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La Historia, ¡un bastión!

Hay que abrazarla con pasión y emoción porque es esencia viva de la Patria y nos enseña quiénes somos, de dónde somos. Por eso, hay que seguir abordando el modo de enseñarla y hacerla más atractiva para los niños, adolescentes y jóvenes

Autor:

Nelson García Santos

SANTA CLARA, Villa Clara.— El despojo empieza temprano para quitar lo genuino que nos identifica e instaurar lo de ellos en una larga y múltiple trama que pasa por imponer en primerísimo lugar su ideología, a la que le van abriendo camino imponiendo sus gustos, su modo de vestir, su música…  En fin, sus costumbres y creencias para convertirnos en una adición a lo suyo.

Para intentarlo se afanan en desmontar la verdadera historia y desnaturalizarla como estrategia sólida e indispensable para sus fines colonizadores. De ahí que Fidel, que lo dijo todo o casi todo, consideró reiteradamente que el estudio de la Historia era de un valor extraordinario para transmitir valores, sentimientos patrióticos, revolucionarios y heroicos.

Siguiendo esa línea de pensamiento, el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, hizo la sugerencia, hace unos años, a la Unión de Historiadores de Cuba (Unhic), de seguir abordando el modo de hacerla más atractiva para niños, adolescentes y jóvenes.

Ese tema esencial volvió a analizarse en el 25to. Congreso Nacional de Historia, que acaba de finalizar en Santa Clara. En opinión de investigadores, profesores, estudiantes de esa ciencia y de filosofía, se conoce la manera de hacerle un camino más expedito para despertar el interés de las nuevas generaciones.

Para Jorge Luis Aneiros Alonso, presidente de la Unhic, resulta vital enfatizar en la historia local y los valores propios de cada comunidad, las cuales determinan sus peculiaridades y aportan a la formación de la nación como un todo. Hay coincidencia con ese criterio porque nos explica lo que somos y, consecuentemente, su conocimiento tiene que partir de lo local y lo familiar.

Qué dice la experiencia

«Es muy importante impartir esa ciencia, pero no siempre la persona que lo hace es un especialista, un graduado de la materia. A veces falta y se contrata al que se pueda, no al más idóneo. Pero, creo que hay que trabajar en esa dirección, tratar que los profesores tengan una estabilidad en los claustros, lo cual permite acumular conocimientos.

«Ver cómo relacionarse con los alumnos, de los niveles que sean, porque realmente resulta muy importante que un buen maestro enamore al estudiante, que logre que se apasione por lo que está aprendiendo. Hay que trabajar, tanto en su  formación como en buscar su estabilidad en los claustros». (Doctora en Ciencias Históricas Francisca López Civeira, premio nacional de Historia y profesora de Mérito de la Universidad de La Habana).

«Estamos en un tiempo convulso en el cual los profesores de Historia deben cambiar la forma de abordarla. No verla como una simple narración de hechos o un pequeño trabajo que usted mande a hacer, sin que haya una reflexión crítica y autocrítica por parte del educando, para evitar, como está sucediendo hoy, el copia y pega, donde realmente los análisis no fluyen.

«La clase hoy tiene que ser movida, darse con pasión. Decir que cualquiera puede impartir la asignatura es falso. Quien no ame realmente la historia, y mucho menos la de su país, tampoco puede transmitir emociones y tocar el corazón del alumno que quiere aprender». (Nancy Corzo Posse, profesora titular y consultante del Instituto Técnico Militar José Martí).

«Tiene que ser una persona muy preparada, a cualquier nivel, que continuamente esté leyendo, que no solo conoce, sino que siente y se apasiona por la asignatura, la cual no se puede transmitir de una forma mediocre, rutinaria.

«El estudiante tiene que sentir que está viviendo los episodios que el profesor narra; sentir que el profesor mismo está vibrando con las palabras que expresa, pues eso es lo que le permite identificarse con ese suceso. De alguna manera, incluso, el maestro puede hacer que el alumno asuma el papel de uno de los personajes, hacerlo partícipe de esa historia».  (Enrique Ubieta Gómez, periodista e investigador)

«Considero que debe ser más perfeccionada para que le llegue mejor a los estudiantes, a quienes se les ha ido el amor por la Historia, empezando por conocer la de su localidad, que es la puerta a la nacional. Los alumnos aprenden más emocionándose, viviendo el relato tal como si estuvieran participando en aquellos hechos». (Laura Náyade Durán Pérez, estudiante de 4to. año de la carrera Marxismo-lenismo e Historia).

«Debemos entender que los tiempos han cambiado, y así debe cambiar la enseñanza de esa ciencia. Para esto tenemos que analizar el creciente auge del uso de la tecnología en los jóvenes. En ese sentido, debería usarse como motivación. Además,  en estos tiempos hemos estado viviendo con una nueva Constitución de la República y un nuevo Código de las Familias. Lógicamente, el docente que imparte esa asignatura debe formarse en la inclusión, la diversidad y el respeto al pensamiento de los jóvenes.

«Parte de esa estrategia se implementa en la Universidad de Oriente, con un nuevo programa de didáctica, con nuevos contenidos como neurodidáctica y el papel de las emociones en el aprendizaje. Verdaderamente, las investigaciones han arrojado que juegan un papel, pero ligado a la motivación» (Juan Carlos Peña Roca, estudiante de licenciatura en Educación).

Es muy importante enamorar al estudiante para que se apasionen, señala Francisca López Civeira.

 

 

Juan Carlos Peña Roca apunta que los timepos han cambiado, pero los modos de impartir esta materia no.

 

 

La Historia no la podemos convertir en un corta y pega, asegura Nancy Corzo

 

 

Enrique Ubieta afirma que de una forma mediocre no se puede transmitir la Historia.

 

Laura Náyade Durán considera que se debe perfeccionar la enseñanza de esta materia. FOTOS: Francisnet Díaz Rondón

 

 

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