Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La UJC es unidad y no resta

Dos fundadores de la organización consideran que quienes hoy la integran no deben perder el ímpetu, la lealtad y la capacidad de sumar

Autor:

Santiago Jerez Mustelier

Desde el coloso atestado lo escuchaban con atención. «(…) necesitamos que la juventud cubana tenga fe en sí misma y que la juventud cubana tenga una gran conciencia de su extraordinaria responsabilidad», decía Fidel. Y aquellas palabras calaban hondo en el inmenso y juvenil auditorio que asimilaba la oratoria apasionada, mientras se imaginaba en sus mentes, con esperanza, los nuevos tiempos.

Entre los presentes, dos muchachos pinareños, vestidos a la usanza miliciana, se emocionaban con el cierre del cónclave —celebrado con la participación de 596 delegados reunidos desde el 29 de marzo hasta el 4 de abril— al que llegaron siendo jóvenes rebeldes y del cual salieron comprometidos con el ideal comunista.

«Era el despertar de una generación que había asistido a la ruptura de una estructura opresora, derrotamos la tiranía, nos sentíamos dueños de nuestros destinos y de un país en el que creíamos y creemos (…) ¿Cómo fue el pasado? ¿Cuántos compañeros perdimos? Estábamos muy marcados por el antes, pero llegamos allí vencedores, en victoria, con la alegría propia de la edad, disfrutamos mucho escuchar al Comandante», rememora Amalia Catalá Álvarez, fundadora de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).

Ella procedía de la Juventud Socialista y al triunfo de la Revolución se incorporó a las filas de la Asociación de Jóvenes Rebeldes, instituida por el Che. Para Amalia el 21 de octubre de 1960 —fecha en que nace la AJR— tiene especial significación porque se funden todas las organizaciones juveniles de Cuba en una sola, y ese carácter unitario (aunque se logró más en la práctica y con el decursar de los acontecimientos) impulsó acciones trascendentales como Los Cinco Picos y la Campaña de Alfabetización.

En aquellos momentos los jóvenes éramos la vanguardia. El Partido Comunista de Cuba, como estructura, aún no existía, y nosotros estábamos en las principales misiones del país, enfatiza Amalia al pulsar sus memorias de una época de gran añoranza.

A Ovidio Cabrera García, también fundador y quien fuera su compañero por más de 45 años, al que conoció compartiendo labores en la militancia política, la AJR lo marcó por la capacidad que tuvo la asociación de estar inmersa desde la primera línea en cada trinchera de los años incipientes de la Revolución.

En ella hizo teatro, fue guionista, dirigió puestas en escena basadas en textos del Apóstol, recorrió centrales, captó jóvenes para asumir las armas estratégicas de la nación, sumó a obreros para fungir como desmochadores, fue cuadro en la zona de La Palma y contribuyó a su creación en Pinar del Río, donde dirigió las esferas de Cultura y Propaganda.

«El ambiente entonces era convulso, luchábamos contra los últimos reductos de la burguesía y también la batalla era en los planos espiritual y cultural, por ello la AJR priorizó mucho la preparación política-ideológica; todas las mañanas teníamos círculos de estudio con los fundamentos del socialismo en Cuba por Blas Roca, esto nos fue dando una conciencia superior», afirma.

Luego del Primer Congreso, cuentan los entrevistados, se inició un proceso de estructuración y organización de la UJC, que como su antecesora, también se desplegó por instituciones educacionales, pioneriles, comunidades campesinas, en los cañaverales y en los espacios obreros.

El evento dotó de mucha fuerza a la organización, se aprobaron los estatutos y otros documentos programáticos, lo que luego condujo a debates profundos en los comités de base, explica Ovidio. «La UJC nos enseñó honestidad, fraternidad, solidaridad y amor. Había un ambiente feliz de hacer patria en un contexto complicado, difícil, fuerte para todos nosotros, pero en el cual no abandonamos los preceptos, los valores y la ética. A la UJC debo la base de mi formación como revolucionario».

Muy vinculada al trabajo como cuadro con niños y adolescentes, Amalia destaca que tras aquel primer congreso un llamado fue a fortalecer la Unión de Pioneros de Cuba y a aglutinar en sus filas a más integrantes. La principal dificultad estuvo en los padres, quienes no confiaban debido a las campañas y burdas manipulaciones sobre la patria potestad de sus hijos.

«El mérito más grande que tiene la UJC es que en todos los momentos ha sido fiel, todas las generaciones que se sucedieron han mantenido la bandera en alto (…). Siempre he dicho que ninguna generación es mejor que la otra. Cada una tiene su propio escenario. No tuve complejo por no ir a la Sierra, pero supe ser consecuente con los años que me han tocado vivir, como los jóvenes de ahora.

El 4 de abril de 1962, en el Congreso de la AJR, Fidel propuso nombrar a la organización Unión de Jóvenes Comunistas.Foto: Tomada del sitio web de Bohemia.

«¡Qué muestra más grande de amor por el proyecto se ha podido recibir de los pinos nuevos de la actualidad que su participación en hacerle frente a la COVID-19! En este aniversario 60 solo puedo expresar gratitud a la juventud cubana de hoy por continuar siéndole fiel al legado de Fidel», asevera.

En tanto, Ovidio considera que si de algo están claros nuestros jóvenes y nuestro pueblo es que no podemos regresar al capitalismo. «Lo único que no nos perdonaríamos es eso. Nuestra juventud es revolucionaria, con más posibilidades de estudiar y crecer de las que tuvimos nosotros. Siempre el horizonte tiene que ser el ejemplo de Fidel y Raúl».

A quienes lideran la UJC, con no pocos retos ante sí, los fundadores recomiendan no perder el ímpetu, autoprepararse constantemente, ser leales y defender la unidad hasta las últimas consecuencias. «El joven no debería tener prejuicios, no importa que haya alguien que no simpatice con la Revolución, hay que privilegiar el diálogo, el intercambio, sin extremismos, aceptando la diversidad.

«Una no puede obligar a que todos piensen de la misma forma, lo importante es escuchar a quien tenga algo valioso que decir y captar a los que no son incorregiblemente contrarrevolucionarios», insiste Amalia, quien no está de espaldas al fuerte éxodo de este sector poblacional que se produce en la Isla, pero considera que son más quienes se quedan empujando el desarrollo del país y cuidando su soberanía.

Como dijera Fidel: ser joven comunista significa sacrificio, abnegación, temple, vocación, carácter, voluntad, modestia, conquistar a otros jóvenes y no alejarlos. Por ello Amalia y Ovidio convocan a los que conducen la organización (desde la base al nivel nacional) a abrazarse a sus militantes y a los que no lo son, a unirse, fortalecerse y no dejarse corromper porque el deber de la Revolución —citando una vez más a nuestro líder histórico—, el deber de cada revolucionario es ganar, sumar, y no perder, no restar».

*Las frases del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz pertenecen al discurso pronunciado en la clausura del Congreso de la Asociación de Jóvenes Rebeldes, en el estadio Latinoamericano, el 4 de abril de 1962.

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