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Los latidos que necesita el barrio

Con alrededor de un 32 por ciento de jóvenes integrados a las direcciones de base en todo el país, los Comités de Defensa de la Revolución siguen apostando a ser una organización más atractiva para las nuevas generaciones

 

Autores:

Odalis Riquenes Cutiño
Yoelvis Lázaro Moreno Fernández
Litzie Álvarez Santana

CIENFUEGOS.— Desandan el barrio con la agilidad de sus pocos años, y sus ocurrencias infantiles hacen sonreír a más de un vecino de la cuadra, esos que los han visto crecer entre bailes de trompo al mediodía, las carreras de chivichanas, el cochecito con muñecas y las acaloradas anécdotas de los juegos de pelota.

Sin embargo, de vez en cuando los protagonistas de estas escenas cotidianas detienen su agitado paso y, con sus travesuras a cuestas, se aventuran a tocar a las puertas del barrio para pedir botellas, pomos y tubos de pasta con el objetivo de recolectar materias primas. La pequeña tropa también cita a la reunión de esa noche o invita a todos los de casa para la fiesta de la caldosa.

Quien escuche estas historias podrá ponerles nombre y apellidos a esos niños que en su cuadra juegan a entusiastas activistas de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), influenciados por los padres, el presidente del barrio u otros dirigentes.

Y aunque la realidad muestra una estructura con conquistas acumuladas en territorios como el cienfueguero —provincia Vanguardia Nacional por tercer año consecutivo en la emulación cederista—, los CDR en el país tienen que seguir apostando a ser una organización más atractiva para las nuevas generaciones.

Mirada joven

¿Hacia dónde van los CDR? y ¿qué hace falta para dinamizar la vida en el barrio?, fueron algunas de las interrogantes que este diario hizo a sus protagonistas más jóvenes en la Perla del Sur y en territorio santiaguero, con el propósito de encontrar claves para que la organización de masas más grande de Cuba perfeccione su trabajo y sume a los más nuevos de casa.

Serguei García Martínez, quien con solo 26 años ya acumula casi una década de experiencia como dirigente de los CDR, aludió a la mayor responsabilidad y compromiso que debe tener cada uno de sus miembros.

Este joven —quien se inició en la dirección de esta organización de masas a los 18 años como Ideológico de un CDR primero, luego al frente de la Vigilancia en una zona, para más tarde pasar a formar parte de la Dirección Municipal y posteriormente ser miembro profesional de los CDR en la provincia—, hoy cumple tareas en la Dirección Nacional de esta organización y nos pone al corriente de los apremiantes cambios que se necesitan.

Según su criterio, es importante completar las estructuras de base de la organización y lograr la participación de todos los miembros de la cuadra en el proceso de selección.

Insistió, además, en la necesidad de elegir al más idóneo para cada cargo, una de las problemáticas a las que se ha enfrentado la organización en los últimos tiempos. «Es difícil identificar a esos líderes capaces de convocar e impulsar acciones, pero hay que hacerlo, porque de ello depende el buen funcionamiento», añadió.

Para Yoandry Pacheco Velázquez, miembro no profesional de los CDR en el municipio cienfueguero de Cumanayagua, la organización tiene entre sus retos prestarle atención a las inquietudes de los jóvenes, para integrarlos a las actividades, siempre respetando sus intereses y la variedad de criterios que defienden.

Este licenciado en Terapia Física y Rehabilitación ponderó la importancia de fomentar el conocimiento de la historia de esta organización, de sus objetivos, que nunca deben perderse de vista.

«Es que los CDR deben recordar sus responsabilidades —refiere la coordinadora provincial cienfueguera Martha Ojeda Sánchez—, entre las que figura la realización de los actos de arribantes a los 14 años, por citar alguna. A estos adolescentes debe convocárseles para un pequeño encuentro con sus vecinos, donde un fundador, o un dirigente, les explique cómo surgimos, quién nos fundó. Esta actividad culmina cuando el joven se compromete, frente a los miembros de su cuadra, a participar en las acciones que desarrolla el Comité. Algo semejante debería ocurrir cuando se despide a alguien que cumplirá el Servicio Militar Activo».

Poner la primera piedra

Sin que mediaran formalidades, Maydiel Trujillo Matos inició la conversación, y aclaró que sus cuatro meses de experiencia como presidente de un CDR tal vez no sean un aval relevante para convertirlo en voz autorizada del trabajo cederista.

Este joven dirigente del CDR 7, de la zona 154, perteneciente al reparto Punta Gorda, de Cienfuegos, considera que en el barrio urge el protagonismo de la fuerza joven.

«Hoy nos preguntamos por qué algunos muestran cierta apatía, sin analizar que el primer paso para convencerlos es convocarlos, algo tan sencillo que a veces obviamos por completo.

«Lograr que pongan la mirada y su interés en los CDR, mas allá del marco de las actividades que se celebran como saludo al 28 de Septiembre, es el principal desafío que tenemos quienes dirigimos en la organización. No podemos creer que cumplimos con solo llamar a la puerta de los jóvenes e invitarlos a donar sangre, sin explicarles la importancia de esta conducta solidaria», insistió.

Este joven trabajador social, que en pocos meses ha logrado activar a los vecinos de su cuadra, consideró que otro de los problemas que afronta la organización es la cobertura total de su ejecutivo. «Muchas personas hasta desconocen que hay cinco cargos de los CDR en la cuadra».

El también graduado en Psicología aludió a la problemática de las reuniones, a las cuales en ocasiones asiste una sola persona por domicilio —los adultos en su mayoría—, lo que impide la socialización de las experiencias entre las diferentes generaciones.

En el diálogo también ponderó la necesidad de rescatar la vigilancia en todos los barrios del país: «El pedacito que tenemos hay que cuidarlo mejor, más hoy, cuando las indisciplinas sociales necesitan mayor enfrentamiento».

El entusiasta presidente cienfueguero está entre quienes defienden que no podemos esperar a que alguien venga a solucionar nuestros problemas en el barrio. «Si pintamos, chapeamos y ponemos linda nuestra cuadra, somos nosotros los mayores beneficiados. Si esperamos que otros tiren la primera piedra, los problemas se acumulan y se pierde la perspectiva», comentó.

Romper lanzas

Por su parte, el más joven coordinador municipal de los CDR en tierra santiaguera, Joel Paz Pérez, sostuvo que darle protagonismo a los nuevos en el trabajo del barrio es defender la lozanía de la cincuentenaria organización.

El novel coordinador de los CDR en Segundo Frente tampoco concibe un cuadro de la organización que no sienta por lo que hace. Por eso, con la pasión de quien declara amanecer todos los días pensando en cómo instrumentar un cambio en las personas en torno a cómo dirigir los CDR, asume el reto, imprescindible, de perfeccionar el funcionamiento de las estructuras de base, desde la transformación en los métodos de dirección.

Este joven, quien con 35 años atesora experiencias de todos los colores en el trabajo de una organización que en varias partes de Cuba parece ser tierra de abuelos y adultos, cree que mientras más libertad le demos a los jóvenes para llevar adelante sus proyectos, con la autoridad y el protagonismo de la organización en la comunidad, estaremos sembrando en ellos el amor por los CDR.

«Las personas tienen que entender que los tiempos son otros y debemos darle paso a esa juventud para que realice las ideas que tienen, por supuesto, siempre respetando y cuidando la organización y nuestra Revolución.

«Tenemos que darles la oportunidad a los muchachos de que, con el asesoramiento de los más experimentados, dirijan sus Comités y lo hagan a su forma. A veces no caemos en cuenta de que estamos en los 2000, cuando lo que urge es pensar en cómo darle mayor motivación a la gente para que participe, que las reuniones  deben ser dinámicas, pues la vida está muy cargada».

En opinión de este líder de la comunidad «las generaciones que nos antecedieron, tienen que darle a la juventud su lugar en el barrio. En un CDR en el que las ideas de los más experimentados y de los más jóvenes se unen, los avances son notables. Y hacia ahí hay que seguir caminando para que la organización se mantenga joven aunque siga cumpliendo años».

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