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El Convento de Belén: Un espacio de alegría y cuidado para los ancianos

Estas fotografías son un testimonio visual de la importancia de brindar cuidado y atención a nuestros ancianos. Nos recuerdan que, a pesar de las dificultades y las limitaciones físicas, cada individuo merece vivir una vida plena y feliz, rodeados de amor y compasión

Autor:

Roberto Suárez

Para todos los que anden por las calles de La Habana Vieja, les recomiendo visitar y comprobar esta gran obra de amor. El antiguo Convento de Belén es una edificación religiosa típica del siglo XVIII, hoy pertenece al Proyecto Social de la Oficina del Historiador de la Ciudad, asignada a la Dirección de Asuntos Humanitarios, que tiene en lo posible la misión de mitigar los problemas de los ancianos en la zona más antigua de la ciudad.

En mi visita al hogar de ancianos de La Habana Vieja quedé gratamente sorprendido por la alegría y la sonrisa que encontré en los rostros de los ancianos, reflejan bondad y ganas de disfrutar la vida. Este lugar fue inaugurado el 5 de diciembre de 2015 gracias a la ayuda de varias instituciones.

Esta residencia cuenta aproximadamente con un número no despreciable de camas y un equipo de cuidadoras comprometidas con brindar atención y cuidado personalizado que garantiza la atención integral, el tiempo que lo necesiten. Aunque mi paso por este sitio fue apenas unas horas, intenté capturar algunas fotografías que me permitieron inmovilizar esos momentos llenos de ternura y felicidad.

Cada arruga en los rostros de los ancianos contaba una historia, una vida llena de experiencias y sabiduría acumulada a lo largo de los años. Me llamó poderosamente la atención como el tiempo dejaba su huella en ellos, pero al mismo tiempo la bondad y el amor brillaban en sus ojos y sonrisas.

Estas fotografías son un testimonio visual de la importancia de brindar cuidado y atención a nuestros ancianos. Nos recuerdan que, a pesar de las dificultades y las limitaciones físicas, cada individuo merece vivir una vida plena y feliz, rodeados de amor y compasión. 

 

Fotos: Roberto Suárez

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