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¿Cuánto ha cambiado la familia cubana?

A la luz de los tiempos modernos, muchas instituciones se mueven, actualizan y transforman. El núcleo parental de donde venimos no es la excepción. Entérate de las tendencias que lo marcan hoy

Autores:

Susana Gómes Bugallo
Yuniel Labacena Romero

Cuando en días pasados Juventud Rebelde presentó el podcast (programa de audio para internet) con el tema Maternidad joven, pero… ¿cuándo?, disímiles opiniones llegaron a nuestra página web. Muchas eran de jóvenes. ¿Quieres saber lo que ellos comentaban sobre la familia y su modo de concebirla?

La mayoría de los participantes enunciaba razones por las que retardaban la formación de una prole y apuntaban entre ellas las dificultades económicas, los retos de convivencia con otras generaciones y las metas profesionales de ambos miembros de la pareja, las cuales deben ser encaminadas antes de tomar «la gran decisión».

Llegaban al debate las políticas públicas relacionadas con este asunto, las cuales no dejan de ampliarse con tal de favorecer un país sostenible demográficamente —ejemplo de ello son las recientes medidas anunciadas para proteger la maternidad.

«Es cierto que la edad adecuada para tener descendencia es de 20 a 30 años, pero en la realidad cubana se evidencia que muchos la posponen buscando tener mejores condiciones económicas, estabilidad en el matrimonio, una vivienda propia… Si en el trayecto llega, felicidades, pero la realidad es esa», comentó Esperanza en el foro Madres después de viejas, abierto hace unos meses en la página digital.

Pero, ¿qué otros factores están influyendo en el modo en que los jóvenes forman su familia? ¿Cuánto está cambiando en Cuba la célula fundamental de la sociedad en los últimos años? Para conocer sobre este tema que afecta a todos, este diario se lanzó a la búsqueda de criterios de especialistas y a la consulta de diversos estudios sobre el mismo en los centros investigativos del país. Y esto fue lo que encontró…

De voces y experiencias

«Hay que mirar a la familia en la Mayor de las Antillas sabiendo que existen diferentes tipos, como venimos resaltando hace tiempo en los estudios. Ese modelo exclusivo de mamá, papá y nené ya se da poco, porque las familias se han vuelto más complejas en su composición y funcionamiento.

«Es importante tener en cuenta que este núcleo está impactado por múltiples factores sociales, pues a veces lo vemos como si fuera un ente que solo actuara por sí mismo. Esa es una visión no marxista del asunto».

Así lo defiende la Doctora Mayda Álvarez Suárez, directora del Centro de Estudios de la Mujer (CEM), quien señala entre lo que incide en la familia cambios como los procesos migratorios, el período especial y el bloqueo estadounidense impuesto a Cuba.

El carácter socialista de la Revolución es uno de los mediadores para la conformación de la familia, afirma, y habla del rol de guardián que ha asumido el país ante la vulnerabilidad de cualquier núcleo afectado por la situación económica.

La especialista plantea que para que la familia tenga un funcionamiento adecuado ha de poseer las condiciones mínimas de vida, y ejemplifica como una de las principales necesidades la vivienda, dificultad a la que se ha intentado hallar soluciones con políticas recientes como la posibilidad del subsidio, aunque aún no esté a la vista la solución total de un techo para todo el que lo requiera.

Álvarez Suárez abunda en que una de las funciones familiares, que es la económica (encargada de proporcionar el sustento material de sus miembros), se ha manifestado sobredimensionadamente en Cuba desde la primera investigación nacional realizada en 1989 por el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas. Esta tendencia confirma que muchos núcleos desplazan la función educativa de la familia, debido a que tiempo y esfuerzos se concentran más en exigencias materiales como la alimentación y el vestir.

Además, precisa la especialista, las mujeres se recargan demasiado pues, sin descuidar su profesión, deben dedicar mucho tiempo a las labores domésticas y a los cuidados de personas dependientes como los menores y mayores de edad, quienes cada día son más en los hogares.

En el caso de los menores influye la falta de círculos infantiles que satisfagan las necesidades de todas las trabajadoras, enfatiza la directora del CEM. Y argumenta que la alternativa de cuidadores en el trabajo por cuenta propia resulta cara, por lo que este sigue siendo un tema preocupante. «Es una demanda esencial el asunto del cuidado y apoyo estatal por diversas vías, pues eso genera tensiones y mayores gastos», dice.

La formación de valores se ha deteriorado en la familia y la sociedad, expresa la Doctora, e ilustra cómo esa responsabilidad —siempre compartida con la escuela— debe adecuarse también ahora al escenario de las nuevas tecnologías. Por ello, es necesario potenciar el reforzamiento del vínculo hogar-escuela, que en los últimos años se ha visto deteriorado, precisa la investigadora.

La migración —a la vez que puede incidir en la economía familiar con el envío de remesas y otras ayudas materiales— también influye en cuestiones como las crecientes necesidades de cuidado a los adultos mayores, que no tienen a sus familiares junto a ellos. En los últimos años son más notables los hogares de una persona, mayoritariamente integrados por mujeres, quienes por lo general han quedado solas debido a la viudez y a que sus hijos no están en el país

En el caso de las jóvenes que desean tener descendencia, describe Álvarez Suárez, es una realidad que el apoyo en los hogares también ha disminuido por parte de abuelas y abuelos, debido a la calidad de vida de estos, quienes aún se encuentran en sus puestos de trabajo; igualmente debido a la ausencia de hermanos que ayuden.

La creciente incorporación de las mujeres al trabajo ha conllevado a la obtención de su autonomía e influye notoriamente en la familia. Sin embargo, apunta la experta, ninguna investigación evidencia que las trabajadoras asalariadas atiendan menos a sus hijos que las amas de casa. Al contrario, en estos casos, se consigue una comunicación más variada y efectiva.

El Centro de Estudios de la Mujer, vinculado con el trabajo de la Federación de Mujeres Cubanas, participa en cada debate sobre la actualización del Código de Familia, un proceso que comenzó hace años y que incluye temas como el reconocimiento a la diversidad de familias y la corresponsabilidad entre el Estado y estos núcleos, expresa.

La actualización del modelo económico cubano también ha impactado en los núcleos familiares, pues, en aquellos en los que se escoge al cuentapropismo como forma de trabajo, los miembros cambian de su rol de consumidores a un papel de productores, señala la Doctora. Explica entonces las modificaciones que ello conlleva al interior de las familias, en aspectos tales como la situación económica y las relaciones de poder, que pueden incluir mujeres contratadas informalmente por sus esposos como ayudantes del negocio, en una condición de dependencia.

El envejecimiento poblacional y la situación habitacional imponen el reto de que los menores vivan con sus abuelos, con los efectos positivos que eso trae, pero igualmente con la condición de lidiar con estereotipos tradicionales que pueden inculcarles a sus nietos. Por otra parte, el aumento de la tasa de divorcios (Cuba tiene una de las más altas de América Latina) casi siempre deriva en nuevas uniones consensuales, en las que se reconstituyen las familias con nuevos miembros que deben enfrentarse a los límites de sus roles de poder. Ese es otro reto para las familias.

Actualmente, el CEM estudia con detenimiento el porqué del aumento de la jefatura femenina en los hogares, sobre todo en los que las mujeres tienen sus parejas, y la verdadera influencia que les otorga este rol, es decir, si se trata solo de un papel formal por ser las dueñas de las viviendas o se debe a una supremacía económica.

Para concluir, Álvarez Suárez enfatiza en la importancia de que exista una mirada de familia a cada política pública, además de que haya una política integral dirigida a estas y se mida el impacto de las decisiones en cada núcleo.

Desde la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, la Doctora Lourdes Ibarra Mustelier, integrante del Grupo de Familia de esa sede, comparte con JR sus criterios sobre este ente, al que ve como el punto de intermediación entre la sociedad y el individuo, y que en Cuba representa un valor esencial, que aporta resistencia e identidad.

Además de los fenómenos de nuevo tipo ya referidos en este trabajo, Ibarra señala la maternidad asumida de manera independiente como uno de los casos que se están dando en Cuba, aunque no en gran medida.

Es significativo también, admite, el rol de ambivalencia de los nuevos convivientes luego de que una familia se reconstituye. El miembro desconocido del matrimonio debe enfrentarse a conflictos frente a la crianza de los menores, papel en el que puede ser excluido o demasiado empoderado. Estas familias requieren crear nuevos proyectos para que los vínculos sean efectivos, destaca Ibarra.

La educación en los núcleos monoparentales también trae sus complicaciones, pues uno de los miembros debe asumir el cuidado de los menores de modo solitario y sin el confort que confiere el matrimonio, señala la experta, aunque reconoce que muchas logran funcionar adecuadamente.

Por el actuar de la juventud, influye en la familia de hoy el hecho de que se inicien las relaciones sexuales más tempranamente y se privilegien las uniones consensuales en casa de uno de los miembros de la pareja. Eso trae consigo un cambio de la perspectiva del amor, pues estos vínculos funcionan como una especie de prueba para definir si les va bien. Estas decisiones implican el nacimiento de hijos fuera del matrimonio, cuestión que ha generado dificultades legales y conflictos entre los miembros de una o varias familias, ilustra la Doctora.

Los logros educacionales y las exigencias para el desarrollo del país también implican que los jóvenes requieran prepararse más para estar a tono con la sociedad, significa Ibarra Mustelier, y expresa que eso influye en la postergación de la maternidad y la paternidad.

Otro de los cambios resaltados por la especialista es el surgimiento de familias integradas por personas del mismo sexo, quienes se convierten en padres o madres de menores de edad que deben insertarse en una sociedad todavía homofóbica.

¿Cómo son las familias jóvenes?

Las vivencias que tienen los jóvenes en sus familias de origen inciden en los modos de establecer vínculos en los hogares que conforman. Así lo evidencian los resultados del proyecto Adolescentes y jóvenes cubanos en los ámbitos de familia y pareja, del Centro de Estudios Sobre la Juventud (CESJ), que enfatiza en la coexistencia de patrones de comportamientos tradicionales y modernos en el entorno familiar.

La Cuarta Encuesta sobre Juventud reveló que solo el 1,5 por ciento de los 7 711 encuestados vive independiente, y no llega a la tercera parte del total quienes lo hacen con su pareja. Además, un 42,6 por ciento de estos no dispone siempre de una habitación con privacidad. Todo esto ralentiza su emancipación.

Vivir independiente con la pareja es una de las aspiraciones más mencionadas en las investigaciones del CESJ, sobre todo para quienes poseen entre 20 y 24 años. Tener un hijo se revela como plan de los y las jóvenes entre 25 a 34 años de edad, aunque la tendencia es la postergación de ese momento. De igual manera, no hay una correlación entre el número de hijos deseados y los que logran tener.

La disminución de las uniones legales por el matrimonio en los menores de 30 años es ampliamente señalada, aunque no resulta comportamiento exclusivo de este grupo. Sin embargo, la conformación de relaciones estables de pareja continúa siendo aspiración para esta población, por lo que aumentan las uniones basadas en la consensualidad.

Los resultados de la investigación denotan que las decisiones relacionadas con la conformación de la familia van más allá de los problemas económicos que puedan vivir los jóvenes, pues inciden otros factores como sus concepciones sobre las relaciones de pareja, los proyectos de vida encaminados a la superación y el desarrollo profesional, y la participación de la mujer en la vida pública. La situación monetaria más favorable aparece asociada generalmente a la dependencia económica de los padres o de familiares en el exterior del país.

Entre las cuestiones que entorpecen el desarrollo de los miembros de las familias jóvenes se aprecian la distribución desigual de las tareas del hogar, la escasa orientación hacia el desarrollo intelectual-cultural y el inadecuado uso del tiempo libre y la recreación. La celeridad en la disolución del vínculo amoroso ante los conflictos devela insuficiente preparación de los jóvenes para afrontarlos.

Insisten desde el CESJ en que resulta necesario encauzar espacios de orientación para las parejas y familias jóvenes, con tal de favorecer el desarrollo de habilidades para una comunicación efectiva, uno de los problemas más frecuentes en las relaciones interpersonales.

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