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Pegados y en la batalla

Funcionar en cada pedacito con visión transformadora y bajo condiciones económicas y financieras complejas es también un desafío para la Unión de Jóvenes Comunistas, como se dijo en la asamblea provincial 12mo. Congreso en Camagüey

Autor:

Yahily Hernández Porto

CAMAGÜEY.— Tenía apenas 14 primaveras y le sorprendía lo que su entrañable profesora de Historia les decía en sus clases: «Estudien mucho la historia de la patria porque ustedes serán los futuros dirigentes, cuadros y líderes de Cuba». Entonces aquellas palabras le parecían exageradas a la adolescente Yadiana Estrada Mirabal, hasta que comprendió, a la vuelta de unos años, que su maestra tenía razón.

La joven, hoy estomatóloga de profesión, narró su experiencia en la asamblea provincial 12mo. Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) en Camagüey, pues lo que en su mente de adolescente parecía un hecho extraordinario y para el futuro, hoy lo experimenta en la prestigiosa universidad médica Carlos J. Finlay.

«Ahora soy yo la que transmite conocimientos a mis alumnos, por lo que formo parte de la continuidad de la Revolución, algo que veía distante», explicó en el foro esta profesora de 26 años de edad, y su reflexión derivó en un debate que puso sobre el tapete temas medulares para el futuro del país y de la organización juvenil.

Se habló entonces del funcionamiento del comité de base, sobre la enseñanza de la historia y la labor dinámica y capacidad del cuadro para dirigir y ser un líder en la base, de modo que pueda arrastrar a todos los jóvenes, militantes y no militantes, hacia el cumplimiento de las principales tareas de la organización.

Contundente en su intervención, la periodista Dania Díaz Socarrás estremeció al plenario cuando razonó sobre cuánto daño hace a la patria el silencio digital sobre la verdad cubana, realidad que ha demostrado desmovilizar a pueblos enteros y destruir revoluciones sin apenas tirarse un tiro. «El móvil y las redes sociales son hoy como el fusil de los jóvenes barbudos en la Sierra Maestra», afirmó la muchacha.

Y añadió que para lograr esa máxima hay que eliminar la inercia prevaleciente en muchos espacios de la organización. «Se impone transformar el quehacer de los movimientos juveniles, un camino seguro que nos conecta con todos los jóvenes, adolescentes y niños, porque el atractivo de la UJC está precisamente en esos espacios, los que permiten llegar e impactar con hechos concretos».

Jorge Jerez Belisario, delegado directo a la cita de abril próximo, consideró que «no podemos ser ingenuos, y mucho menos improvisar en el escenario virtual. La juventud cubana tiene el deber de articularse mejor y generar contenidos atractivos y de calidad en ese amplio y diverso ecosistema y sus múltiples plataformas, para defender a Cuba de la guerra mediática que se le hace con el único objetivo de destruirla».

En el debate, los delegados e invitados a la asamblea también pusieron su mirada crítica y autocrítica en la urgencia de que la vanguardia política juvenil funcione bien en cada pedacito, con visión transformadora y acorde con las condiciones económicas y financieras complejas del país.

Por eso, Haniel Valdés Velázquez se refirió a la necesidad de identificar a los líderes naturales y sumarlos al quehacer de la organización juvenil, aunque estos no sean militantes. Ello, dijo, tiene que ser un método permanente de trabajo, no una opción más para la organización.

Yanisley López Cabrera, de la Empresa de servicios técnicos, automáticos y especializados, se refirió a la urgencia de rescatar el movimiento de las
Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ) como una herramienta para resistir creativamente el bloqueo. «Si no somos capaces de atraer a los jóvenes para dar solución a los problemas tecnológicos en nuestras fábricas, no estamos haciendo lo que nos toca. Por eso, damos importancia a que las BTJ se reactiven».

Las vivencias compartidas por el floridano David Sosa Coello, trabajador del central Argentina, y del guajiro Ernesto Osoria Martínez, de El Entronque, una unidad básica de producción cooperativa ubicada en el batey rural de igual nombre en el municipio de Sibanicú, reflejaron que cuando los jóvenes son protagonistas de su entorno, no hay barrera que se interponga.

Por ejemplo, Sosa, con 23 abriles, es el subdirector adjunto del coloso azucarero Argentina, donde otros jóvenes también asumen responsabilidades vitales en la fábrica. «Todos están pegados y en la batalla», dijo con orgullo. Mientras, Osoria, también delegado directo al congreso, relató que cuando la comunidad se transforma con el trabajo de los jóvenes, los vecinos los reconocen y respetan.

Aylín Álvarez García, primera secretaria del Comité Nacional de la UJC, reiteró la necesidad de atender a las nuevas generaciones, más allá de su condición de militantes. «Los dirigentes de la UJC tienen que cuestionarse todos los días cómo hacer más en función de los jóvenes, y para ello  hay que derribar la inercia, lo cual permitirá que el resto de los procesos de la organización sean de manera natural».

Agregó que la organización tiene el desafío de conducir, representar y formar a las nuevas generaciones: «Para alcanzar este propósito, la UJC tiene que atemperar su funcionamiento a cada escenario y hacer suyas las inquietudes y preocupaciones de todos los jóvenes, para entre todos encontrar las soluciones».

Por su parte, Federico Hernández Hernández, primer secretario del Partido en Camagüey, convocó a la vanguardia política juvenil a defender la Patria en cada escenario y a prestar especial atención a la política de cuadros, pues de su preparación integral depende en gran medida su poder de convocatoria, y para ello «necesitamos a los más capaces, a los más comprometidos con Cuba y su futuro».

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