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Ciego de Ávila busca alternativas para paliar el déficit de maestros

La falta de maestros era un viejo problema de la provincia, aplacado por las mejoras salariales y la atención al sector, pero que daba señales de retorno antes de la llegada de la pandemia

Autor:

Luis Raúl Vázquez Muñoz

CIEGO DE ÁVILA.-En camino a cerrar el curso escolar e iniciar otro, con solo una semana de diferencia entre ambos, Ciego de Ávila debe poner su atención en el retorno de un viejo problema.

«La prioridad aquí es atender la cobertura docente», señaló la ministra de Educación, Ena Elsa Velázquez Cobiella, en la reunión de aseguramiento a los períodos lectivos.

De acuerdo con cifras de la dirección provincial del sector, la provincia avileña demandará 7 380 docentes para el curso a iniciarse el próximo 28 de noviembre.

Sin embargo, de esa necesidad se tienen hoy cubiertas 6 626 plazas. Es decir, el suma y resta de los números indica un déficit de 754 profesoras y profesores; cifra para nada despreciable, sobre todo cuando está por delante la tarea de cubrir la ausencia hasta julio de 2023.

Evidentemente, el viejo fantasma del déficit de docentes retornó a este territorio después de un descanso, aparecido con las mejoras salariales y de atención realizadas antes de la pandemia.

Un repaso a la memoria y los periódicos viejos dará cuenta enseguida cómo la carencia de profesionales en el sector fue un largo dolor de cabeza que se repetía curso tras curso por la migración de fuerza calificada hacia el turismo, fundamentalmente.

La provincia, a medida que sufría esa jaqueca, en ocasiones con aires de migraña, también encontraba las formas de palear el problema mediante la creación de contingentes universitarios de apoyo y la contratación a tiempo de parcial de profesionales en condiciones de impartir clases, entre otras medidas.

Esa última alternativa será la empleada con vistas al curso 2022-2023, sobre todo en los municipios de Ciego de Ávila con 294 necesidades, Morón (43), Majagua (42), donde se registran el mayor número necesidades junto a los centros provinciales (60).

Por otra parte, las enseñanzas más afectadas son las de Primaria (100), Enseñanza Técnico-Profesional (122) y Secundaria básica (174).

En la cola del país

El éxodo ya daba señales de retorno antes de la pandemia con la aparición de las nuevas formas de gestión en la economía y mejores niveles de ingreso en el sector privado y estatal.

Una muestra de la incidencia del problema se encuentra en el Instituto Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) Cándido González Morales, ubicado hoy, a decir de la ministra, en la cola de los de su tipo en el país.

Sobre ese plantel, recaen varias dificultades. Algunas de ellas se pudieran listar en la distancia a 10 kilómetros de la capital provincial, el deterioro de su infraestructura y problemas con la transportación en un contexto donde la vida doméstica muchas veces obliga a la atención del hogar, dígase la búsqueda de alimentos, todo lo cual hace que el ingreso a la plantilla se haga en ocasiones poco atractiva.

El resultado es una falta de cobertura docente y de nuevos ingresos, ratificada a esta altura de año cuando ya se conoce que no será cubierto el plan de 160 plazas para estudiantes.

Un indicador puede ilustrar el perjuicio que trae la falta de cobertura docente: el IPVCE avileño no ha podido enviar ni un solo estudiante al Centro de Entrenamiento Nacional, donde se agrupan los talentos de Cuba y que mucho orgullo han dado al país en certámenes internacionales.

Si a lo anterior se le añade que ese plantel tiene la misión de educar a jóvenes con aptitudes especiales para determinadas disciplinas, entonces estamos ante un centro priorizado para el desarrollo de la nación y la provincia.

Sería bueno, entonces, convertirlo en una especie de polígono de pruebas en la atención al sector educacional, más cuando es el único de su tipo en el territorio; porque algo si está demostrado: el salario influye, pero no es lo único que asegura la retención de la fuerza laboral calificada.

Mirar la tierra

El territorio avileño tiene varias prioridades por delante, sobre todo después que el 28 de noviembre abran las puertas de las 405 instituciones educacionales para recibir a los 68 554 alumnos de matrícula.

Recuperar los resultados que mostró años atrás en los exámenes de ingreso a la Educación Superior, es uno de ellos junto al estímulo de formas de aprendizaje que conduzcan a una formación más integral del estudiantado.

También se encuentra evitar el desvío de recursos y apresurar la solución de la venta del uniforme escolar, cuya comercialización no fue posible efectuar en la fecha indicada, el pasado 2 de noviembre, porque la industria no ha entregado las cantidades pactadas, según trascendió en el encuentro.

Otro propósito es la creación de las casitas infantiles, la alternativa para solucionar el conflicto de las madres trabajadoras y cuya demanda hoy en esta geografía asciende a 1 186 solicitudes de de infantes a cuidar.

Hasta el momento, Matanzas y Ciego de Ávila son las dos únicas provincias del país sin esos locales.

No obstante llama la atención un detalle en el caso avileño, a pesar de que se espera el estreno de la primera de esas instalaciones en diciembre próximo.

Si en los organismos que demandan esos centros, hay algunos con recursos (llámese turismo, salud o agricultura, por citar algunos), ¿por qué no se ha logrado la integración necesaria para acelerar la solución del conflicto de las madres trabajadoras?

No todo puede recaer en el sector educacional, pese a la responsabilidad principal que tiene sobre esas casitas.

Otro reto es retomar el vínculo escuela-trabajo con las posibilidades que tienen los centros educacionales de aportar y generar niveles de autoconsumo, algo que ya es una realidad en el municipio Bartolomé Masó en la provincia de Granma.

La idea no es retornar a los antiguos planes de las escuelas al campo, sino lograr un vínculo ordenado y que no afecte la docencia, pero que permita fomentar una cultura de trabajo.

La intención es posible, más cuando en los años más difíciles del Período Especial en Ciego de Ávila de alcanzaron niveles de autoabastecimiento en distintos planteles.

La tierra espera para devolver lo que sean capaces de darle. Todo está en lograr la debida organización y superar lo que quizá sea uno de los principales obstáculos: «en acabar de entender que este es un principio de la educación cubana que merece ser recuperado», dicho en palabras de Luis Enrique Calderón Piñeiro, director provincial de Educación.

 

 

 

 

 

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