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Yo seré solamente un ciudadano y patriota cubano (+Fotos y Video)

René González Sehwerert, tras derribar un muro más de la injusticia, tiene como prioridad seguir trabajando por la libertad de sus cuatro hermanos

Autor:

Juana Carrasco Martín

Un mensaje a los jóvenes cubanos en boca de René González Sehwerert suena a lección sabia: «Que aprendan a querer su historia, que estudien mucho, sobre todo Historia. Que aprendan por qué estamos aquí, y por qué tenemos que seguir defendiendo esto. Son momentos difíciles, complicados, pero tenemos que profundizar en nuestras raíces y hacer que la juventud se apropie de lo que estamos construyendo, porque no hay muchas más alternativas y tenemos que defender esto».

Lo dice quien ha pasado 13 años de su vida en una prisión injusta, y en ella ha hecho historia junto a sus cuatro hermanos que todavía permanecen en la ergástula imperial.

Este lunes 6 de mayo puede hablar libre, ha iniciado los trámites para renunciar a su ciudadanía estadounidense.

«Logramos derribar un muro» —sé que lo dice en plural porque está la firmeza de los Cinco, de su familia que en la lucha se ha convertido en una sola, de Cuba y de la solidaridad internacional—, pero todavía quedan otros muros por derribar y para René ese es «el compromiso primero» y así lo hace saber.

Llega con emociones encontradas a este momento de la batalla, cuando tenía una «libertad supervisada absurda», porque el cambio de posición del Gobierno de Estados Unidos, precisado por las circunstancias, ocurre cuando ha perdido lamentablemente a su padre, Cándido, y ese es el catalizador para la decisión de la jueza Joan Lenard de permitirle permanecer en Cuba a cambio de la renuncia de la ciudadanía, algo que había solicitado René en más de una ocasión.

«Pero creo que prima la alegría, la felicidad de estar aquí, de sentir el cariño de la gente cuando uno anda por las calles, y saber que para mis hermanos es un pequeño rayito de esperanza, es una alegría que ellos reciben en la cárcel. La imagen de mi reunión con mi familia es una esperanza para ellos, es la visualización de algo que ellos ven posible. Y lo que es fundamental, mi incorporación a esta lucha, que va a ser mi prioridad. Una vez que hayamos finalizado todo este asunto de la libertad supervisada, veremos cómo incorporarnos a esa lucha y hacer el máximo para que al final se haga justicia o se corrija esa injusticia, porque ya la justicia no se puede hacer. Y que ellos regresen con nosotros».

Lo reitera cuando responde a la pregunta de en qué trabajará en Cuba… «Todavía no he tenido tiempo de pensar que haré a partir de ahora». Sin embargo, no titubea: «Mi prioridad son nuestros hermanos… seguir trabajando por su libertad… y merecer ese cariño del pueblo».

René precisa algunos elementos del proceso: «La jueza nos dio un período hasta el día 16, lo que hicimos hoy fue el primer paso de ese proceso, que es la solicitud de la renuncia a la ciudadanía. Lo que queda, ya depende de ellos, un certificado que ellos van a redactar a partir de mi solicitud y una vez que estén firmados los documentos, queda en manos del Gobierno norteamericano, del Departamento de Estado, el aceptar la renuncia. Ellos, antes del día 16, deben emitirme una certificación de pérdida de la ciudadanía.

«Una vez que esa certificación me sea entregada, yo seré solamente un ciudadano y patriota cubano», y siento como se le hincha el pecho, sonríe y aprieta con cariño la mano de Olguita, su esposa, quien también sonríe.

Es una historia larga y de alguna forma el pueblo cubano se ha visto vinculado a ella, dice del apresamiento de los Cinco, del juicio, de la dureza de la prisión que en un principio se les aplicó con el máximo rigor con el propósito de que cedieran, lo que demoró durante dos años el inicio de «un juicio largo, plagado de irregularidades, en el que los fiscales simplemente se olvidaron de su legalidad, actuaron arbitrariamente».

Una prueba que enfrentaron con los recursos que tenían, cada uno a su manera: «Yo haciendo ejercicios; Antonio, como saben, comunicándose, haciendo sus pinturas; Ramón en su deporte; Fernando estudiando, y Gerardo con ese humor que tiene, que lo eleva por encima de cualquier tragedia, pero al mismo tiempo no podemos olvidar que sufriendo la posibilidad de morir en la cárcel.

«O sea un proceso duro, pero mi presencia aquí dice que se puede enfrentar. Hay que enfrentarlo con toda la moral que nos ha dado primero haber crecido aquí y estar defendiendo esto».

René señala lo que cree que fue un elemento muy importante frente a los fiscales y con la población carcelaria, el que «nos vieran como gente de dignidad, la dignidad que emanó de esta lucha, nos dio frente a la prisión un estatus y eso nos permitió, a los Cinco, pasar esta etapa sin problemas, inclusive hasta con el respeto de los carceleros en la mayor parte de los casos.

Es una lucha, es una experiencia terrible, pero de la que uno, si se lo propone, puede salir. Aquí estoy yo, y los cuatro están en la misma disposición de seguir luchando, pero no podemos olvidar que no lo merecen. Lo importante es saber que son 15 años, que multiplicados por cuatro son 60; bueno conmigo, 75 años, en conjunto, de injusticia, robados a cinco familias cubanas, robados a cinco cubanos que debíamos estar aquí, y creo que es importante que no olvidemos eso. Que es lo más importante, que tenemos que seguir luchando para que ellos regresen. Van a resistir, no se van a doblegar, pero tenemos que traerlos».

René agradece «la solidaridad que es abrumadora», y confiesa que les afectaba no poder responder a todas las cartas, que tanto les apoya. «Nos perdonan no poderles responder», y se lo dice a la gente cubana,a la que le siente la misma esencia, la solidaridad, el espíritu, y el cariño de siempre. Y para Obama le desea «Coraje, es todo lo que necesita, tener coraje para hacer justicia».

¿Qué le falta a la campaña de solidaridad?, le pregunta un periodista, tan preocupado como los demás por lograr el regreso de todos: «Le falta una sola cosa, que se entere la sociedad norteamericana, que el pueblo sepa que el Gobierno nos puso en prisión para defender a sus terroristas, y para hacerlo obligaron a una jueza a decirme a mí: El terrorismo es malo, pero tú no tienes derecho a combatirlo aquí…

Por cualquier vía que puedan acceder a la sociedad norteamericana, háganlo, porque ellos tienen que saber…».

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