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La juventud es el motor del cambio

Cuba llega al Día Mundial de la Población, dedicado a los jóvenes, con una plataforma de actualización de la sociedad que abre expectativas. De la participación de este grupo etario en esa dinámica habla la Doctora Natividad Guerrero, directora del Centro de Estudios sobre la Juventud

Autor:

Agnerys Rodríguez Gavilán

A la pregunta de con qué juventud o juventudes contamos en este momento en Cuba, la Doctora Natividad Guerrero Borrego responde con una frase breve, pero de profundidad y alcance incuestionables: «Estamos hablando de una juventud dispuesta y alegre, con ciertos conflictos por resolver, pero con tremenda disposición para solucionarlos, y con unas ganas enormes de encontrar alternativas que le permitan satisfacer sus necesidades de cualquier índole».

Lo dice desde la convicción y la responsabilidad que dan los más de 35 años de su vida dedicados a la investigación, estudio y análisis de ese importante grupo.

Dialogamos con la Doctora Natividad a propósito del Día Mundial de la Población, que se celebra este lunes 11 de julio. En el caso de nuestro país el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) le concedió especial atención y relevancia a la situación de los jóvenes, las mujeres y las niñas, grupos imprescindibles para el desarrollo sostenible del planeta.

Nuestra entrevistada, además de ser una experta en temas relacionados con este grupo poblacional, dirige el Centro de Estudios sobre la Juventud (CESJ), institución anfitriona de las celebraciones, cuyo propósito mayor a nivel global es el de despertar el interés sobre los acuerdos internacionales en población y desarrollo, y llamar la atención sobre los desafíos de la humanidad.

Se espera que el planeta alcance los 7 000 millones de habitantes el próximo 31 de octubre, y tan importante acontecimiento —una victoria de la especie humana, aunque a algunos les parezca lo contrario— le sirve de pretexto al UNFPA para recordarnos a los habitantes del mundo la necesidad de «contar los unos con los otros, porque cada persona es importante».

¿Cuál puede ser la contribución de la juventud cubana en ese desafío de vivir juntos en un planeta saludable? ¿Qué más puede hacer la generación joven en la apuesta de desarrollo sólido y sostenible para el país? ¿Cómo pueden los jóvenes, el Centro y la población en general insertarse más en la construcción de un futuro posible?

Hoy —asegura la Doctora Natividad— hay muchos espacios para participar. Con la implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, y la Conferencia que está por celebrarse, hay muchas estrategias por desarrollar y, por ende, muchas expectativas con respecto a la vida social que nos espera, y en torno al desarrollo económico.

Eso quiere decir —apunta— que ahí está la juventud pensando cómo se inserta más, cómo cada uno va a poder tributar y tributarse.

«Aunque hoy se piensa más en cómo me tributo, la implicación personal hace que haya una responsabilidad social. Por ejemplo, detrás del estudio para llegar a ser alguien y alcanzar determinado puesto o profesión que quiero, hay una consecuencia social: que ese profesional, formado en este sistema social, pueda revertir lo que la sociedad le aportó.

«Es un ciclo que no se termina. El hecho de que también los jóvenes de hoy piensen en mejores plazas de trabajo, en estudiar para alcanzar determinados puestos, hablando del empleo, quiere decir que cualquiera de las profesiones va a tributar socialmente a alguien, a muchas personas, y eso también es importante.

«Desde el empleo hay mucha tela por donde cortar, con muchos matices. Desde el estudio, con tanta necesidad de que se reoriente a la adolescencia en cuanto a qué quieres estudiar y hacer, también hay desafíos.

«Igual sucede con la recreación. Que las alternativas pasen porque la gente opte por lo que quiere y puede personalmente, y no esté pensando ni esperando que la sociedad le satisfaga sus necesidades recreativas, genera participación, satisfacción personal y social.

«Y desde la sexualidad, enfrentamos hoy muchas situaciones complejas en cuanto a valores en la sociedad. Por tanto, tenemos que asegurar que los más jóvenes estén formados para que puedan asumir una vida sexual y reproductiva con la responsabilidad que demandan estos tiempos».

—¿Qué debe hacerse para que no desaprovechen esa oportunidad?

—Tendríamos que trabajar de manera intensa para que ellos estuvieran listos, y tuvieran todas las posibilidades reales de ocuparse y de continuar el desarrollo poblacional.

«Para Cuba el hecho de que exista una agencia que se ocupa, justamente, de los problemas de población es muy importante. El Gobierno, y un grupo importante de organismos e instituciones, viene trabajando con el UNFPA desde hace más de tres décadas. El Centro lo hace desde hace varios años.

«Ello posibilita que el CESJ cuente con información internacional y participe en la presentación de los informes sobre el Estado Mundial de la Población. Eso nos permite observar y analizar cómo marcha el mundo en temas de juventud, e internamente comparar e ir viendo cuáles son las diferentes problemáticas de la juventud cubana, que existen como en todos los lugares.

«Recordemos que no se trata de una sola juventud, y que no toda la juventud piensa igual, ni en Cuba ni en el resto del mundo. Es necesario para el debate y la acción entender que hablamos de juventudes».

—Uno de nuestros desafíos es la convivencia intergeneracional provocada por el envejecimiento poblacional. ¿Cómo asumirla?

—No tenemos la medida exacta de dónde está lo que tendríamos que modificar de ambas partes. Creo que hay que ir dando y recibiendo. En eso hay un justo medio, que debemos encontrar. Hablaría, por ejemplo, de los diferentes grupos, y cómo se expresan en la familia, en la que hay ciertas incomprensiones entre adultos y jóvenes, padres e hijos, abuelos e hijos, y los abuelos con los padres y con los hijos. En fin, hay todo tipo de intercambio y de trama complejos, en términos de relaciones sociales, donde aparecen conflictos, por hablar solamente de la familia.

«Por tanto, si en la familia hay determinados conflictos que no permiten que unos y otros se pongan de acuerdo, creo que en todos los espacios sociales sucede lo mismo.

«El punto está en el respeto, en saber cuánto me aporta quién y cómo gano, a veces, cediendo.

«Yo hablaría entonces de participación en los diferentes espacios. Y para fortalecerla tenemos que entender y saber qué significa esa palabra, porque siento que hay ciertas distorsiones. Participar no es estar, no es tener una presencia. Es tomar parte, tomar decisiones y poder saber que mi criterio vale.

«Para que cada persona cuente no es que esté dibujada, sino que pueda expresar su opinión y que, además, esta sea tenida en cuenta, en todos los espacios. Por tanto, considero que habría que revisar cuánto damos y cuánto cedemos, para que esto sea posible, en cualquiera de las partes.

«Tenemos que pensar diferente. Hoy el adulto mayor es una población mucho más amplia, con mucha experiencia acumulada, con cosas que decir, porque la mayoría no está enferma; tenemos que integrarlos e interactuar.

«Podemos y debemos transformar eso, porque no pertenecemos a las culturas orientales, donde se bebe naturalmente de la savia de esos adultos. No nos hemos dado cuenta de que hay un mundo descubierto y experimentado que está allí, y de pronto queremos descubrirlo.

«No creo que podamos establecer: la juventud es así y no tiene en cuenta a los adultos; o los adultos mayores no tienen en cuenta a los jóvenes. Hay matices y puntos medios en los diferentes espacios y tenemos que identificarlos y usarlos de la mejor manera posible para la construcción colectiva de una convivencia saludable».

La Doctora Natividad apunta que es una satisfacción y una oportunidad organizar la actividad fundamental por el Día Mundial de la Población, en el año en que el Centro está celebrando su aniversario 40.

«En este minuto estamos trabajando con el UNFPA en temas asociados con la salud sexual y reproductiva, y las adicciones, entre otros. De cara al futuro hemos identificado otros que se van a ir desarrollando. Estamos proponiendo para el próximo ciclo de colaboración impulsar la participación como un derecho en diferentes proyectos.

«Es muy probable que podamos contar con un proyecto financiado por el UNFPA que fortalezca la participación de niños y adolescentes en la vida social, en sentido general, allí en sus espacios. El propósito es desarrollar en ellos habilidades que les permitan hacerlo y sepan qué les tocaría de manera concreta. Eso facilitaría que se expresen en espacios como la escuela, y que puedan defender el derecho a la aportación. Luego aplicarían esta capacidad en la familia y en otros escenarios sociales».

Mientras llega ese momento, el Centro encauza algunos proyectos a pequeña escala en secundarias básicas de La Habana Vieja. El objetivo esencial es empoderar a los adolescentes, potenciarlos y mejorar su capacidad para asumir la vida.

«Y no estoy hablando solamente para aceptar la vida adulta, sino la vida joven, y prepararlos mejor. Con el Fondo también pensamos hacer una caracterización de la juventud cubana, a partir de estudios que nos facilitan aproximarnos, porque siempre una encuesta lo que ofrece son elementos que permiten ofrecer un perfil de nuestras juventudes».

—¿Puede entonces la juventud cambiar el mundo, tal como expresa un mensaje del UNFPA?

—Sin duda. La juventud es un motor impulsor para toda la vida. Le ha tocado a todas las juventudes cambiar el mundo, en todos los tiempos. Y lo hará, aunque los adultos no queramos. Ahora, en estos, lo haría mejor y más rápido, si estuviera acompañada de los adultos, y si estos estuvieran en plena disposición de dar las herramientas necesarias para que sea posible.

«Debemos encaminar esa relación desde la interacción y la integración. Por eso, al mensaje del UNFPA le pondría que el acompañamiento adulto es importante para que el cambio sea en el menor plazo y de la mejor forma posible».

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