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La clave está en el libro de texto

Desde cualquier lugar del país se tiene posibilidad de salir airoso en la prueba de ingreso a la Educación Superior en la asignatura de Historia, sostiene uno de los profesores que concibió el examen

Autor:

Margarita Barrios

«En el examen de Historia de Cuba para el ingreso a la Educación Superior, un alumno de cualquier lugar del país, con más o menos diferentes niveles de desarrollo, incluso el que no haya tenido profesor, si tiene voluntad de estudio y utiliza adecuadamente el libro de texto de preuniversitario, tiene posibilidad de salir airoso», sentenció el profesor Horacio Díaz Pendás, quien participa en el colectivo de profesores que elaboran esas pruebas.

«A través del tiempo, no ha habido una sola pregunta de estos exámenes que no tenga su respuesta debidamente fundamentada en el contenido de las páginas del libro de texto de la asignatura», enfatizó.

«No les preguntamos más allá de sus posibilidades, y ese libro lo tiene cada uno de los estudiantes a su disposición».

Al referirse al cuestionario del examen, el profesor precisó que por lo regular cuenta con cinco preguntas: «Las dos primeras tienen que ver con la etapa colonial, la tercera está comprendida en el período histórico entre 1899 y 1952, es decir la República; la cuarta se refiere a la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista, es decir entre 1953 y el primero de enero de 1959, y la última es a partir del triunfo revolucionario.

—Para esta prueba el estudiante no debe solo conocer los datos históricos, sino también tener un dominio del idioma.

—A la hora de calificar se toma en cuenta que los alumnos manejen los hechos, conozcan los datos para construir una argumentación, para explicar algo, para presentar ideas de manera coherente.

«Claro que el idioma es imprescindible, la ortografía. Esto se evalúa con sentido de justicia pedagógica, y las preguntas el tribunal las califica tomando en cuenta esos factores.

«Existen unas claves para calificar que confecciona el mismo colectivo que hace los exámenes, que son una guía para la acción, porque en cada territorio existen tribunales de calificación, integrados por personas muy capaces, quienes con su experiencia realizan esa labor.

«A un alumno se le pide, por ejemplo, argumentar. Si solo pone los hechos y están correctos, se toma en cuenta; pero no tendrá la máxima calificación, esa será para quien con esos elementos sea capaz de redactar, con un lenguaje a la altura del que debe utilizar un graduado de bachillerato. El examen no renuncia a la exigencia, pero con sentido de justicia.

«La realización de los exámenes de ingreso a la Educación Superior es un punto de apoyo a la calidad. La Revolución es la oportunidad de todos para llegar, pero eso no quiere decir que el esfuerzo, la preparación, la autoexigencia para hacerse acreedor de esa posibilidad no sea acompañante imprescindible de ese derecho», significó.

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