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¿La edad de la «inocencia»?

No parece haber mucha casualidad en la elección de quienes son aceptados para pasar «becas de liderazgo» en Estado Unidos promovidas por la World Learning. Lo atestigua uno, entre la treintena de estudiantes que el pasado año recibieron esa «extraña bendición»

Autor:

Yuniel Labacena Romero

Muchos consideraban revoltoso a Alejandro Sánchez Fernández en sus años de preuniversitario. Todo porque, como dirigente estudiantil y buen alumno, trató que sus compañeros fueran protagonistas de cuanta acción se realizaba en la escuela. Por ello parecería que no hubo casualidad cuando el pasado año se convirtió, junto a una treintena de estudiantes de varias provincias, en uno de los escogidos para viajar a Estados Unidos y recibir «cursos de liderazgo», auspiciados por la organización «sin fines de lucro» World Learning.

La sospecha la manifiesta el mismo Alejandro, mientras devela todo lo que sobrevino después de aquella selección, y asegura sentir orgullo de vivir en Cuba y de que podrá formarse a partir del próximo año en una de las más nobles y humanas profesiones: la del magisterio. Hace muy poco terminó sus estudios en el Instituto Preuniversitario Mártires de Porvenir, del municipio de Diez de Octubre, y ahora cumple con el Servicio Militar Activo.

Conoció de la beca que ofrecía la «organización no gubernamental» norteamericana por una amiga que lo convidó a aplicar juntos, tras conocer de la propuesta en las redes sociales, una de las vías por las que se ha expandido el llamado Programa de verano para jóvenes cubanos, diseñado desde 2015 por la World Learning sin la aprobación del Gobierno Revolucionario cubano.

«Juntos aplicamos, pero a ella no la escogieron. Fue un proceso en el cual solicitaban varias cosas, entre ellas la autorización de nuestros padres, una boleta con las notas, una planilla con datos personales —no solo míos, sino también de mis padres—, dos cartas de recomendación, una de un profesor y otra de una organización o institución.

«Luego de enviar todos esos datos, pasado un mes, me hicieron una llamada desde Estados Unidos, en la que me notificaron que estaba seleccionado dentro de un grupo, al cual además le realizarían una serie de entrevistas por teléfono. Esta fue de preguntas casi idénticas a las de las planillas, y otras que eran situaciones sicológicas para medir tu reacción y todo lo referente a las relaciones grupales. Después de este paso me hicieron otra llamada, donde finalmente confirmaron que había sido aprobado».

Cuenta el joven que los organizadores mandaron los fondos para elaborar el pasaporte y el pago de entrevistas. «Días antes de viajar a Estados Unidos los que íbamos a la beca nos reunimos para conocernos. A nuestra llegada al aeropuerto de Washington nos recibieron ocho miembros, de ascendencia hispana y afroestadounidense, del equipo de la World Learning, quienes eran los encargados de atendernos.

«Luego nos llevaron a una villa campestre del Estado de Virginia y estuvimos tres días haciendo técnicas grupales para conocernos. Era como una preparación, donde se nos imponía de las reglas del Programa, entre las cuales estaba el no acceso a las nuevas tecnologías.

«Nos planteaban que no podíamos entrar en las redes sociales ni colgar fotos, información, ni lo que estábamos haciendo. Según ellos por nuestra propia “seguridad”. Sin embargo, me pareció extraño que quienes patrocinaban la beca lo hacían constantemente. Después de un tiempo decidimos también usarlas, sobre todo Facebook. Entonces ellos se hicieron amigos de nosotros en esa red y controlaban las cosas que poníamos.

«De ese lugar nos llevaron a la Universidad de Virginia y ahí recibimos clases, entre estas de Inglés, ejercicios en habilidades de liderazgo, los migrantes, el sistema político norteamericano y evaluaciones sobre las tendencias para las elecciones presidenciales de ese país. Visitamos la casa de los presidentes norteamericanos Thomas Jefferson y James Madison, en las que nos hablaron muy bien de los «padres fundadores» e intentaban hacérnoslos ver como los mejores del mundo, conociendo nosotros que ellos expresaron siempre el interés de su Gobierno de apoderarse de Cuba».

Recuerda Alejandro que mientras ello ocurría, tanto a él como al resto de sus acompañantes les llamó la atención que Thomas Jefferson tenía más de 300 esclavos, y James Madison 700, y que luego de la independencia de Estados Unidos no los liberaron. «En un momento le preguntamos a la museóloga porqué no los liberaron, y esta argumentó que era parte de su economía... Se le vio sorprendida cuando le comenté que quienes iniciaron la guerra de independencia en Cuba, como Carlos Manuel de Céspedes, su primer gesto fue liberar a los esclavos.

«En la beca se iban dando contradicciones de este tipo, choques en las concepciones, en los valores. Nos dimos cuenta también de que existía un desconocimiento del tema Cuba al hablar con los pobladores. Es una desinformación tan grande que ellos referían que aquí hay falta de libertades religiosas, discriminación por orientación sexual, que no podemos ver películas norteamericanas, que está prohibido hablar inglés, que queman las banderas de Estados Unidos y que se violan los derechos humanos».

Un mes no cambia a nadie

Así transcurrieron los primeros días de Alejandro en el país norteño. Luego los asistentes al curso fueron repartidos por diversos Estados con los miembros del staff. «Un grupo fue a comunidades de Misuri, Oregón y Washington. Yo estuve en este último. Allí nos recibió una familia anfitriona para que conociéramos el modo de vida de aquella  sociedad.

«Me correspondió una familia de dos profesores de la High School. En el despacho de la profesora había afiches de los movimientos de liberación en América Central y un retrato de Fidel, que le habían regalado cuando estuvo en nuestro país en 1982. Otra cosa curiosa fue que todos los días, antes de la hora de comida, el profesor se sentaba a la mesa con una libreta a hacerme preguntas de nuestra historia revolucionaria y de la Cuba actual».

Cuenta Alejandro que estuvo ocho días en la casa de esa familia, tiempo en el cual visitaron una organización que defendía los derechos de las personas homosexuales. «Al parecer ellos piensan que en nuestro país existe discriminación institucional contra esas personas», comenta. Luego de esta estancia se reunieron nuevamente en Washington, donde visitaron museos nacionales y monumentos, y estuvieron frente a la Casa Blanca.

«A quienes nos acompañaban en los recorridos les pedimos  ir a la Embajada cubana, que está cerca de allí, y después de “averiguar” dónde estaba nos llevaron. Lo extraño es que estacionaron el ómnibus frente a ella para que nos tomáramos fotos y videos, y que la contempláramos desde la guagua. No nos permitieron, en ningún momento, bajar y entrar a la sede diplomática. Ahí se dio un momento muy emocionante. Todos comenzamos a gritar ¡Viva Cuba, Viva Fidel! Había tremenda añoranza por nuestra Patria, la familia, la comida, nuestras calles, nuestra cotidianidad...

«En Washington expusimos los proyectos el último día de la beca, cuya defensa se hizo en la oficina central de Google, con la presencia de funcionarios del Departamento de Estado y del director general de la World Learnig, quienes apostaron por nuestros temas de trabajo, pues veían que podían ser una plataforma ajena a la institucionalidad, a los canales oficiales y a iniciativas de la sociedad civil que coinciden con sus objetivos de “empoderar” al pueblo.

«¿Qué había en nuestros proyectos? El mío estaba dedicado a cómo, desde los estudiantes, podemos hacer la escuela más atractiva con actividades científicas, de conocimiento, deportiva, cultural y cómo prevenir las adicciones, algo que, como verdaderos jóvenes y dirigentes estudiantiles, como es mi caso, hacemos cotidianamente, pues donde estudié la FEEM tiene liderazgo. Pensaban que estaban viendo algo que iba a cambiar nuestros principios.

«Otros proyectos eran encaminados al cuidado ambiental, al trabajo con los niños, a cómo contribuir a la educación tecnológica... A primera vista los temas que presentamos eran de mucho interés, pero ellos querían encauzarlos al margen de nuestro sistema institucional, que los emprendiéramos desconociendo las normas y la estructura social elegida por nosotros mismos.

«Todos los anfitriones se interesaron muy especialmente por cómo íbamos a aplicar los proyectos y de su seguimiento a nuestro regreso. Eso se quedó en dos o tres correos, hasta que en diciembre del pasado año nos visitó un miembro del equipo de la World Learning, quien nos dijo que ya no estaba vinculado a esa entidad. Sin embargo, sabemos que en este 2016 también participó del programa. Realmente nos mintió y manifestó mucho interés por cómo iban nuestros proyectos. Era evidente que venía a hacer trabajo de campo. Esa es una de las razones por las cuales debemos dudar de la existencia y fines de estas becas.

«No nos sorprende que un año después haya sucedido esto, pues una “organización no gubernamental” no tiene porqué estar recibiendo visitas de autoridades estatales. Durante el curso, cada tres o cuatro días, iban funcionarias del Departamento de Estado a visitarnos y a pasar el día con nosotros. Ello es otra evidencia de que detrás de todo esto estaba el financiamiento de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional.

«Nosotros no nos oponemos a las becas; lo que exigimos es que se realicen contando con nuestras instituciones. Hay que recordar los más de 1 300 intercambios que ha impulsado Cuba en el último año. Nadie se niega al vínculo científico, educacional, cultural, siempre que sea bien estructurado y no se violenten las normas del país. Eso sí, todo el que participe en una beca debería conocer muy bien cuál ha sido la historia de las relaciones entre ese país y Cuba, para que no pueda ser manipulado burdamente».

—No hay razón que explique por qué Estados Unidos tiene que formar líderes para Cuba...

—Por supuesto. Cuando ellos hablan de líder se refieren a cualquier jefe, a líderes artificiales. Para nosotros significa una persona que atrapa, que motiva, que da esperanza, que tiene habilidades oratorias, una autoridad moral que le permite exigir sacrificios. Eso es lo que es un líder. Ellos piensan que con un curso de un mes nos van a cambiar. Imagínate que nos dieron hasta un glosario de términos como si fuéramos anormales. Ellos, mientras manipulaban en el curso las palabras empoderamiento y democracia lo que deseaban era preparar un liderazgo para destruir la sociedad que los cubanos hemos elegido, precisamente ejerciendo esas palabras que ellos vacían de contenido con sus estratagemas».

—¿Hubo alguna represalia por participar en la beca?

—Ninguno de los estudiantes del curso hemos sufrido marginación o represalias. Todos alcanzamos carreras universitarias y otros las iniciaron ya. Han pasado de año, desarrollan su vida normalmente y no ha habido ningún tipo de persecución o ensañamiento.

«Esas becas deben promoverse en correspondencia con las relaciones de nuevo tipo que estamos tratando de construir entre Cuba y Estados Unidos. Si estamos hablando de cooperación mutua, Estados Unidos tiene que estar dispuesto a construir ese puente con honestidad, con espíritu constructivo y con vocación de diálogo y de respeto a nuestra soberanía, porque de lo contrario las cosas no tomarán un rumbo positivo».

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