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El guante por la palabra

El pelotero cubano Yorbis Borroto, delegado al X Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), le regala a la cita juvenil una disertación de buenas jugadas y de disciplina

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Juventud Rebelde

Toronto.— En vez de hablar, atrapa pelotas. En vez de aplaudir, conecta batazos. Su asiento no va a estar vacío en La Habana. Desde esta lujosa ciudad canadiense, el pelotero cubano Yorbis Borroto, delegado al X Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), le regala a la cita juvenil una disertación de buenas jugadas y de disciplina.

Yorbis, de 30 años de edad y licenciado en Cultura Física, supo levantarse cuando lo excluyeron de la selección nacional hace unos años, a pesar de que sus estadísticas eran de las mejores entre los torpederos cubanos. Siguió siendo el mismo muchacho al que no hay que decirle dos veces qué tiene que hacer. «Si no me llaman al Cuba, pues lo daré todo por mi provincia, Ciego de Ávila». Ese fue su compromiso entonces, nos cuenta ahora.

—¿Te sorprendió que te eligieran delegado al X Congreso?

—Te seré franco, sí. Yo participé en el Congreso anterior y no imaginé que me fueran a reelegir. Me siento muy contento, aunque esté lejos de La Habana. Desde aquí hago trabajo político con los muchachos jóvenes del equipo, como si estuviera allá.

—Y en lo personal, ¿qué te has propuesto para que tu ausencia se convierta en orgullo de los demás asistentes a la cita de la organización?

—Salgo a jugar con mucha disciplina en todo momento, dentro y fuera del terreno, y fiel a mi Patria, la misma que me ha convertido en un deportista de alto rendimiento. Yo vivo feliz de mi condición de revolucionario, de que me hayan educado bajo principios socialistas. Me esfuerzo al máximo en pos de la victoria. Sé que Cuba está pendiente de nosotros, y cada éxito es una fiesta allá también.

—Eres un ejemplo para aquellos que se desaniman ante el primer obstáculo. Regresaste al equipo Cuba por tus propios méritos…

—Para mí no fue fácil cuando en 2011 no me llevaron al Mundial, después de ganar dos guantes de oro consecutivos en eventos internacionales. Ni siquiera tuvieron en cuenta que había tenido otro año formidable en la Serie Nacional, en la que bateé 343 de average y estuve muy bien a la defensa. En la preselección promedié 308 con el bate en la mano y no cometí errores, pero eso no convenció a los técnicos. Era como el fin de mi carrera.

«Me sentí mal. Fue un golpe psicológico duro. Pero supe levantarme con la ayuda valiosa de mi familia, amigos y algunos entrenadores. Ahí fue cuando me dije: si no voy al Cuba, pues rendiré al máximo con los Tigres. A mí no me gusta que me regalen las cosas, prefiero ganármelas. Y así fue que volví a la selección nacional».

—¿Crees que los jóvenes de hoy no juegan con la misma entrega que los de épocas anteriores?

—Son tiempos diferentes. La vida ha evolucionado, no creo que los muchachos de ahora sean menos agresivos que otros a la hora de competir. Pero hay que esforzarse para que la afición salga satisfecha de cada partido.

—¿Te gustaría participar en alguna liga extranjera?

—Claro, me gustaría representar a mi país en algún club, lo haría con mucha dignidad y seguiré siendo tan cubano como siempre.

—Entonces, ¿qué es más difícil: jugar el campo corto o dirigir un comité de base de la UJC?

—(Se ríe) Yo pienso que es más complejo dirigir un comité de base. Te lo digo con la experiencia de seis años en el cargo. Uno se pasa la vida jugando una posición y domina la técnica, se acostumbra, aunque hay cosas difíciles en el campo corto.

«Para liderar una organización de base de la UJC, en cambio, es necesario reunir muchos requisitos, saber conversar con los muchachos, inculcarles valores, que sientan que la Juventud Comunista es amena y poder sumar a aquellos que vienen de la calle y no tienen las ideas claras. Realmente, ese es un trabajo difícil, que exige sacrificio, estudio y ser siempre un ejemplo».

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