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¿Cómo cuidar a un bebé?

Las primeras atenciones que debe recibir un recién nacido y las prácticas que debe asumir la nueva mamá son esenciales para un desarrollo feliz

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

¿Qué atenciones debe recibir un bebé a los pocos minutos de haber llegado a este mundo? ¿Cuándo y cómo debe comenzar la lactancia materna? ¿Cuáles problemas pueden ser comunes y no alarmantes, y cuáles sí constituyen un peligro?

Estas interrogantes hallaron respuesta en el I Taller Nacional Cuidados Esenciales del Bebé, realizado recientemente como antesala de la recertificación de los hospitales maternos como Amigos del Niño y la Madre, condición que ostenta la mayoría de estas instalaciones en el país.

Al taller asistieron miembros del personal de salud que a diario deben insistir en la importancia del contacto piel a piel del recién nacido con su madre y la lactancia materna inmediata y exclusiva en los hospitales maternos del país.

Según conoció JR, en nuestro país se realiza la atención institucionalizada del 95 por ciento de los nacimientos, y se le brinda atención especializada a cada bebé, incluyendo cuidados importantes en la prevención de enfermedades y el desarrollo posterior y la calidad de vida.

Así lo precisó a este diario la especialista en Neonatología del Departamento Materno Infantil del Minsap, Ana Lilia Triana Abad, profesora del Taller, quien insistió en la necesidad de perfeccionar las estrategias de atención y habilidades de los profesionales del sector, así como la ejecución de  prácticas vitales para el cuidado de los recién nacidos.

La también máster en Atención Integral al Niño explicó que el cuidado piel con piel se debe iniciar justo después del nacimiento, luego de secar bien al bebé, y colocarlo desnudo en el pecho de su madre, cubierto con un paño seco y tibio hasta alrededor de una hora.

Dijo que esta práctica favorece la lactancia frecuente y fomenta el desarrollo de lazos afectivos entre madre e hijo. Debe proveerse tanto tiempo como sea posible durante el día y la noche, y la madre no necesariamente debe mantener una posición estática.

Tiempo cero

En los primeros 60 minutos luego de nacer, al bebé se le debe tomar la temperatura cada cuarto de hora, y se evalúa como normal si varía de 36,5 a 37,5 grados Celsius, mientras se monitorea su respiración, que debe ser de 40 a 60 veces por minuto.

La doctora comentó que de inmediato se inicia la lactancia materna, lo que favorecerá la producción de leche posterior, y con lo que se propicia la contractilidad uterina, propiciando una reducción de la posibilidad de ocurrencia de una hemorragia en la madre.

«El personal de salud debe asesorar y orientar a la progenitora en torno a prácticas correctas de la lactancia, y enseñarle a reconocer los ojos abiertos, la cabeza ligeramente inclinada hacia detrás, la boca abierta y el movimiento de lamer como señales positivas de que su hijo está listo para lactar.

«Insistimos en que en el lapso de los primeros 90 minutos posteriores al nacimiento se deben prevenir las infecciones oculares, aplicando la medicación correspondiente al interior del párpado inferior de ambos ojos.

«Luego, y tras un minucioso examen físico en el que se observe la coloración de la piel y el movimiento y tono muscular, entre otros aspectos que incluyen la limpieza del cordón umbilical, se debe administrar mediante inyección intramuscular la vitamina K en las dosis requeridas para prevenir daños cerebrales», argumentó.

En cuanto a las prácticas higiénicas, asevera Triana Abad que el pequeño no debe ser bañado hasta seis horas después del parto, y en caso de que su temperatura y respiración mantengan índices normales, con excepción de los hijos de madres portadoras del VIH, que sí deben ser aseados justo después de nacer.

Cercanía necesaria

El control del peso es vital luego de la primera hora de nacido, y se mantiene un cuidado prolongado piel con piel si está por debajo de los 2 000 gramos; cuidados especiales si es inferior a 2 500 para prevenir la temperatura corporal baja y si es de menos de 1 500 ya requerirá cuidados avanzados, afirmó la doctora.

La madre y su hijo no deben abandonar la institución hospitalaria hasta tanto no se compruebe una lactancia exitosa, con ocho ingestas al día, como mínimo, y con succiones lentas y profundas del bebé.

«Nuestros especialistas deben enseñarle a la madre que el éxito de la lactancia materna se comprueba en el caso de que el lactante duerma bien entre ingestas, si se suaviza el pecho tras dar de mamar y si escucha al recién nacido deglutir mientras se alimenta», añadió.

Refiere la especialista que entre las enfermedades maternas que frecuentemente llevan a una retirada injustificada de la lactancia se encuentran los procesos infecciosos, tanto respiratorios como gastrointestinales; la anemia materna, secundaria o no al proceso del embarazo y parto; la diabetes mellitus; los procesos tiroideos; los problemas cardiovasculares o de hipertensión; el asma; procesos digestivos agudos o crónicos; la epilepsia y la depresión.

Triana Abad enfatiza que en ninguno de estos casos está contraindicada la lactancia, pues la mujer puede ser tratada con fármacos compatibles con la misma.

«La congestión mamaria, los pezones agrietados o adoloridos y la mastitis son padecimientos bastante frecuentes que interfieren en una correcta lactancia materna», apuntó.

La doctora aconseja que esta se favorezca aumentando el consumo de líquidos, incrementando la frecuencia de las ingestas y aplicando masajes y paños tibios en las mamas.

«Extraer la leche materna puede aliviar esos padecimientos y puede ser una opción para algún momento de separación entre madre e hijo, no muy frecuentes en los primeros tiempos».

Recomendamos a la madre lavarse bien las manos con agua y jabón, y los pechos solamente con agua, así como almacenar la leche en un recipiente con tapa y a una temperatura fresca hasta seis horas, y hasta 24 horas si se refrigera, aunque se recomienda utilizar siempre leche recién extraída, insistió.

«Con leche extraída y utilizando algún método alternativo como una taza o una cuchara se alimentan aquellos bebés que presenten alguna anormalidad, como labio leporino o paladar hendido, que les dificulte lactar».

Acota la especialista que es importante que quienes trabajen en las áreas de atención al recién nacido en las instituciones hospitalarias evalúen en las primeras horas aquellos síntomas que pueden convertirse en señales de alarma como una temperatura muy baja o muy alta, una coloración azul o amarilla intensa en la piel, la falta de movimientos del bebé y sus dificultades para lactar, ante lo cual se acude a tratamientos urgentes.

El respeto al cronograma de vacunación y la supervisión general sistemática del médico de la familia y del pediatra garantizarán que ya en el hogar el bebé se desarrolle de manera sana y normal, añade, independientemente de que los padres deben recibir en el hospital información y orientaciones precisas sobre el cuidado de su hijo, lo que se convertirá en la obra de infinito amor más placentera de sus vidas, a la que contribuyen nuestros especialistas.

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