Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El verde de los jagüeyes

Estamos cerrando el tomo 61 de otra enciclopedia criolla del coraje, también llamada Revolución. Cada prueba vencida, una línea de honra. Cada soldado, un Comandante

Autor:

Enrique Milanés León

Más que de islas, islotes y cayos, Cuba es un archipiélago de historias, tan cercanas, recias y entrañables que han formado, por debajo del mar y por encima del mal, el tejido de la resistencia. En año nuevo, un pueblo guerrero y escriba al mismo tiempo espera el primer sol de Maisí con su resumen de estampas de la victoria.

Estamos cerrando el tomo 61 de otra enciclopedia criolla del coraje, también llamada Revolución. Cada prueba vencida, una línea de honra. Cada soldado, un Comandante, como nos ordenó el Jefe que no cesa de inspirar. Cada enero vale un siglo por el futuro que encarna, así que, juntos, nos disponemos a abrir el tomo de 2020.

Es cierto: desde el norte nos tiraron al pecho en 2019 —con la pésima puntería de siempre porque, al malo, el odio le afloja el pulso— y, disparando de vuelta, supimos esquivar esas balas que llevan impreso nuestro nombre primero: ¡Cubanos!

Celebremos. En la fiesta de ahora hay que brindar porque no nos dejamos secuestrar la alegría de los lunes: cada semana, ellos plantaban nubes negras sobre Cuba y cada semana, con una escoba de arraigo, barríamos el cielo sagrado de la Patria. Nada empañó esta esperanza, crecida con el jagüey que abrazó al ingenio Demajagua.

Los fósiles del imperio no saben de combustibles. Creían que restando petróleo y sumando amenazas menguaría la cubanía y el efecto fue contrario: las presiones a esta tierra inflamaron «…el odio invencible a quien la oprime» y «…el rencor eterno a quien la ataca», como anunció en poema, hace 150 años, el quinceañero Pepe Martí.

La Cuba raigal —la más peligrosa para el acosador del norte— se mueve con el petróleo moral de sus paradigmas. ¿Quién pudiera bloquear semejante suministro en un archipiélago de historias que guarda un gran muerto bajo cada árbol? Con todo y nuestras buenas formas, con todo y esta sed de civismo y bondad que nos exige e impulsa, continuamos la gesta maceísta porque venimos de leona y león.

Entonces, un año nuevo es un machete que afilar por nuestras María Silvia; un máuser flamante con que luchar mejor luego de haber peleado con «trabucos», un reto para lidiar y ganar a pensamiento. Y si en el cuarto oscuro de una Casa Blanca alguien repite en 2020 la amenaza, recordémosle, con la mayor finura del mundo, el retoño de… nuestros jagüeyes.

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