— con su esposa Nadiezhda Konstantinova Krúspskaya, a visitar a Pablo y a Laura.

¿Cuántas anécdotas o detalles de Cuba le habrá contado Pablo a Lenin? ¿Cuántas preguntas le habrá hecho Lenin a Pablo sobre Cuba y acerca de aquella guerra hispano-cubano-americana? ¿Cuántas anécdotas de Marx y de Lenin habrán intercambiado los tres?

Los restos de Pablo Lafargue fueron incinerados el domingo 3 de diciembre de 1911, en el cementerio de Pére Lachaire, ante un nutrido grupo de familiares y camaradas, entre ellos Lenin.

Llamamiento mundial

Tampoco se conoce mucho que Lenin —es propicio recordarlo a 140 años de su nacimiento, que tuvo lugar en la ciudad rusa de Simbirsk, a orillas del río Volga, el 22 de abril de 1870— hizo un llamado internacional para que le enviaran ayuda al pueblo soviético ante la fuerte sequía y hambruna iniciadas en 1920.

Las siembras y cosechas de 34 provincias (casi la mitad del país) fueron diezmadas por la falta de lluvia. El líder de Rusia aludía en su llamamiento a «la necesidad de ayudar a la República Soviética (…) la primera en emprender la difícil, pero prometedora tarea de derrocar al capitalismo».

Claro que también golpeó muy duro a Rusia el cerco criminal de 14 ejércitos de igual número de naciones enemigas. Tropas de Estados Unidos, Inglaterra y Francia invadieron el territorio ruso y tomaron Múrmansk. Después soldados estadounidenses, ingleses y japoneses ocuparon Vladivostok. Divisiones norteamericanas desembarcaron en Odesa y en Crimea, en la Transcaucasia, el Asia Central y en el Extremo Oriente.

Estaba Lenin convaleciente del atentado por la espalda, con dos balas envenenadas, que le hicieron el 30 de agosto de 1918, cuando más de un millón de soldados armados cercaron y destruyeron buena parte del país. Los imperialistas yanquis, por supuesto, ayudaron a los guardias blancos y a los principales jefes contrarrevolucionarios.

El 22 de abril de 1919, día de su cumpleaños, desde el Primer Ejército del Frente Oriental llegó a las manos de Lenin un telegrama que decía: «Querido Ilich, la toma de su ciudad natal, es la respuesta por su primera herida. Por la segunda será Samara».

Y el propio Lenin comentaría: «La toma de Simbirsk es el mejor remedio, el mejor tratamiento para mis heridas. Siento un nuevo impulso de ánimo y energía. Felicito a los hombres del Ejército Rojo por la victoria, y en nombre de todos los trabajadores, les agradezco sus sacrificios».

A propósito de la situación reinante desde 1921, Lenin, en carta a Máximo Gorki, enfermo este y recibiendo atención médica en Berlín, le pedía se comunicara con intelectuales para recibir ayuda de ellos y mitigar el hambre en Rusia: «Sería útil si usted les escribiera. Los hambrientos entonces comerían más. Y el hambre es fuerte», le escribió.

También se comunicó con otros intelectuales. Y respondieron Bernard Shaw (1856-1950), Albert Einstein (1879-1955), Henri Barbusse (1873-1935) y Anatole France (1844-1924). Anatole France mandó a Rusia, al Fondo de Ayuda a los Hambrientos, el dinero en efectivo que le fue otorgado como Premio Nobel, en 1921.

La mano cubana respondió también

El pueblo cubano —una semicolonia del imperialismo norteamericano— tendió modestamente la mano solidaria a Lenin y a su pueblo. Primero le enviaron ayuda trabajadores habaneros, el 21 de agosto de 1921. Luego, el 25 de septiembre de 1922, fue transferido desde La Habana un cheque a nombre de Lenin para las víctimas de la mala cosecha.

Residía entonces en su vivienda de descanso en Gorki.

Allí, donde transcurría su azarosa recuperación por el atentado, tuvo lugar su última entrevista con los obreros que lo visitaron: un grupo de fundidores de la fábrica de Glújovo.

El 2 de octubre de 1922 Lenin llegó al Kremlin de nuevo y, desde el 12 de diciembre hasta el 15 de mayo de 1923, vivió y trabajó allí. El 27 de junio de ese año, también desde Cuba, Lenin recibió una carta con dos cheques de parte del Comité Cubano de Ayuda para Rusia.

En una de las vitrinas de la Exposición de la Casa Museo en Gorki, en agosto de 1921, se colocó una tabla que recogía con frecuencia y mostraba «la ayuda de los trabajadores del mundo a la Rusia Soviética». Allí aparecía el nombre de los cubanos.

El líder de la Revolución de Octubre murió el 21 de enero de 1924. Aún se conserva la estación de Guerásimovo, de donde en esos días tristes partió el tren fúnebre que trasladó el ataúd con su cadáver. A un siglo y cuatro décadas de su nacimiento, sigue siendo un símbolo este lugar, y su cuerpo embalsamado en el Mausoleo del Kremlin es visitado por millones de personas de todo el mundo.

Querían destruir a Rusia

Fidel dijo a Ignacio Ramonet: «Las grandes potencias querían destruir a la revolución bolchevique, la atacó todo el mundo. No se puede olvidar (…) la destrucción que ocasionaron en aquel país subdesarrollado (…) el menos industrializado de Europa (…) no le quedó a Lenin más que una opción: construir el socialismo (…) con un 80 por ciento de analfabetos y en una situación en la que tenían que combatir contra todos los que los atacaron y donde los principales intelectuales (…) se fueron».

Fuentes bibliográficas:

V.I. Lenin. Esbozo biográfico, Moscú, Editorial Literatura Política, 1966, de G. Obychkin, K. Ostoújova, A. Smirnova y E. Steliferóvskaya.

Casa-Museo de V. I. Uliánov (Lenin) en Gorki, Edit. Ráduga, Moscú, 1984.

Cien horas con Fidel. Conversaciones con Ignacio Ramonet, Tercera Edición, Oficinas de Publicaciones del Consejo de Estado, 2006.

Archivo del autor.

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