Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Latir con Vilma

Este siete de abril ochenta y un años cumpliría Vilma Espín Guillois, la eterna heroína de las calles del Santiago rebelde y las invictas montañas del Segundo Frente

 

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

SANTIAGO DE CUBA.— Este 7 de abril su ciudad natal amaneció con ella en el recuerdo. Ochenta y un años cumpliría la segunda de los seis hijos de José Espín y Margarita Guillois, la eterna heroína de las calles del Santiago rebelde y las invictas montañas del Segundo Frente.

Por eso en la sonrisa de los niños de los círculos infantiles —que hace medio siglo fundó—, y entre los pioneros que visitan por estos días su casa y la evocan en matutinos, despertó el gesto de la niña inquieta y preguntona, que soñaba con las ciencias, trepaba a los árboles y aprendió temprano a rebelarse contra el abuso y la mentira.

Pasillos poblados de adolescentes y las aulas de la sexagenaria Universidad de Oriente revivieron el paso de la jovencita enamorada de las Matemáticas que quería pilotar aviones o estudiar Medicina, para ser cirujana del corazón, y terminó graduada como Química Industrial en un centro que contribuyó a legalizar y defendió a mano limpia de cualquier manejo que enturbiara su alto cometido.

Otra vez se sintió la risa franca y el andar elegante de la capitana del equipo de voleibol, la soprano solista de dulce voz en la coral universitaria, la estudiante tenaz que aprendió de maestros hijos de mambises a amar la verdadera historia de Cuba y comprendió, para siempre entre los recovecos de la loma de Quintero, que era correcto luchar para completar los sueños de Martí y Maceo.

Santiago despertó este jueves cobijada por la intrepidez de la muchacha de armas, madrugadas, reuniones y clandestinaje, sin que le inmutara el peligro; la amiga entrañable de Frank País, Ramos Latourt y tantos otros; la guerrillera que cantaba viejas canciones cubanas mientras desafiaba las balas en el Segundo Frente y encontró el amor entre los picachos de la Sierra Cristal.

Como el más preciado tesoro enarbolaron las mujeres santiagueras el legado de virtud de la eterna Presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas, de la luchadora infatigable por derrotar prejuicios y ataduras seculares; la madre, fiel al ejemplo de sus antecesores, que educó a sus hijos en el apego a la justicia, la honradez, la austeridad, la sensibilidad, el amor al estudio, a la lectura y a la superación cultural.

Vilma sembró en Santiago la pureza de su ejemplo, esparció su ternura entre el aire rebelde del mar y la montaña. Por eso este jueves hubo flores nuevas ante sus cenizas en el Mausoleo a los Héroes y Mártires del Segundo Frente y en el parque Frank País, de la colina de Punta Gorda.

Hasta cada uno de estos lugares, testigos de su huella, acudieron sus eternos compañeros de lucha, Asela de los Santos entre ellos, y sus continuadoras y seguidores de todas las edades. Y se vistió de largo el buen arte que tanto amó.

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