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Ante una obra monumental que convirtió el amor en ley, votar con el corazón

Desde el Palacio de la Revolución tuvo lugar esta semana un conmovedor encuentro entre hijas e hijos de Cuba, quienes hablaron sobre sí y sobre el Código de las Familias, con el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez

Autor:

Alina Perera Robbio

¿Quién se negaría a ser feliz, a que se le respete en su dignidad, a que se le concedan los derechos de existir y de encontrar espacios y sentidos una vez que llegó a este mundo? ¿Cómo negarse al amor, a esa fuerza pura que mueve montañas y obra proezas?

Las interrogantes estaban en todo, tocaban el alma de los que, elevados por esa maravilla de humanidad que es la capacidad de amar, entre reflexiones y hasta dejando correr alguna lágrima, compartieron esta semana, desde el Palacio de la Revolución, con el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, para conversar sobre el Código de las Familias.    

El texto jurídico sobre el cual se pronunciará el pueblo este 25 de septiembre desde las urnas, fue calificado por el Jefe de Estado como «una obra monumental, por la cantidad de saberes y experiencias que lo conforman; y por una singularidad maravillosa: convirtió el amor en ley, el afecto en ley».

Tal suceso —reflexionó el dignatario— nos recuerda a nuestro José Martí y su exhortación a que el amor sea la moda, y que se marque a quien no ame para que la pena lo convierta.

Será difícil olvidar un encuentro tan conmovedor, en cuyo comienzo el Presidente cubano expresó —a propósito del referendo, y «luego de varios meses de intenso trabajo»— que estamos «en vísperas de participar en un acto cívico de enorme responsabilidad, al cual asistiremos con todo derecho, pero también con sentido del deber y de la responsabilidad ciudadana y social».

En los primeros minutos de la jornada el mandatario —quien había llegado junto a su compañera Lis Cuesta Peraza, y que había pronunciado un «saludos a todas y a todos»— enunció: «Hemos invitado a un grupo de personas a Palacio, para conversar con ellas porque han tenido un profundo activismo durante todo este tiempo y atesoran hermosas historias de vida».

El Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista dijo en el recinto: «Contamos con educadores, médicos, sicólogos, juristas, profesionales de diferentes sectores, adultos mayores, abuelas, personas en situación de discapacidad, familias, miembros de instituciones religiosas, artistas, deportistas, estudiantes, representantes del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), de la Red de mujeres lesbianas y bisexuales, de la Red Humanidad por la Diversidad, Red de personas trans, entre otros».

«Encantado» dijo sentirse el Presidente Díaz-Canel por compartir en una tarde como esa. Junto a él también se encontraban presentes el miembro del Secretariado del Comité Central el Partido y jefe de su Departamento Ideológico, Rogelio Polanco Fuentes; así como el ministro de Justicia, Oscar Silvera Martínez.

Voces desde el afecto    

La primera de los invitados en compartir sus puntos de vista fue la destacada sicóloga, profesora titular y Doctora en Ciencias Sicológicas de la Universidad de La Habana Patricia Arés Muzio. Ella, que en estos tiempos ha conducido el programa televisivo Familias, expresó que si algo une a todos los cubanos es justamente la pasión por la familia; de ahí que los debates en torno a ese tema lleguen a ser incluso acalorados. 

Hay algo innegable, como dijo la Profesora Titular: «En estos tiempos todos hemos reflexionado». Pero Patricia fue más lejos en sus ideas cuando recordó que existe un mito cultural según el cual en la familia nadie nos falla; y sí hay fallos, recordó: les fallan los padres a los hijos, fallan los miembros de una pareja, o los adultos que impiden a los abuelos una libre comunicación con sus nietos. De modo que hace falta, razonó, una nueva norma que ponga equilibrios ante situaciones como esas.

Habló seguidamente la madre de un niño con discapacidad, que sueña con cambiarle los apellidos al pequeño, cuyo padre biológico lo abandonó cuando él tenía dos meses de nacido. Y habló un hombre de fe, para quien el factor común de toda exclusión, a lo largo de la civilización, ha sido el odio «que va contra toda lógica»; y otras voces se sumaron para hablar en defensa de las personas con alguna discapacidad.

El periodista Francisco Rodríguez Cruz (Paquito de Cuba, como se le conoce en las redes virtuales), afirmó que las principales rectificaciones, para él, son las acciones; y que el Código de las Familias es justamente esa suerte de «reparación colectiva» ante las posiciones discriminatorias que hayan podido existir antes.

El Jefe de Estado pidió a Paquito volver a un texto publicado por el periodista en Facebook. Un amigo extendió al destacado activista de la comunidad LGBTIQ+, el teléfono desde el cual asomaba el post, y que en su párrafo final expresaba: «Sí, les ruego que voten en el referendo. Y que me apoyen con el Sí por el Código de las Familias». El post, conmovedor, cierra con un «les amo. Gracias».

Que el corazón diga

Desde la experiencia de dirigir un hogar para niños sin amparo familiar, o una institución para pequeños con alguna discapacidad intelectual; desde la vivencia de ser un campeón —como es el caso del boxeador Julio César La Cruz—; desde la comunidad LGBTIQ+ en Cuba; desde el sector campesino; o desde el universo de la pediatría —magistralmente representado en el encuentro por la doctora Lissette del Rosario López González, jefa del Grupo Nacional de Pediatría del Ministerio de Salud Pública—; desde la sabiduría poética del etnólogo Miguel Barnet; desde todos nació un arcoíris de pensamientos y sentimientos en apoyo al Código de las Familias.

Se trata, como dijeron, de un Código de oportunidades; que nos unirá más; que planta con fuerza la bandera del respeto por el otro; que convierte sueños en realidades; que apuesta al ser humano del futuro; que nos recuerda la máxima cristiana de que «el amor echa afuera todo el temor»; que defiende la justicia y la dignidad humanas.

Especialmente emotivas fueron las palabras de Mariela Castro Espín, quien compartió su certeza de que todo este año de trabajo por el bien de nuestra Patria, de nuestro pueblo, de nuestro país, no ha sido en vano; quien confesó no haber imaginado nunca que llegaríamos, a través del Código, a este momento de la historia: «Estamos a punto, afirmó, de dar un salto revolucionario sin precedentes en el plano del Derecho familiar».

Recordó ella que la Revolución Cubana fue un hito transformador del mundo; que ninguna Revolución es perfecta, pues es un camino de aprendizajes. Dijo estar segura de que este momento es un hito en la historia de la Revolución, y que muchos países se inspirarán después en Cuba, por su ejercicio democrático, de transparencia.

Cerrando el hermosísimo encuentro, compartieron algunas ideas quienes han estado entre los artífices del texto jurídico: el Doctor en Ciencias Jurídicas Leonardo Pérez Gallardo expresó que el Código nos da cabida a todos, nos sobrevivirá, que está hecho desde la técnica y la pericia profesional, pero también desde las historias de vida, desde el corazón.

La Doctora Ana María Álvarez-Tabío Albo, profesora titular de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, destacó que con el texto se salda la deuda nuestra con todos los que han sido discriminados, y con todos los que lucharon antes por nosotros. Y la vicepresidenta de la Unión Nacional de Juristas, Yamila González Ferrer, comentó que hay cubanos esperando a que se apruebe el Código para poder solucionar diversos conflictos.

Ella reflexionó que Cuba tiene por delante un gran reto en materia de cultura jurídica, porque una nueva batalla comenzará a partir del 25 de septiembre, teniendo en cuenta que el nuevo Código no se aplicará por sí solo, sino que lo harán útil y posible, en el día a día, las mujeres y los hombres de la sociedad.

El Presidente Díaz-Canel, quien moderó el valioso intercambio, finalmente enunció que el Código de las Familias «destaca la solidaridad de cubanas y cubanos por encima del egoísmo y la exclusión»; y convocó a leer y a interpretar el texto jurídico «con el corazón», a «votar con el corazón», y a «votar por Cuba».

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