Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Arte, empeño y solidaridad para garantizar nasobucos en Cuba

Confeccionar nasobucos en tiempos de coronavirus ayuda a evitar que se propague esta enfermedad

Autores:

Osviel Castro Medel
Yahily Hernández Porto
Odalis Riquenes Cutiño
Luis Raúl Vázquez Muñoz
Haydée León Moya
Laura Brunet Portela

Dicen que no es gran cosa lo que hacen, pero sí que lo es: Confeccionar nasobucos en tiempos de coronavirus ayuda a evitar que se propague eso que anda y es mortal. Y es más loable aun su aporte, porque no es precisamente de ello que se ocupan cotidianamente, ni es el único deber que tienen ahora mismo.

Hablo de 14 muchachas y muchachos, casi niños diría yo, de entre 14 y 15 años, que estudian la especialidad de confecciones textiles en el centro politécnico Asdrúbal López, de la ciudad capital de Guantánamo, quienes han asumido con mucha responsabilidad una iniciativa que es parte de las acciones de apoyo a la estrategia nacional para evitar contagio y propagación del nuevo coronavirus COVID—19.

Desde hace casi un mes, una vez concluida su jornada docente (y en ocasiones antes), cada uno confecciona, como mínimo, dos de esos medios de protección que desde el inicio se destinan a los propios trabajadores y estudiantes de su escuela, a personas de la comunidad y a los círculos infantiles del entorno donde está enclavado el centro educacional.

Al dialogar con varios, coincidieron en una respuesta casi similar: «Es una manera práctica de pensar como país, en lo que puedes hacer por ti y por Cuba desde tu puesto, estés donde estés». «Es un modo de sentirte útil». «Es pasar de observadores pasivos a aportadores», dijeron, y también que no es «cortar y pegar, así de fácil, aunque es bastante sencillo», como dijo un jovencito de primer año de la carrera sin apartar la vista de la costura con que deja listo su segundo nasobuco del día.

«Hay que hacerlos en su medida (un rectángulo de 20 por 26 centímetros) y las tiras del amarre también (86 por tres); se le deben confeccionar dos pliegues; hay que virarlo para que la primera costura quede por dentro y luego rematarla por fuera; además, tenemos el cuidado de que queden bonitos, fuertes y que la tela permita la transpiración». agrega otra estudiante.

Yoalmis Sánchez Cutiño, directora del centro, explicó a JR que aunque alumnos y profesores han aportado tejidos con los cuales han podido hacer donaciones del producto al ministerio de Educación, por ejemplo, la materia prima que emplean para los que se destinan a los círculo infantiles es una recortería que aporta la empresa de confecciones textiles del territorio, entidad con la que realizan convenios de producción para ayudar a la formación de los estudiantes.

«Hasta que comenzó toda la movilización del país en función de prevenir la propagación del CV-19, estos estudiantes, que se forman como obreros calificados en esta rama, cumplimentaban un programa cuellos de camisa que, como con este en condiciones de emergencia, complementan sus prácticas», subrayó.

Y si de complementar se trata, su empeño en cumplir esta tarea es un útil acompañamiento al quehacer de la empresa de confecciones del territorio, que a partir de esta semana sumó a siete de sus talleres a la producción nacional de esos funcionales medios de protección, que cuentan con la aceptación de los especialistas de Salud Pública.

Iniciativa Altruista

También en Ciego de Ávila la laboriosidad transforma roles por estos días. Artistas del Fondo de Bienes Culturales donaron 3 000 nasobucos al sistema de Salud Pública de la provincia, en apoyo a las acciones que se realizan para elevar el control sanitario ante la posible presencia del COVID-19 en el territorio.

Luis Alberto Venegas Carmenate, director del Fondo, informó al Grupo Temporal para el enfrentamiento a la pandemia que esta iniciativa es un gesto altruista y lo único que la impulsa es el deseo de contribuir a la protección del personal médico y la ciudadanía.

«Sabemos que es una prenda necesaria y en déficit por la alta demanda en el país y el mundo. Por eso los 38 artistas de la rama textil en nuestra provincia tomaron la decisión de elaborarlos con sus propios recursos y sin pedir ninguna remuneración a cambio», explicó Venegas Carmenate.

El Primer Secretario del Comité Provincial del Partido, Carlos Luis Garrido Pérez, y Tomás Alexis Martín Venegas, gobernador de la provincia, elogiaron la iniciativa que, a pesar de no cubrir la demanda por un problema de capacidad técnica de los talleres de estos artistas, si contribuye a solucionar necesidades.

Una de ellas es la presencia de nasubucos en los establecimientos de Comercio, prenda concebida dentro de las medidas de protección para los trabajadores que deberán iniciar en las próximas horas la venta a la población de al menos 69 mil litros de cloro para ejecutar las medidas sanitarias en los domicilios.

El Fondo de Bienes Culturales de Ciego de Ávila cuenta en estos momentos con 287 creadores, que agrupan varias manifestaciones en proyectos. Anteriormente, los artesanos habían donado al sistema de Cultura 2 000 nasabucos.

Según trascendió en la reunión del Grupo Temporal, este territorio se mantiene libre de casos reportados del virus. Tres de los turistas ingresados por sospechas en la Clínica Internacional del destino turístico Jardines del Rey fueron dados de alta, y la cuarta persona que aún se encuentra ingresada permanece estable.

Granma cosa sus retos

 Varias entidades de la provincia de Granma se han sumado a la confección de nasobucos de tela destinados a la población y centros de Salud Pública. La principal unidad en tal encargo es la fábrica de confecciones textiles Camilo Cienfuegos, en Manzanillo, de la cual salen diariamente cerca de 2 500 de estos medios de protección.

Pablo Núñez Causa, administrador de ese centro que pertenece a la Empresa de Confecciones Textiles Boga, señaló que están dispuestos a asumir cualquier reto productivo, inicialmente fijado en más de 19 000 nasobucos.

Entre los cerca de 135 trabajadores directos a la producción para cumplir este empeño, hay costureras que operan 65 máquinas planas, obreros dedicados al corte, amarre, empaque y supervisión de la calidad del producto final.

Asimismo, en Bayamo, en el atelier La Pelota y su homólogo La Primavera, se confeccionan nasobucos desde hace algunos días, aunque a menor escala que en la fábrica manzanillera.

Xiomara Armas, jefa de servicios del primer taller, señaló que se han montado dos turnos de trabajo, desde las 7:30 hasta las 9:00 de la noche, tiempo en el que elaboran aproximadamente unos 1 000 protectores de tela.

Otras mini industrias de Manzanillo, Jiguaní y Bayamo, así como trabajadores por cuenta propia, forman parte de una estrategia provincial que persigue en estos momentos producir por día unas 5 000 unidades.

Según especialistas, el uso del célebre aditamento para prevenir el contagio de la virosis debe restringirse a unas tres horas. Luego debe lavarse, ponerse al sol, plancharse y entonces volverse a utilizar.

Laboriosa entrega

Un pequeño taller al fondo de una de las dependencias de la Empresa Provincial de Aseguramiento al Sistema de Salud (EPASS) confecciona nasobucos para abastecer con estabilidad a las instituciones de salud en el territorio.

Solo tres costureras impulsan este propósito, pero el pedaleo incesante de sus máquinas debe aportar una 10 000 unidades de estos medios de barrera ante la COVID-19, declaró Lidia Montes de Oca Suárez, directora de la EPASS.

«Este es un recurso que siempre recibimos por asignación del Ministerio de Salud Pública (MINSAP), pero en vista de la situación, decidimos asumir una producción a pequeña escala para las áreas priorizadas del sistema de salud fundamentalmente los dos centros de aislamiento habilitados en la provincia, cuerpos de guardia, laboratorios y consultorios del médico de la familia, agregó.

Montes de Oca Suárez reconoció la colaboración de los trabajadores de la empresa para garantizar la presencia de nasobucos en los lugares más vulnerables. «Hasta el momento tenemos cobertura total en todas las áreas y la distribución diaria no ha fallado», apuntó.

Por su parte, Santiago de Cuba se propone producir cerca de 150 000 nasobucos de tela, meta a la que contribuyen federadas de todos los municipios y la Unidad Empresarial de Base Confecciones Costa Santiago, específicamente en la Gran Fábrica Textil Las Marianas, el Complejo Industrial Aguilera y los talleres de los municipios de San Luis y Songo-La Maya.

Colores responsables

La noticia de que cientos de manos solidarias se sumarían a la confección de nasobucos era de esperar, por el humanismo y la solidaridad que caracteriza al pueblo cubano. Lo que nadie tenía muy claro en esta provincia de Camagüey era cómo llegaría ese movimiento a los barrios: ¿de dónde saldrían los cientos de carreteles de hilos y metros de telas para que «el mejor amigo del hombre» durante estos días de COVID-19, llegue a muchos a la vez?

JR anduvo «husmeando» en repartos de esta extensa llanura, donde encontró genuinas historias de mujeres cuya resistencia da color al más querido retazo de tela de gran parte del planeta, no en atelieres, talleres o fábricas, sino en sus propios hogares, desempolvado sus máquinas de coser para, entre amigas y amigos, manufacturar miles de estas mascarillas, que llevan el valor agregado de la espontaneidad y la ayuda desinteresada, sin recibir nada a cambio, solo el sentimiento de estar haciendo lo correcto, por su gente, su familia y su país.

Sábanas, batas de casas, manteles y cortes de telas engavetados para paños de cocinas o agarraderas, son ahora el tesoro de Irene Castro, quien junto a una decenas de cómplices amigas del reparto Modelo han creado una especie de «fábrica vecinal», para elaborar los nasobucos.

«La FMC, -Federación de Mujeres Cubanas-, nos hizo el llamado y desde el lunes estamos cosiendo. Hemos recibido muestras de solidaridad de mucha gente, hasta de la abuela Rosita, de 91 años de edad, quien donó su bata de casa nueva y dinero para comprar carreteles de hilos», comentó.

A pocos metros de la escuela Oracio Cobiella Domínguez, donde se reúnen las laboriosas vecinas del Modelo, vive Rosa Callejo Aro, la anciana nonagenaria, quien no deja de sorprender por compartir su nueva prenda de vestir.

«Yo, aunque no puedo coser por mi edad, colaboro con lo que puedo. Cuba necesita de nuestras manos y máquinas para protegerse de este virus que está acabando en el mundo. Las mujeres estamos unidas para que las familias corran menos peligro, y ayudamos con nuestra habilidad de costureras en las maquinas», cuenta esta nonagenaria.

Igual de atrevida es Juana del Carmen León, de 79 años, quien ha confeccionado once de estas mascarillas, mientras que sus familiares la ayudan a hervir los retazos de telas, para luego cortarlos y cocerlos. «Yo recolecto pedazos de telas para agarraderas y pañitos de cocina, pero ahora los convierto en nasobucos, porque mi gente los necesita».

También en el proyecto de muñequería Carsueños, ubicado en el centro histórico de Camagüey, se viven horas intensas. Las 25 integrantes del grupo gestor apenas paran de coser, y esta vez no son muñecos de trapos, sino nasobucos con destino a los niños y niñas de los hogares sin amparo familiar de este territorio.

Así lo reveló Carmen Soto González, líder de este proyecto comunitario: «todos los retazos de telas que teníamos guardados para nuestras muñecas los hemos usados para crear nasobucos, que serán entregados a los niños sin familias. Eso sí, cada "carsueñista" trabaja en su casa, para no hacer grupo como está indicado por Salud».

Dijo esta federada que unas 200 mascarillas se han confeccionado en solo en 48 horas, «aquí todo es por amor y por la solidaridad entre cubanos». 

Okenia Valera Pileta, ideológica de la FMC en Camagüey, dijo a JR que unos 4 000 mil nasobucos han sido confeccionados por las mujeres en los barrios y comunidades de esta provincia, y que el movimiento prende en muchos hogares camagüeyanos.

«Todos los días se crece en varios cientos de esos artículos, destinados a nuestras comunidades. Las mujeres y sus familiares se suman espontáneamente con recortería de telas, carreteles de hilos y con sus máquinas de coser para cuando se indique por el Ministerio de Salud, usarlos como es adecuado».

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