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Células para regenerar vidas (+ Fotos y Video)

Un primer ensayo con células madre adultas mejora la calidad de vida de pacientes parapléjicos y cuadripléjicos

Autor:

Yuliet Gutiérrez Delgado

Investigadores cubanos continúan demostrando la eficacia de la medicina regenerativa en la terapia de otros padecimientos en los aún no se había aplicado. A los alentadores resultados obtenidos en el tratamiento de enfermedades pulmonares, angiológicas, óseas, oculares, musculares y tendinosas, estomatológicas y del corazón, se une ahora el empeño de regenerar células del sistema nervioso central.

Y es que renovar células nerviosas de la médula y el encéfalo continúa siendo un desafío para los científicos. En la actualidad esta línea de investigación cuenta con muy pocas referencias a nivel mundial y solo se han reportado algunos estudios en Brasil y Japón.

En este sentido, en Cuba ya se dan los primeros pasos. Especialistas del Hospital General Docente Enrique Cabrera, del Nacional de Rehabilitación Julio Díaz y del Instituto de Hematología, en la capital, realizaron un primer ensayo terapéutico con el objetivo valorar la eficacia, seguridad y factibilidad del implante de células madre adultas del propio paciente en lesiones traumáticas raquimedulares crónicas, aquellas en las que el individuo queda parapléjico o cuadripléjico, es decir, sufren un trauma en la médula y, desde ese nivel del daño hacia abajo, pierden todos los movimientos y reflejos.

Para conocer de los resultados de esa investigación, Juventud Rebelde conversó con el doctor Alberto Benítez Herrera, jefe de Servicio de Ortopedia y Traumatología del Enrique Cabrera y autor principal del proyecto, quien comentó que devolverles la movilidad y sensibilidad a los lesionados medulares no tiene solución actualmente en el mundo. De ahí que en 2009 comenzaran la terapia celular en personas que padecen estos traumatismos.

Este primer ensayo, que terminó en 2013, incluyó a más de 25 personas con lesiones medulares. La única posibilidad de recuperación que tenían hasta ese momento era ingresar en un centro de rehabilitación como el Hospital Julio Díaz, y allí someterse a un plan para rescatar algunas funciones motoras y sensitivas. Sin embargo, los crecientes avances en la terapia celular, dada la ilimitada capacidad regenerativa de las células madre ofrecen nuevas posibilidades para la neurogénesis. (regeneración de células nerviosas)

La muestra seleccionada estuvo conformada por tres grupos: el primero comprende a los lesionados a partir del año y medio hasta los cuatro de accidentado; el segundo, de cuatro a ocho, y el tercero, de ocho a 12 años.

«Decidimos hacer el implante en lesiones medulares crónicas, porque no sabíamos si realmente en lesiones traumáticas agudas (en el momento prácticamente del accidente, o posterior inmediato de este) la mejoría se debía al implante o a que simplemente el paciente iba a evolucionar. Por lo general, cuando se produce un traumatismo de este tipo, deja edema e inflamación que puede desaparecer con el tiempo. Por eso, el implante lo hicimos en lesiones medulares crónicas después de año y medio de ocurridas.

Hitos en neurogénesis

Santiago Ramón y Cajal, neurólogo español y premio nobel de Medicina en 1906, estableció principios en ese campo: en primer lugar, sostuvo que cuando había una lesión del sistema nervioso central —comprende encéfalo y médula—, las células nerviosas no se regeneraban; segundo, que había alguna información genética en estas estructuras que no permitían la neurogénesis y que inhibían el crecimiento de la neurona, lo cual no sucedía así en el sistema nervioso periférico.

A partir de 1960, el investigador norteamericano Joseph Altman demostró en pruebas experimentales con ratas la existencia de regeneración en bulbo olfatorio, en la sustancia subventricular (debajo de las cavidades ventriculares del cerebro) y el núcleo dentado del hipocampo, o sea, en el encéfalo. Esas revelaciones no tuvieron repercusión hasta la década del noventa del siglo XX, cuando se descubrió que la regeneración se producía no solo en embrión —como aseguraba Cajal—, sino también en la etapa postnatal de mamíferos y humanos, lo cual luego se probó y por eso se iniciaron dichos estudios en ratas y humanos.

En la década del noventa, el boom en el uso de la medicina regenerativa abrió nuevas perspectivas a la reproducción de células del sistema nervioso central. Uno de las vías por las que se puede lograr esto es mediante el uso de células madre, específicamente las pluripotenciales, células muy jóvenes, inmaduras, que colocándolas en ese entorno pueden transformarse en células nerviosas. Al respecto, en los primeros años del presente siglo, se han dado a conocer muchos trabajos experimentales sobre la temática, fundamentalmente en ratas y conejos.

Caminos hasta el implante

No todos los pacientes pueden ser incluidos en el ensayo clínico con células madre desarrollado por los galenos cubanos. De acuerdo con el doctor Benítez Herrera, al paciente se le hace una serie de pruebas y es incluido en el ensayo si cumple los indicadores establecidos: presentar lesiones medulares crónicas de más de año y medio, no participar en otro estudio, ni padecer enfermedades asociadas con contraindicaciones y consentimiento informado.

«Después realizamos la estimulación de las células madre, mediante el uso de fármacos de producción nacional: citocinas hematopoyéticas como el leukocim. Estas formulaciones son administradas dos días antes de la operación, lo cual hace que las células madre de la médula salgan hacia la periferia, donde pueden obtenerse mediante una extracción de sangre, que es procesada en el Instituto de Hematología para adquirirlas. En las próximas 48 horas ese concentrado celular es introducido por técnica tradicional en el lugar de la lesión medular, aplicándose tres implantes por encima e igual número por debajo de esta.

« El leukocim y la eritropoyetina recombinante, después de la operación se administran en el postoperatorio y durante los siguientes seis meses para seguir protegiendo las células nerviosas», agregó.

Avances y perspectivas

Una encuesta realizada a más de 25 beneficiados con la terapia celular en lesiones medulares reveló que el 76 por ciento de ellos afirman que han mejorado su calidad de vida. En cambio, solo seis señalan que están iguales y otros dos abandonaron el tratamiento.

«El estudio evidenció —expresó Benítez— que los atendidos de forma más reciente, a partir del año y medio hasta el cuarto, lograron mejores resultados que los del segundo (4-8) y el tercer grupo (8-12)».

La mayoría de los pacientes tratados -destacó- mejoraron el control de sus esfínteres: en la micción y defecación,  alcanzan un control que antes no tenían. Un considerable grupo incrementó su nivel sensitivo, y otro la movilidad de las extremidades, pues hacen algo que antes no lograban. No es que caminen sino que alcanzan mayor control y fuerza muscular, aclaró Benítez, quien también consideró que ellos pueden seguir mejorando y que quizá requieran de otros implantes, pues hasta el momento se les hizo solo uno.

Con respecto al alcance y perspectivas del estudio, dijo que continuarán la investigación, porque la regeneración del sistema nervioso es un proceso complejo y a largo plazo. «Hasta ahora los pacientes tratados tienen tres años de evolución; tenemos que determinar si la mejoría se mantiene o aparecen nuevos cambios. Lo que está planteado es continuar trabajando en lesiones medulares establecidas. De obtener resultados más definitorios, podríamos valorar su extensión a otras afecciones», puntualizó.

En la propia piel

«Tuve un accidente en moto en noviembre de 2005, que  provocó una lesión en la columna a nivel dorsal y que me imposibilita caminar. Perdí la fuerza en los brazos: no podía sostener un vaso de agua. También perdí el control de los esfínteres, contó Joaquín Addiel Morales Fleitas, un joven de 35 años del municipio de Marianao, quien tuvo que hacerse dos operaciones: la primera, para la descompresión de la médula, y la segunda, para fijar la columna.

En abril de 2009 le realizaron el implante de células madre. «Al mes de operarme— recordó—sentí con más intensidad los deseos de orinar y defecar. Por la noche me despertaba ante estas sensaciones, algo que no me sucedía antes. Ya no tengo que estar con sondas, cuando lo hago es por rutina y recomendación del urólogo para evitar residuos en la vejiga».

Después de la terapia celular, también empezó a «sentir dolor en la columna y las piernas» y mejoró «la sensibilidad profunda». «Antes me cansaba con facilidad, pero después del implante—recalcó— he logrado más resistencia y control, puedo hacer más ejercicios, lo que me permite ser más independiente y valerme por mí mismo».

«Cuando eyaculo experimento algo similar a las sensaciones que  tenía antes del accidente», confesó Morales Fleitas  quien ha recibido un solo implante, pero asegura que se hará los que sean necesarios.

Gratificaciones más discretas respecto al proceder, manifestó Wilmer Pérez Varona, un joven de 19 años de Alamar, que en octubre de 2003 una ola lo proyectó y le causó una fractura en la región cervical. Desde entonces perdió la sensibilidad y movilidad en las extremidades superiores e inferiores. Con la rehabilitación recuperó el movimiento de los brazos.

Pérez Varona se benefició del proceder regenerativo, seis años después del trauma medular, en julio de 2009. « En mi caso— precisó— más bien disminuyeron los movimientos  involuntarios de los músculos. Incrementé el control y fuerza muscular, lo cual me facilitó desplazarme mucho mejor y hacer más ejercicios. Logré algunos cambios a nivel sensitivo y mejoré la movilidad en brazo derecho, pero todavía no puedo mover los dedos de las manos. La función respiratoria se fortaleció. Aunque como tal no tuve cambios significativos en las secuelas que deja un trauma medular, la terapia fue positiva, porque me ayudó a mejorar y a continuar la rehabilitación».

«Me sometería a un segundo implante si no es tan invasivo como el primero. La operación como tal no fue incómoda pero sí los cuidados post operatorios: tuve que usar minerva por algunas semanas. Le cogí miedo porque por poco me tienen que volver abrir la tráquea para poder realizarlo. Parece que debido a las anteriores intervenciones quirúrgicas- la descompresión de la médula, traqueotomía y fijación cervical- se me hizo como un callo dentro de la tráquea que dificultó inicialmente la entubación», comentó.

En Camagüey Manuel García escuchó de los satisfactorios resultados obtenidos con células madre en pacientes cuadripléjicos y viajó al hospital Enrique Cabrera. Allí conversó con el doctor Alberto Benítez y pidió ayuda para su hija Yudeisys, quien en 2007 sufrió una herida por arma blanca que seccionó la médula en T7 y T8, zona torácica, la cual la dejó al instante sin sensibilidad y movilidad de la cintura hacia abajo.

«Me implantaron las células madre a los tres años del accidente, en 2010. Hasta ese momento no tenía control de la micción, ni podía vaciar la vejiga, me era imprescindible el cateterismo intermitente. Después del implante—resaltó Yudeisys—, antes del mes de operada, pude orinar estimulándome y sin sondas».

«Ahora tengo mucho más estabilidad para hacer ejercicio, gané fuerza en la cadera, no así en muslos y piernas. Puedo contraer abdomen, gatear con mayor control, adoptar la posición de sentada sin apoyo y siento el dolor menstrual.La función respiratoria fue normal casi de inmediato tras el proceder regenerativo. «Anteriormente con un simple catarro sentía como si me ahogara. En todos los sentidos he mejorado mi calidad de vida», enfatizó.

Yudeisys cumplió 36 años, tenía 29 al accidentarse y entonces era enfermera en una sala de pediatría.Ahora se dedica a la cerámica. Cuando escuchó de la terapia con células madre no lo dudó para someterse al tratamiento.«Vivir sin esperanza y de pronto tener otra posibilidad de recuperación fue realmente estimulante», expresó. Con renovado entusiasmo, confianza en los médicos y en la aparición de nuevos beneficios, espera por el segundo implante.

Video sobre la aplicación de las células madre en lesiones raquimedulares crónicas

 

 

Especial multimedia Células de la esperanza. Medicina Regenerativa en Cuba

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